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Se lee poco y mal
Es terca la realidad, que muchas veces hace polvo los propósitos y las esperanzas. En agosto de 2021 el director del Fondo de Cultura Económica, Paco Ignacio Taibo II, dijo en radio y prensa que la colección «21 para el 21» sería el proyecto más grande de fomento a la lectura en América Latina. EL FCE regalaría dos millones cien mil libros para «estimular la lectura». La colección incluiría textos interesantísimos para los no lectores como: «Noticias biográficas de insurgentes apodados» de Elías Amador; «La revolución de Independencia» de Luis Villoro; «Breve historia de la guerra con los Estados Unidos» de José C. Valadés. Y, cuidado, no le quito importancia a las obras mentadas. Para mí, por ejemplo, Luis Villoro ha sido un horizonte. Pero imagínese que a usted no le gusta leer, o no tiene el hábito, y le regalan La revolución de independencia de Villoro. Quizás lo engancha, pero probablemente no. Pregunto, y no tengo la respuesta: ¿la mejor forma de fomentar la lectura es regalando algunos de «los más destacados textos creados por los más importantes escritores de nuestra nación»?
Lo cierto es que desde enero de 2019 hasta hoy, cuatro años después, el objetivo de «crear una república de lectores» no parece ir bien encaminado. Les ofrezco una enumeración de datos del Módulo sobre lectura 2023 del Inegi, instrumento que pretende «generar información estadística sobre el comportamiento lector de la población de 18 años y más en México». Dice el Inegi en su comunicado de prensa cosas interesantes: «En 2023, el porcentaje de la población de 18 años y más, lectora de los materiales considerados por el Módulo sobre Lectura (libros, revistas, periódicos, historietas y páginas de Internet, foros o blogs, sin tomar en cuenta WhatsApp, Facebook y otras redes sociales), fue de 68.5 %: 12.3 puntos porcentuales menos que en 2016». Es decir, hoy esos materiales se leen menos que en 2016. Por otro lado, los jóvenes de 18 a 34 años, leen más páginas de internet, foros y blogs que libros. El promedio de libros leídos por año en 2016 era de 3.8, hoy es de 3.4. El 61.6 por ciento de la población lectora de libros los consigue de manera gratuita. O para decirlo de otra manera, solo se paga por el 38.4 de los libros leídos. No sé si en esto inciden los libros regalados por el FCE o si, más bien, es tanto el acceso gratuito a libros que regalar libros no es especialmente significativo para acercar a las personas a la lectura. Lo que sí es significativo, según el Inegi es que: «La población no lectora presenta una mayor carencia de estímulos para la lectura durante la infancia: 83.0 % declaró que sus padres o tutores no la llevaban a bibliotecas o librerías, 79.7 % dijo que sus padres o tutores no le leían y 68.3 % no veía a sus padres o tutores leer». No sé cómo regalar libros sobre la revolución de independencia o la guerra contra Estados Unidos modifica el hábito de ir a bibliotecas o librerías; que los padres le lean a los hijos o que los padres lean. Lo que se necesita es tener bibliotecas y librerías al alcance de las personas; tener libros que a los niños les interese que les lean sus padres; que los padres tengan libros que les interese leer. Quizás debieron preguntar antes de imprimir dos millones de libros para regalar.
Me voy con un dato, según el Inegi, solo el 27.1 por ciento de los lectores comprende todo lo que lee. Supongo que algo falla en la educación básica cuando el 72.9 por ciento de los lectores dice no ser capaz de entender a cabalidad lo que lee.
Twitter: @munozoliveira