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Un camino nada fácil
Cuando algo es fácil de hacer, no se aprecia, no se aprende nada y se está condenado a repetir todo lo malo que de eso haya surgido… Macraf
En mi colaboración del mes pasado -Inflación y consumo: el cuento de nunca acabar- mencioné que uno de los principales problemas que existe en la actualidad es la relación entre el control de los altos niveles inflacionarios y los niveles de consumo dentro de una economía, debido a que una de las principales herramientas que se utiliza para controlar el alza generalizada de los precios es, el aumento de las tasas de interés, decisión que encarece el crédito, siendo uno de los principales afectados, el dirigido al consumo, sin embargo, a lo largo de las últimas semanas se ha agregado una nueva variable a esta relación tan complicada, la estabilidad del sistema financiero internacional y, esto último, derivado de la problemática que se vivió en semanas recientes en los Estados Unidos y Europa, lo que ha llevado al Fondo Monetario Internacional (FMI) en su publicación mensual de perspectivas económicas, a considerar que aun cuando la inflación tiene una tendencia a la baja, el crecimiento económico claramente se ha desacelerado.
De acuerdo con la información publicada por el organismo internacional, se espera que sea hasta finales del año 2024 cuando la inflación regrese a niveles cercanos al 5.0%, aún por arriba de las metas de los bancos centrales a nivel internacional, pero, llama más la atención los niveles de crecimiento que se proyectan para los siguientes meses, en el caso de las economías avanzadas, se encuentran prácticamente en un rango entre el 1.3% y el 1.8%, mientras que en el caso de las economías emergentes y en desarrollo, el rango va entre el 2.8% y el 4.5%, lo cual de acuerdo con el FMI, es producto de la reciente inestabilidad bancaria a nivel internacional, que dejó en claro que el sistema financiero, no pudo absorber las pérdidas generadas por el mercado sin apoyo gubernamental, es decir, sin el uso de dinero público, lo que refleja gran vulnerabilidad de los intermediarios financieros y que ha provocado que muchas instituciones, decidan enfrentar los crecientes costos de financiamiento actuando de una manera más prudente, a través del recorte en la concesión de crédito, situación que aunado al aumento de las tasas de interés, profundiza la desaceleración económica.
Lo anterior, ha generado además de gran incertidumbre, un episodio de aversión al riesgo, cuyo impacto se ve muy claro en las economías de mercados emergentes y en desarrollo con la salida de cuantiosas cantidades de capital, un aumento en las primas de riesgo y, por lo tanto, una caída en la confianza de los inversionistas. Este escenario deja ver la necesidad de una estrecha coordinación entre las decisiones de política monetaria del banco central, y las decisiones de política fiscal del gobierno del país, en el caso de la primera, adaptando sus decisiones a la evolución financiera sin perder de vista su principal objetivo, el control de la inflación y la conservación del poder adquisitivo de la moneda, mientras que en el caso de la segunda, se debe buscar enfriar la actividad económica, a través de un escenario restrictivo que complemente el aumento de las tasas de interés, usando herramientas como el gasto gubernamental o las tasas impositivas, recordando que los incrementos en la tasa de interés, encarece la deuda pública, por lo que reducir los niveles de gasto, podría compensar el incremento en el costo del financiamiento y, por lo tanto, mejora la situación de las finanzas públicas.
El escenario al que nos enfrentamos, no es sencillo de comprender, si bien los últimos meses no han sido los mejores en términos económicos por las secuelas que aún se ven de la pandemia, el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, las tensiones geopolíticas entre China y los Estados Unidos y, más recientemente, el desbalance en el sistema financiero internacional, los principales esfuerzos que todo país debe realizar deben estar dirigidos al crecimiento económico, ya que es el primer paso para llegar al desarrollo económico, cuya principal definición es, mejorar la calidad de vida de las personas de un país, por lo tanto, todas las acciones y decisiones que se tomen deben estar encaminadas a esta finalidad y ojo, nadie ha dicho que sea fácil.
* El autor es académico de la Escuela de Gobierno y Economía de la Universidad Panamericana, conferencista, consultor experto en temas económicos, financieros y de gobierno, director fundador del sitio El Comentario del Día y conductor titular del programa Voces Universitarias.