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Ken Salazar activa bomba atómica
Sin oposición política en México, el manotazo del embajador de Estados Unidos Ken Salazar produce efectos sónicos similares a la de una bomba nuclear.
Las palabras que pronunció ayer las tuvo que haber desbordado en febrero, momento real decidido por AMLO para dedicarle al embajador “una pausa” en la relación.
Los pocos abrazos no alcanzaron para cubrir los infinitos balazos.
La narrativa fabricada por AMLO a través de sus programas de televisión matutinos se convirtió en un grueso muro con el que la realidad nunca logró sortear. La sobreproducción de ficción conlleva a perder el sentido de la realidad, o si se prefiere, convierte al manipulador en Gran Hermano.
Ayer, el embajador Salazar no dijo nada nuevo que no sepamos: el Estado mexicano ha perdido control de una parte importante del territorio.
El fenómeno inició en 2006, pero desde 2018 es súbita la erosión. No es el cambio climático el que ha destrozado el territorio mexicano, es la violencia.
Pero el embajador de Estados Unidos no es Marko Cortés (PAN) ni Alejandro Moreno (PRI): dos dirigentes cuyo único rasgo notable es su insignificancia.
Ken Salazar tiene información sobe México que no tiene Palacio Nacional.
El etnocentrismo de AMLO fue prehistórico y deja al país indefenso frente a las balas del terrorismo.
Es terrorismo porque las amenazas de los narcotraficantes son amenazas al Estado y a la población.
Ken Salazar describe en pocas palabras un profundo problema de atención del Estado mexicano.
AMLO no quiso recibir el apoyo de Estados Unidos como si el país tuviera los problemas de Dinamarca. Qué irresponsabilidad y falta de estatura de jefe de Estado.
Vivir de la popularidad genera la maligna adicción a las encuestas. El programa de televisión de AMLO tuvo elevadas dosis de distracción; de hecho, la participación de cómicos del periodismo (lord molécula) degradó al Estado mexicano.
Las palabras del embajador de Estados Unidos comprueban que el Gobierno de AMLO tuvo como principal componente la publicidad (90%) dejando a un lado los problemas reales.
Es triste echarle una mirada al Senado para encontrar a porristas corearle las mañanitas a AMLO: el país se ha convertido en un cementerio, pero al parecer, lo importante es continuar con la victoria del movimiento sobre los insignificantes Marko Cortés y Alejandro Moreno.
Se va el condescendiente gobierno de Joe Biden y llega Donald Trump.