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Puente aéreo Mónaco-Gaza: Al diablo con el derecho internacional
Al día siguiente, la mañana estuvo soleada.
La noticia se tendría que haber ganado las ocho columnas, pero el periodismo mexicano lució su perfil etnocentrista, es decir, provinciano. Las excepciones fueron El Sol de México y El Granma mexicano.
Al presidente de Estados Unidos le gustaría abrir un puente aéreo Mónaco-Gaza, siempre y cuando, los dos millones de gazatíes se vayan a vivir a “casas bonitas” en Egipto y Jordania.
Trump decidió realizar un banquete al primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu. Fue el martes en la Casa Blanca, y luego de una charla privada, el anfitrión detonó una especie de "fuegos artificiales" (frases desafortunadas) en honor de su visita estrella.
Detrás de las risas de Trump y Netanyahu se esconde su deprecio por el derecho internacional. Se dicen demócratas, pero les estorba la ONU. El primero quiere invadir Gaza, Groenlandia, Panamá y Canadá; el segundo quiere poblar de colonos Cisjordania y decidir en la Franja de Gaza.
El multilateralismo pasará los peores cuatro años desde la posguerra. Al diablo con las instituciones, diría el populista mexicano que se cargó al Poder Judicial.
La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum celebra en su conferencia de prensa el cierre de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), por haber apoyado a Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad, pero el brazo de poder suave le ayuda a Estados Unidos a generar una estética de nación democrática.
Carlos Fuentes eligió la palabra “atención” como su favorita.
Atención, Trump ya no menciona en sus discursos la palabra “democracia”.
No hay democracia sin demócratas. No hay democracia sin el kilométrico distanciamiento entre los tres poderes.
MAGA y Morena son la misma moneda.
Scott Bessent y Marco Rubio se han quedado pasmados frente al ninguneo recibido por Elon Musk. No reaccionan en sus círculos de poder. Uno como Secretario del Tesoro y el otro como Secretario de Estado.
Bessent ha permitido que Musk obtenga los datos personales de los estadounidenses; Rubio ha permitido que el dueño de Tesla le pique los ojos al primer ministro británico Keir Starmer o al canciller alemán Olaf Scholz.
Han sido dos semanas de caos a través de dos guerras lanzadas por Trump: contra la migración y contra la administración pública federal.
Las diferencias son nimias entre la eugenesia y el derecho a la ciudadanía; son cercanas las referencias del nazismo con las ganas de “limpiar” la Franja de Gaza.
El colombiano Petro pensó que su patrioterismo era materia de exportación, pero lo regresaron a la casilla de salida. En México le aplauden a la presidenta Sheinbaum por un feliz acuerdo, pero lo escrito en blanco y negro en un comunicado por la Casa Blanca, vinculando la herencia que recibió en manos de AMLO con el crimen organizado, nadie lo borrará, y sobre esa sentencia Washington tiene más fichas para negociar.
Trump le ha obsequiado a Maduro el principal insumo para su sobrevivencia: tiempo. Al diablo con la oposición ganadora de las elecciones. El premio para el dictador es la deportación de 600 mil venezolanos. Maduro responde: los recibimos con los brazos abiertos.
Las cárceles están de moda. Bukele ofrece barra libre para salvadoreños y extranjeros. Trump, ordena la remodelación de Guantánamo para no quedarse atrás.
En México, De la Fuente guarda silencio sobre el puente aéreo Mónaco-Gaza.
Al diablo con el derecho internacional.