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Reforma judicial, ganar perdiendo

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OpiniónEl Economista

La sentencia contra Genaro García Luna por 38 años y las palabras del juez Cogan fueron un regalo para el gobierno naciente de Claudia Sheinbaum Pardo (CSP) y para toda la 4T. Para el expresidente Calderón y el PAN fueron el último golpe después del arresto de quien fuera el poderoso secretario de Seguridad en el sexenio calderonista.

La noticia permitió distraer la atención de varios temas que están en camino de afectar a la nueva administración federal: la ralentización de la economía con sus respectivos focos rojos; las promesas de inversión que no terminan de concretarse; las amenazas de Donald Trump y el embrollo de la Reforma Judicial, entre otros.

Un día sí y el otro también, CSP insiste en que el pueblo votó por la Reforma Judicial y que no hay problema ni judicial ni económico con llevarla adelante. Para no haber problema es demasiada insistencia. Lo cierto es que es una mentira o una exageración, como se prefiera, pero ese triunfo de la 4T está sembrado de errores, violaciones de procedimiento, desacatos y dificultades de implementación. La iniciativa se hizo al vapor y está convertida en un embrollo legal y operativo.

Ahora que la presidenta Sheinbaum cita para todo a Diego Valadés, convendría retomarlo completo en aquella entrevista que le hizo Carmen Aristegui. Es cierto que el constitucionalista reconoció que la reforma ya es un hecho. Pronosticó que el debate legal se cerrará con la ratificación de la Reforma por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Aseguró que la impugnación presentada por el PAN no procede, al igual que la lluvia de amparos y la controversia constitucional del gobierno de Guanajuato.

Pero también señaló que la elección de jueces puede ser un fracaso si se registra una baja participación de la ciudadanía. Además, la Reforma requiere adecuaciones, una revisión por parte de la Corte tendrá que estudiar y definir los procesos pendientes que controvierten la reforma, incluyendo una revisión a los votos que se emitieron para hacer posible la mayoría calificada. El exministro puso en duda si en el proceso legislativo se respetó el ‘debate democrático’.

Más allá de lo legal, el problema no se ha acabado. Los trabajadores del Poder Judicial han decidido seguir el paro y muchos jueces y magistrados han preferido retirarse o renunciar antes de sufrir la humillación de supeditarse a los resultados del ejercicio de la tómbola. Con cada juez, magistrado o trabajador que se pierda se tiran a la basura años de especialización, estudio y dedicación. Esto es insustituible. Adicionalmente, los trabajadores pelearán por sus derechos adquiridos y esto tendrá un costo adicional, no sólo económico, sino también legal y social.

La falta de diálogo por parte de los legisladores cuatroteros y los gobiernos de AMLO y CSP ha sido palmaria. Todo el ejercicio de consultas que se hizo en el Senado fue inútil. Lo peor es que se supo desde el principio, fue un engaño. Los llamados de la ministra presidenta Norma Piña para dialogar fueron ignorados. En una mañanera, la presidenta Sheinbaum, con arrogancia, cerró cualquier posibilidad al señalar que no hablaría con los ministros, que para eso estaba la secretaria de Gobernación.

Las críticas de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá parecen haber amainado, pero siguen ahí, como lo demuestran las palabras de Katherine Tai, representante comercial de Estados Unidos, quien el pasado 14 de octubre reafirmó la preocupación del gobierno estadounidense y la comunidad empresarial por la Reforma Judicial. Ese día, también el embajador de Canadá, Graeme C. Clark, prácticamente dijo lo mismo.

¿La famosa reunión CEO Dialogue logró disipar las dudas? Es poco probable. Al contrario, tal parece que, más allá de la cortesía, fue un fracaso. Se confirmaron inversiones que se habían comprometido desde el año pasado y que al menos una ya se lleva a cabo, según lo reveló Enrique Quintana en El Financiero. Creo que inversionistas y gobiernos extranjeros están a la expectativa y decidirán cuando tengan mayores elementos.

La 4T ganará la parte judicial, pero un sector de los trabajadores, jueces, magistrados y ministros están decididos a estirar la liga. Las batallas no siempre se ganan en el ajedrez jurídico. Cualquier error del gobierno podría resultar costoso y resultaría muy caro.

En una de las mañaneras, uno de los asistentes (me resisto a llamarlos reporteros) le preguntó a la presidenta si está pensando en unirse al BRIC, el grupo económico conformado originalmente por Brasil Rusia, China y Sudáfrica. Pensé que era una broma, porque formar parte de esa agrupación significaría cerrarse la puerta a mercados muy importantes. Estar en el BRIC definitivamente no compensarían el abandonar el T-MEC.

La aplicación de la Reforma Judicial parece consumada, pero el resultado es imprevisible por la forma en que se están haciendo las cosas. Las venganzas suelen alcanzar a quienes las perpetran.

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