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Política

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AMLO heredará la crisis más seria desde 1976: Francisco Suárez Dávila

El o la próxima presidenta del país encontrará tres bombas de tiempo: el sistema de pensiones, Pemex y la deuda pública, lo cual hará evidente el legado negativo del presidente en turno, expone

Foto: Nayelli Tenorio

Foto: Nayelli Tenorio

En 50 años de trabajo en el sector público, Francisco Suárez Dávila vivió de cerca las últimas cinco crisis que ha padecido el país y afirma que, como nación, no aprendimos lo que debimos de ellas.

Esta experimentada ave de tempestades ha escrito sus memorias en las que comparte su percepción de cada una de ellas y llama la atención de una, que dice está en ciernes: la que heredará el presidente Andrés Manuel López Obrador, la más seria.

Dice que el o la próxima presidenta del país encontrará tres bombas de tiempo, las que constituyen el sistema de pensiones, Pemex y la deuda pública, lo cual hará evidente el legado negativo del presidente en turno.

En entrevista, con motivo de la presentación de su libro “Un viaje por la historia económica de México (y sus crisis). Mis primeros 80 años”, editado por Debate, el exsubsecretario de Hacienda (1982-1988), exrepresentante permanente de México ante la OCDE (1997-2000, exembajador de México en Canadá (2013-2016) y exdiputado federal (en la LVI y LIX legislaturas), afirma que necesitamos una auténtica estrategia de desarrollo, la cual debe pasar por reconstruir lo destruido por el gobierno actual, un pacto nacional que permita crecer al menos al 5%, aumentando la inversión pública y privada y aprovechar la relocalización de empresas con miras al mercado de Estados Unidos, mediante una política agresiva y con sustento financiero.

Desde 1970, cuando usted ingresó al Banco de México y, por lo menos, hasta el 2016, cuando dejó la embajada de México en Canadá, han pasado muchas crisis económicas, políticas y sociales. ¿Cómo país, qué tanto hemos aprendido de las crisis que hemos vivido durante todo este tiempo?

Son cinco crisis, con perfiles diferentes (las de 1976, 1982, 1987, 1994 y 2008). Algo sirvieron para hacer algunos cambios importantes, pero tampoco aprendimos todo lo que deberíamos.

¿Cuáles son las enseñanzas?

La primera de estas crisis fue la devaluación traumática de Luis Echeverría de 1976.

Fue el caso de una crisis, por tratar de crecer. Lo que él llamó el desarrollo compartido. Es una crisis de irresponsabilidad fiscal total, con tintes de populismo. Esa irresponsabilidad fiscal lleva a desequilibrios fiscales, de la balanza de pagos, de inflación, y, eventualmente, de tipo de cambio sobrevaluado y salidas de capital.

López Portillo empieza ya con las ventajas del pleno auge del petróleo. Empieza bien, da una señal de confianza y de ánimo, hasta 1981, cuando otra vez, volvemos a las andadas: otra vez, irresponsabilidad fiscal, cuando se cae el precio del petróleo y suben las tasas de interés.

López Portillo debía haber tomado medidas; debió de haber hecho un ajuste fiscal. No lo hizo. Lo que hizo fue deuda, deuda, deuda y más deuda, hasta que, ya en 1982, llegamos a un déficit fiscal de 17% del PIB.

Los bancos cerraron las llaves del crédito y ahí es un primer caso de una crisis fenomenal que el gobierno saliente le hereda al gobierno entrante.

Yo recuerdo muy bien, Jesús Silva Herzog fue con el presidente y le dijo, ya no puede pasar otra vez, no tenemos divisas.

¿Cómo se actuó?

Pues se decide, ir a Washington a visitar a los acreedores y pues es esencialmente declararnos en suspensión de pagos.

Lo digo ahí, en el libro. Chucho dice, reunido ante quinientos banqueros, “debo, no, niego, pago, no puedo”.

Entonces, México tiene el dudoso honor de detonar una crisis mundial de deuda.

Es un caso de una herencia fiscal terrible que tiene que asumir el presidente, el presidente de la Madrid.

¿Cómo le fue con eso a Miguel de la Madrid?

Todo el sexenio de De la Madrid es un sexenio de ajustes. Cuando hay que ajustar fiscalmente, hay que hacerlo rápido. La Unión Europea tardó mucho tiempo y fue un costo muy alto.

De la Madrid dijo, hay que ajustar.

Donde se ve una primera desventaja es en que no es suficiente el ajuste fiscal y hay que hacer reformas estructurales.

De la Madrid empieza con reformas estructurales, que son básicamente dos: abrir la venta, preparando el terreno, eventualmente, para una apertura, y una apertura comercial que acaba en el TLCAN. También fue muy importante reducir el tamaño del sector público.

Pero de la Madrid no pudo terminar su ajuste. Se le vino un terremoto; explota el precio del petróleo y luego se viene el crack bursátil de 1987.

Deja las cosas muy avanzadas, pero el presidente Salinas, ya entra de lleno en reformas o políticas de corte neoliberal y pues el gran do de pecho es el TLCAN.

Salinas, es un presidente que sabe de economía, pero le deja otra vez una herencia al presidente Zedillo, que es la llamada Crisis Tequila, que es una crisis bancaria, muy penosa, muy muy difícil, que le cuesta al país, pues 20% del PIB.

¿Cómo le fue al presidente Zedillo?

Zedillo también hace un ajuste, empieza con errores, pero ya con Guillermo Ortiz, secretario de Hacienda, toma medidas drásticas, pero eficaces, se hace el rescate bancario, y entonces Zedillo cierra muy bien.

Por primera vez, Zedillo cierra con una economía en crecimiento, al 6%. Para ello sirve el sistema bancario, saneado a un alto costo, pues se extranjerizó.

¿Cómo vio a los gobiernos panistas?

Bueno, luego viene un periodo de gobiernos panistas. Son gobiernos de estancamiento. No desarrollo estabilizador, sino estancamiento estabilizador.

La crisis de 2008 es de origen externo. El gobierno de Peña intenta dos reformas importantes, que son la energética y la educativa, pero deja una estela de corrupción tremenda, que le entrega, otra vez, en bandeja de plata a López Obrador.

En este libro usted hace una dura crítica al gobierno actual. ¿Qué pasó en este sexenio?

En el capítulo último, planteo que desembocamos en una crisis que es la crisis actual.

La crisis actual es distinta. Ahorita todavía no tenemos una crisis económica.

Tenemos una crisis de inseguridad, de Estado de derecho, de confianza, y una terrible destrucción de instituciones, incluyendo las políticas. Y la regresión militarista es un error tremendo.

¿Por qué piensa, que esta crisis podría ser más grave que las anteriores?

Yo sí creo que el presidente López Obrador le interesa mucho el legado histórico, pero su legado histórico va a ser muy negativo hacia él. Va a tener un juicio histórico adverso.

Le deja al siguiente gobierno una crisis fiscal en ciernes, y las crisis fiscales se traducen en crisis económicas mayúsculas.

Hay tres bombas de tiempo: una es la de pensiones, que son dos billones de pesos, de un presupuesto de nueve. Las pensiones llevan completito el IVA y más.

Luego tiene la bomba de Pemex, con una deuda mayúscula de 100,000 millones de dólares, igual que el gobierno federal y amortizaciones muy muy fuertes.

Y un servicio de la deuda de más de 3% del PIB con tasas de interés altas, que también se llevan todo el impuesto sobre la renta de las personas fiscales.

No tiene margen fiscal, ¿Qué va a ser? Desde luego agravado por tonterías como esta reforma de pensiones, que siempre es bien intencionada, pero no se puede hacer con saliva.

¿Ha servido la austeridad?

La austeridad franciscana ha afectado severamente la capacidad del Estado mexicano para operar y para gobernar.

El gobierno habla de que está en la cuarta transformación.

En mi último capítulo, empiezo por decir, ¡por favor, esta no es una cuarta transformación! Si acaso es una cuarta regresión, o un cuarto retroceso y un gran proceso de destrucción del país.

Es una burla histórica decir que esta transformación tan enclenque, tenga nada que ver con las otras tres transformaciones.

Básicamente, él da tres pilares. Un primer pilar es la lucha anticorrupción y toda la prensa está llena de excelentes ensayos de investigación en los que se está viendo un gobierno de corrupción.

Como aquí todo lo centraliza, pues, aquí está centralizando la corrupción en su familia directa, en los amigos de su familia directa y en amigos de él que les dio encargos como Segalmex, el caso de Ovalle.

El otro pilar es la austeridad franciscana que yo le llamo es un austericidio. Ha destruido todos los cuadros técnicos del país.

Y, finalmente, el punto más importante, primero los pobres. Ahí hay, desde luego, buenas intenciones. Hay dos cosas que han funcionado bien. Uno son la pensión de adultos mayores, yo creo que ese es un logro importante y la otra son los aumentos de salario mínimo.

¿Se están atendiendo primero a los pobres?

Los estudios de Coneval dicen que ha aumentado la pobreza extrema.

Una política de ataque a la pobreza no es dar transferencias, dádivas, casi limosnas.

Una política de ataque a la pobreza es dar a la gente los medios para salir de la pobreza. Y los medios para salir de la pobreza son, de manera muy importante, la educación, la salud y el empleo, pero son sectores que no tienen recursos.

Los organismos internacionales dicen que un país tiene que gastar al menos 6% del PIB en salud y educación. Estamos a la mitad de eso.

¿Tenemos una estrategia de desarrollo?

No tiene estrategia. Necesitamos una estrategia de desarrollo económico totalmente nueva y tiene que pasar primero por reconstruir lo destruido y luego a partir de la reconstrucción diseñar una nueva etapa de avance.

Debería de haber un pacto nacional con todos los actores económicos y sociales.

Tenemos que crecer mínimo 5% anual. Esta administración en promedio va a dar como 1% de crecimiento de todo el sexenio.

¿Cómo se logran esos niveles de crecimiento?

Pues hay que aumentar la inversión pública y privada. Hay que ir a niveles de 30%, duplicando la inversión pública, aumentando la inversión privada con un programa nacional de inversión pública y privada con proyectos bien evaluados y de manera fundamental, infraestructura.

Está el nearshoring. Pero el nearshoring, como dice, ah, pues es la solución mágica a todos estos problemas.

Requiere una política industrial, moderna, activa, agresiva, consensada con sector público y sector privado.

¿Y cómo se logra?

Pues a través de un sustento financiero. ¿Qué es eso? El sistema financiero mexicano está pasmado. La banca de desarrollo, yo la llamo la banca de subdesarrollo. Nafinsa es un fantasma, Bancomex es un fantasma, Banobras es un fantasma.

diego.badillo@eleconomista.mx

Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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