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Política

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En el choque entre AMLO y la prensa, quienes salen perdiendo son los ciudadanos: Raúl Cortés

Los desencuentros quedan en lo anecdótico, redundan en mayor polarización y el objetivo de informar no se cumple; eso le sirve al presidente para alimentar su discurso político, expone el académico Raúl Cortés.

Cuando los medios de comunicación y el poder se confrontan, quien sale perdiendo es el ciudadano, porque muchas veces los desencuentros terminan solo en hechos anecdóticos que redundan en mayor polarización y el objetivo de informar no se cumple, expone Raúl Cortés.

En entrevista con el autor del libro “El choque inevitable. Prensa, discurso y poder en el sexenio de López Obrador”, editado por Grijalbo, expone que al jefe del Ejecutivo mexicano le sirve confrontar a la prensa porque lo utiliza como combustible para seguir alimentando su discurso contra lo que llama el antiguo régimen.

En el libro, el experimentado periodista y académico describe, analiza y expone ideas y argumentos sobre la forma en que el presidente mexicano ha decidido entablar su relación con los medios de comunicación, las conferencias matutinas, el ambiente de posverdad en México y en el mundo, la publicidad oficial, las redes sociales en la forma en que se informan muchos mexicanos y los retos que enfrenta la prensa mexicana para cumplir su objetivo de informar y los resolver dilemas éticos que se le presentan.

—¿Qué explica que el presidente Andrés Manuel López Obrador tenga una actitud de confrontación con la prensa?

—La relación del presidente Andrés Manuel López Obrador y los medios de comunicación ha sido ríspida, no solo desde 2018, cuando llegó al poder, es algo que se veía venir. Si había tenido una relación difícil con los medios cuando era candidato, pues era predecible que fuera compleja cuando llegara a la presidencia.

—¿El presidente Tiene algún beneficio de esa actitud de confrontación?

—Bueno, es un fenómeno complejo, tiene varias aristas. Una de ellas es que los medios de comunicación también han sido muy críticos respecto de la labor del presidente López Obrador, desde siempre.

En el fondo, pues sí, al presidente le preocupa lo que se escribe en los medios, pero también lo utiliza como combustible para poder seguir alimentando su discurso contra el antiguo régimen, en el que él encuentra a los medios de comunicación.

No tengo tan claro que le preocupe tanto lo que sale en los medios, habida cuenta de que la forma de construcción de la opinión pública también ha cambiado. Los ciudadanos se informan a través de las redes sociales y, por desgracia, no necesariamente a través de los medios de comunicación.

Los medios de comunicación están en un momento en el que tienen que reivindicar su papel de intermediarios entre el poder y el ciudadano; de especialistas en procesar la información de las autoridades para que le llegue a la gente y que la gente la interprete y la sepa entender.

¿El presidente utiliza a las conferencias de prensa para informar o como instrumento de propaganda?

—Dedico un buen espacio en el libro a analizar ese experimento que son las conferencias mañaneras.

Lo que pasa es que la mañanera no es estrictamente una conferencia de prensa. La conferencia de prensa es un evento periodístico en el cual una autoridad se pone frente a unos reporteros y estos le hacen preguntas y la autoridad responde.

En la mañanera hay muchas cosas por las cuales no se da ese evento. El presidente suele hablar de diálogo circular. El presidente no tiene porqué dialogar en forma circular con los reporteros, porque él no está al mismo nivel que ellos.

Son circunloquios, peroratas de López Obrador, cada vez que le preguntan, en las cuales lo único que hace es atacar a sus adversarios y reforzar su discurso político.

Por otro lado, en el libro hago una radiografía de algunas de las personas que van a la mañanera y las llamo “las nuevas estrellas de la fuente presidencial” y entre ellas hay blogueros, youtubers, con ninguna trayectoria periodística.

—¿Los mexicanos han tenido algún beneficio de esta forma de comunicar y de esa confrontación entre el presidente y los medios de comunicación?

—Cuando los medios de comunicación y el poder se enfrentan de esa manera, el que más pierde, es el ciudadano, porque muchas veces todo queda en la anécdota de la confrontación entre la autoridad y el reportero.

Quien pierde es la sociedad porque solamente redunda en mayor polarización, aunque también es verdad, y ese es un mensaje para los medios nacionales e internacionales, lo que sucedió en Estados Unidos, durante una rueda de prensa del presidente Donald Trump, en la Casa Blanca, donde hubo algunos conatos de confrontación con algunos reporteros experimentados, por ejemplo, con Jim Acosta, de CNN, por ejemplo. De alguna forma, también a exponer al presidente republicano y a la larga eso le perjudicó en la elección de 2020, porque muchos que le votaron en 2016 descubrieron que era una persona más radical de lo que ellos pensaban. No sabemos lo que vaya a pasar en 2024, en México. Esa es la gran pregunta.

—Al principio del libro plantea ver las lecciones que ha dejado este “choque de trenes” entre la prensa y el presidente. ¿Cuáles son algunas de ellas?

—Más que lecciones, yo más bien termino el libro con unas conclusiones, que, más bien, son interrogantes, respecto a varias cosas. Por un lado, me pregunto si los medios de comunicación mexicanos hacen lo suficiente para proteger su imagen en términos de la ética periodística y qué deben hacer para recuperar el prestigio perdido, porque, en algunas ocasiones, en el pasado, ha quedado en evidencia sus vínculos con el poder económico y con el poder político.

También hay que preguntarse qué va a suceder. Qué va a pasar en México, teniendo en cuenta el pasado de López Obrador, que, en dos ocasiones, como oposición, denunció fraudes electorales. Qué va hacer, si hay un resultado en el que el candidato oficialista pierde frente a un candidato opositor y él denuncia un fraude, teniendo además, todo el poder que tiene desde el gobierno y pues también no hay que olvidar con todo el poder que le ha estado dando a las fuerzas armadas y qué van a hacer los medios al respecto.

diego.badillo@eleconomista.mx

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Periodista mexicano, originario de Amealco, Hidalgo. Editor del suplemento Los Políticos de El Economista. Estudié Sociología Política en la Universidad Autónoma Metropolitana. En tres ocasiones he ganado el Premio Nacional de Periodismo La Pluma de Plata que entrega el gobierno federal. También fui reconocido con el Premio Canadá a Voces que otorga la Comisión Canadiense de Turismo, así como otros que otorgan los gobiernos de Estados Unidos y Perú.

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