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Estancias infantiles y refugios para mujeres y menores: la desigualdad oculta
Para erradicar las desigualdades entre mujeres y hombres, es fundamental priorizar esta agenda desde el presupuesto; los recortes a programas de género tienen un impacto negativo en el mercado laboral y el desarrollo de las mujeres y niñas mexicanas.
El presupuesto que fue aprobado para el 2021 en materia de género continúa preocupando debido a que no está acotado exclusivamente para la erradicación de cualquier tipo de violencia contra mujeres y menores de edad, y, de hecho, ha sido castigado de manera importante.
Por un lado, el mayor bote de recursos que tiene la etiqueta de género es para programas que no son necesariamente de género, y en otro plano, algunos de los rubros que sistematizan la desigualdad entre hombres y mujeres han sido fuertemente castigados: las estancias infantiles gratuitas para mujeres trabajadoras y los refugios o centros de atención a víctimas de violencia.
En este sentido es importante resaltar la incidencia directa que tiene la situación del hogar en el desarrollo laboral de las mujeres. Si bien las desigualdades se producen de manera estructural en distintos ámbitos, es importante destacar que la sobrecarga de trabajo doméstico y cuidados a terceros es una de las barreras de igualdades más grandes para la participación laboral femenina. Por otro lado, los entornos de violencia doméstica también potencializan el rezago de las mujeres en el ámbito del trabajo y económico.
El estudio Las políticas y el cuidado, elaborado por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) analiza experiencias aplicadas desde la política pública en distintos países de la región latinoamericana que exponen cómo la intervención efectiva de los gobiernos puede catapultar el desarrollo de las mujeres y en general el dinamismo de las economías.
Bajo esta línea, las exigencias de la lucha feminista en México denuncian una forma de violencia y perpetuación de las desigualdades de género por parte de las autoridades. Aunque desde el 2012 la igualdad entre mujeres y hombres es, en la teoría, un eje de la política pública; la realidad es que los recursos efectivos que son inyectados a los programas más esenciales han sido limitados.
Las guarderías, las tareas domésticas y la brecha laboral
El cambio de estrategia en el sistema público de estancias infantiles efectuado en 2019 continúa impactando en la posibilidad de las mujeres de ingresar al mercado laboral o crecer en él y el golpe en la mayoría de las veces es definitivo y la brecha de estas mujeres con sus pares hombres o incluso con otras mujeres es imposible de cerrar.
A escala nacional operaban alrededor de 9,200 estancias infantiles gratuitas con una matrícula total de cerca de 315,000 niños y niñas de madres que trabajaban. Los recursos públicos con los que operaban, según aseguró el presidente Andrés Manuel López Obrador, sólo se transformaron. Actualmente son poco más de 220,000 beneficiarias que reciben entregas monetarias directas para compensar el cierre de estas guarderías.
Al corte de los primeros meses del 2021 es posible observar que, en conjunto con la pandemia y la crisis laboral, la transformación del esquema de estancias infantiles ha sido insuficiente para impactar de manera positiva en el desarrollo de las mujeres y adicionalmente ha vulnerado también el derecho de los menores al cuidado.
De acuerdo con la publicación La participación laboral de la mujer en México, elaborada por el Banco Mundial a principios del 2021, la razón principal por la que las mujeres dejan sus trabajos es por la ausencia de guarderías, la poca confiabilidad de estas o la falta de recursos para pagarlas. Según las cifras reportadas 4 de cada 10 mujeres que abandonó su trabajo poco calificado, lo hizo para cuidar a sus hijos; la situación para las mujeres altamente calificadas no es muy distinta: 3 de cada 10 que dejaron su empleo lo hicieron por esta razón.
La transformación de las guarderías se convirtió en una problemática incluso mayor cuando llegó la pandemia de Covid-19, debido a la suspensión de clases presenciales como medida sanitaria y la implementación del home office como esquema laboral. La ECOVID-ML elaborada oportunamente por el Inegi para medir el impacto de la pandemia en el mundo del trabajo mostró que más mujeres tenían la oportunidad de trabajar desde casa, pero al mismo tiempo enfrentaban jornadas mucho más largas que en sus esquemas presenciales y un incremento de las necesidades de tiempo domésticas y de cuidados a terceros.
Hoy, queda expuesta más que nunca la necesidad de crear, implementar y dotar efectivamente de recursos políticas enfocadas a garantizar a los niños y niñas en el país su derecho al cuidado, especial y adecuado, al mismo tiempo que todas las mujeres que son madres, especialmente las económicamente vulnerables, tengan acceso a guarderías gratuitas y sistemas integrales que les permitan desarrollarse en el ámbito laboral.
La violencia en casa, los refugios y la brecha laboral
Los incidentes de violencia y agresiones dentro de los hogares cobraron fuerza durante los meses de confinamiento más estricto a causa de la pandemia Covid-19 en México. Según los datos del SESNSP (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública) en el 2020 se reportaron 260,067 llamadas de emergencia al 911 y otras líneas de atención para reportar algún tipo de violencia en casa.
De acuerdo con la publicación La violencia de género, causa y consecuencia de la desigualdad publicada por el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo), las expresiones de violencia de género desde la emocional hasta la física y la sexual afectan el desarrollo individual y particular de las mujeres respecto de sus pares hombres. En todas las regiones de estudio en el mundo las mujeres sienten más inseguridad y enfrentan más obstáculos laborales sin importar los índices generales de incidencia delictiva de la región.
Esta situación deja expuesta la necesidad de crear mecanismos efectivos y ponerles dinero público para erradicar todas las expresiones de violencia contra mujeres y niñas, especialmente aquellas violencias explícitas.
Una de las principales demandas de las mujeres, los colectivos y las instituciones es el incremento de los recursos destinados a prevenir, atender, dar seguimiento y dar justicia a las víctimas de violencia doméstica. En México 7 de cada 10 mujeres ha enfrentado violencia de género y cerca de 40% de las agresiones las ha cometido la pareja de las víctimas, esta situación en términos absolutos implica que millones de mujeres en el país enfrentan violencia al interior de sus hogares y en muchos de estos casos no tienen redes de apoyo ni respaldo de terceros para salir de las viviendas en donde son violentadas.
La necesidad de dar recursos y extender la capacidad operativa de los refugios para víctimas de violencia doméstica es fundamental, especialmente en medio de una de las crisis de agresiones históricas contra mujeres y niñas. Los recortes presupuestales y abandono a estos mecanismos de protección han provocado no sólo que miles de mujeres deserten de sus escuelas o trabajos y que se perpetúe la desigualdad, también muchos de los incidentes de violencia en hogares han concluido en feminicidio.
Las políticas públicas y los programas con perspectiva de género son necesarios, pero sin recursos el impacto en la desigualdad y la erradicación de la violencia es casi nulo.