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Fascinación por la fuerza pública
Durante el sexenio del presidente Felipe Calderón, se arrojó cínicamente la cifra de muertos por la lucha contra el crimen organizado como daños colaterales , reclaman integrantes del movimiento #YoSoy132.
Durante el sexenio del presidente Felipe Calderón, se arrojó cínicamente la cifra de muertos por la lucha contra el crimen organizado como daños colaterales , reclaman integrantes del movimiento #YoSoy132.
Así lo dijo Silvia Colmenero, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la mesa Seguridad Nacional y Militarización del Contrainforme, y abundó que el término no fue una ocurrencia, pues se aplica desde la técnica militarista usada en el país, que ha dejado un saldo muy alto de asesinatos y violaciones a los derechos humanos.
El analista político y académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Carlos Fazio, expuso que a partir del 2007, el gobierno pasó por un proceso acelerado de militarización en el país, lo que demostró una fascinación del Mandatario por el uso de la fuerza pública.
Argumentó que es una política que usa la subordinación a través del miedo hacia una institucionalización del Estado mafioso.
Calderón convirtió al país en una carnicería , expuso el catedrático. La guerra del Presidente, opinó, es característica de los estados en descomposición.
El especialista en estudios de paz e integrante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, Pietro Ameglio, destacó que dos tercios de la población votó para que la guerra contra el crimen organizado continúe. La desobediencia civil, dijo, tiene un obstáculo fundamental que enfrentar: la ley. Si uno está construido sobre la sacralidad de la ley, no puede luchar al margen o al paralelo. Y no se puede luchar en la no cooperación de la ley sin una reflexión sobre la legalidad .
Dijo que antes de la legalidad viene la legitimidad, y no es fácil para la mayoría. Y no se trata de acciones aisladas de pocos grupos, porque ésas caen en la espiral de violencia y provocación, y refuerzan el poder y la represión .
ana.langner@eleconomista.mx