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Pancho Villa, de caudillo de la Revolución a santo de narcos
En Tamaulipas, Nuevo León y Durango hay capillas dedicadas al Centauro del Norte, cuyo culto transciende fronteras. Se dice que una de las fotografías favoritas del capo colombiano Pablo Escobar era donde aparecía disfrazado del general Villa.
Francisco 'Pancho' Villa, uno de los más carismáticos caudillos de la Revolución mexicana que este sábado cumple 100 años, sigue generando un sinfín de leyendas y se ha convertido en una imagen cautivante para narcotraficantes, que se tatúan su imagen cerca del corazón.
"Es muy común que se lo tatúen los narcotraficantes, sobre todo los del norte" de México, dice Guadalupe Villa, nieta del 'Centauro del norte', como se le conocía en los años de la revuelta, entrevistada por la AFP.
El comandante de la División del Norte durante la Revolución mexicana conquistó en 1913 Ciudad Juárez, hoy la ciudad más violenta de México debido al narcotráfico.
"El tatuaje es como un símbolo de protección. En algunas de las capillas creadas para adorar a Villa está también la imagen de Malverde", el santo más reconocido por los narcotraficantes mexicanos, dice Guadalupe Villa frente a una vitrina que exhibe oraciones y veladoras con su imagen.
Los objetos forman parte de una exposición que se inauguró esta semana en el centro histórico de la capital mexicana y que recorre las diferentes etapas que ha atravesado la imagen de Villa y la de Emiliano Zapata, el otro gran caudillo revolucionario, cuya figura también se ha convertido casi en una marca.
Las capillas de Villa se encuentran en Tamaulipas, Nuevo León y Durango, estados del norte de México, donde ocurren la mayoría de los sangrientos enfrentamientos entre narcotraficantes y de éstos con las fuerzas armadas, con un saldo de más de 28.000 muertos en los últimos cuatro años.
En esos choques participan narcotraficantes que no sólo portan la imagen tatuada de Villa: algunos también usan pistolas chapadas en oro con su nombre tallado. Una de estas pistola destaca en un museo de la secretaría de la Defensa que exhibe los artículos decomisados a los narcotraficantes.
Villa habita en el imaginario de los mexicanos como el valiente bandolero que desafiaba el peligro para hacer justicia, y es probable que con esa característica se identifiquen los narcotraficantes, dice su nieta, que publicará junto a su hermana un libro dedicado a la imagen del caudillo del norte, de la cual está convencida que él mismo se diseñó.
"Mi historia habrá de contarse de varias formas y mi nombre servirá para darle de comer a muchas personas", recuerda la nieta que dijo alguna vez Villa, que abandonó su verdadero nombre -Doroteo Arango- a los 16 años al huir a la sierra después de defender a su hermana de la agresión de un hacendado.
En esa época comenzaron las leyendas de Pancho Villa, que además también es recordado como ejemplo de nacionalismo mexicano después de atacar el pueblo estadounidense de Columbus, Nuevo México, en 1915.
Durante su fuga en la sierra, dicen esas historias, se convirtió en bandolero. Su nieta afirma que en realidad llevó a cabo muchas actividades que contribuyeron a las confusiones que hay alrededor de su vida.
Luego se unió al movimiento revolucionario, donde se habría convertido en uno de los rebeldes más violentos y mujeriegos, un sello distintivo también de los narcotraficantes.
"Eso no es leyenda. Tenemos registro de que al menos tuvo 24 hijos con 22 esposas", dice divertida su nieta mostrando una fotografía de Villa ya retirado con una docena de sus hijos, entre ellos su propio padre.
El culto a Villa entre narcotraficantes también ha atravesado las fronteras mexicanas. Se dice que una de las fotografías favoritas del capo colombiano Pablo Escobar era una donde aparece disfrazado del 'Centauro del norte'.
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