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Política

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"Destruir el legado de más de un siglo es tan fácil que resulta sorprendente que no hubiera ocurrido antes": González Alcántara Carrancá

Durante la sesión solemne de apertura del primer periodo se sesiones del pleno de la SCJN, el ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá rindió el informe de la Comisión de Receso del segundo período de sesiones de 2024.

Ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá.

Ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá.Archivo / Rosario Servin

El ministro Juan Luis González Alcántara Carrancá hizo una analogía del fenómeno de las "lágrimas holandesas", que son figuras de vidrio caracterizadas por ser muy resistentes, con el legado de la Constitución de 1917 tras la reforma constitucional del Poder Judicial que establece la elección de juzgadores por los ciudadanos.

“Sobrevivió no solamente por el feliz accidente que le dio una robustez sin precedentes, sino por la voluntad de encararla de frente, de respetar las peculiaridades que su propia estructura dictaba, pero esa voluntad parece haber flaqueado. Como las ‘lágrimas holandesas’, destruir el legado de más de un siglo es tan fácil que resulta sorprendente que no hubiera ocurrido antes. Ante la incapacidad de abordarla de frente, de jugar con las reglas establecidas, tan sólo resulta necesario ejercer un poco de presión en la parte más frágil para dinamitar toda la estructura. Y en este punto no hay marcha atrás".

Durante la sesión solemne de apertura del primer periodo se sesiones del pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), cuya declaratoria fue realizada por Norma Piña Hernández, presidenta del Poder Judicial de la Federación (PJF), González Alcántara Carrancá rindió el informe de la Comisión de Receso del segundo período de sesiones de 2024, que integró con Margarita Ríos Farjat, ocasión que aprovechó para referirse a la reforma al Poder Judicial promovida por el expresidente Andrés Manuel López Obrador, vigente desde el pasado 16 de septiembre.

Afirmó que no añadiría un pronóstico más respecto de la reforma al Poder Judicial, que sería “otra especulación más dentro de las tantas que leemos día a día", sino “simplemente compartir una analogía en la que muy a menudo pienso y en la que encuentro un símil fascinante".

Comentó que en “el campo de la física, me encanta el fenómeno de las llamadas ‘gotas del príncipe Rupert’, también conocidas como las ‘lágrimas holandesas’... una estructura formada al soltar una gota de vidrio derretido en agua fría… El estrés residual de su estructura permite al cuerpo de la gota, por su parte más gruesa, soportar fuerzas descomunales… pero basta ejercer una presión mínima en su punto más delgado para que la gota se desintegre por completo en una explosión de pequeñas partículas cristalinas".

La Constitución de 1917 fue capaz de soportar golpes, pesos y presiones imposibles de imaginar o de predecir, relató, y que permaneció “oculta bajo toneladas de reformas, de estructuras paralelas de poder y de pragmatismo político y sin escrúpulos, pero cuando fue el momento de consolidar, décadas después de su promulgación, una verdadera transición democrática, seguía ahí, incólume en su estructura central y en su modelo de nación, que nos permitió, casi un siglo después, comenzar a hacer realidad muchas de las promesas que los Constituyentes de Querétaro habían hecho aquél 5 de febrero".

Todo eso fue posible, concluyó, “porque existía un consenso, un consenso sobre las reglas del juego y un compromiso a jugar con base en ellas".

rolando.ramos@eleconomista.mx

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