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Tecnología

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Internet de las cosas, entre la revolución y el Gran Hermano

La industria de las tecnologías de la información coincide en que en los próximos cinco años habrá una revolución global.

Sao Paulo.- En el 2020, en el mundo existirán 50,000 millones de objetos conectados a la red, de acuerdo con Ericsson. Esta cifra actualmente significaría que cada habitante del planeta tuviera, en promedio, siete dispositivos conectados.

Además de dispositivos como smartphones, tabletas o computadoras personales, también habrá electrodomésticos carros, prendas de vestir, dispositivos médicos, sensores que se comuniquen entre sí. La industria de las tecnologías de la información coincide en que en los próximos cinco años habrá una revolución global.

Los debates sobre el futuro conectado comienzan a tomar fuerza. Las empresas de tecnología y telecomunicaciones ya analizan cómo pueden monetizar la conectividad de banda ancha en un mundo conectado y el desarrollo de nuevos servicios, así como los desafíos para el despliegue de infraestructura y la necesidad de mayor espectro radioeléctrico para soportar un mundo hiperconectado.

Las autoridades también reconocen el potencial económico y social de crecer la conectividad para reducir la brecha digital, llevar servicios financieros y bancarios a comunidades remotas a través de los móviles o mejorar la calidad de vida en los ambientes urbanos a través del desarrollo de ciudades inteligentes.

Pero un punto en común entre las autoridades reguladoras internacionales se hace evidente: cómo preservar la privacidad de los ciudadanos en un escenario donde prácticamente estará rodeado de sensores que miden sus signos vitales, sus acciones y registran sus comportamientos, sin sacrificar el potencial benéfico que promete el Internet de las cosas.

Primera advertencia

Durante el encuentro de telecomunicaciones y tecnología Futurecom 2014, la operadora móvil Telefónica, desarrolló un dispositivo que se conecta a la computadora de los automóviles para hacerlos smart, con una conexión de banda ancha móvil. A través de una aplicación, el usuario recibe alertas sobre la ubicación de su auto, sobre el consumo de gasolina e incluso realiza un escaneo e informa si existe alguna falla en el vehículo. Los datos también pueden ser compartidos a los contactos registrados.

La visión de Telefónica es que este tipo de desarrollos deben desarrollarse en plataformas abiertas para impulsar el desarrollo de soluciones digitales y sacar mayor provecho de la información a través de la analítica de datos (big data).

"Es un ecosistema desarrollarse en conjunto. Tenemos la obligación de suministrar los datos en plataformas abiertas que permiten a programadores para construir. Con una plataforma abierta se pueden desarrollar aplicaciones que nosotros como empresa no logramos imaginar", dijo Roberto Piazza, director de Negocios Digitales de Vivo, marca de la operadora móvil de Telefónica en Brasil.

Datos recopilados por Qualcomm de diversas firmas de análisis apuntan a que en el 2017, más del 60% de los autos vendidos a nivel global tendrán conectividad móvil.

Pero este tipo de soluciones abre la posibilidad de monetizar la información en tiempo real de los usuarios a otras verticales como el sector asegurador, lo que puede ser contraproducente.

Fátima Barros, presidenta de la Autoridad Nacional de Comunicaciones de Portugal (Anacom), advirtió que el uso y análisis de esta información podría asumir comportamientos de riesgo de los conductores, elevando el costo de las pólizas de seguro y desincentivar la adquisición de estos productos.

Aunque percibe casos más severos. La monetización y el análisis de esta información con la información recolectada en el sector bancario puede generar conductas de seguimiento ciudadano, creación de perfiles a partir de información que predigan comportamientos no necesariamente acertados y propiciar desde dificultades de acceso al crédito hasta, en el peor de los casos, una conducta criminal de algún ciudadano.

"El verdadero lado negro es la producción de esta información que ha permitido hacer análisis que tienden a ser previsiones para el futuro, que van a indicar, por ejemplo, informaciones de por su origen geográfico y étnico, una persona tiene posibilidad ser más criminal que otra; o que tenga más posibilidad de no cumplir con sus responsabilidades financieras, y cuando pida un crédito a un banco, se le niegue porque tenga mayor posibilidad de impago. Esto puede llegar a generar comportamientos preocupantes de discriminación", advirtió la líder del órgano regulador luso de la industria de telecomunicaciones.

Las autoridades aseguran que ya trabajan en legislaciones para proteger el derecho a la privacidad de los ciudadanos, pero se enfrentan a un dilema: crear una legislación equilibrada, que no sea demasiado laxa o demasiado restrictiva que derive en un freno a esta revolución.

"Se tiene que intervenir lo menos posible para estimular y poner los instrumentos necesarios para ese mercado. Hay preocupación con los datos y la privacidad, que puede ser obstáculo para el desarrollo del mercado, por lo que es fundamental que sea bien conducido. Si ya se está discutiendo, se seguirá con una discusión amplia para dar seguridad en cómo la iniciativa privada puede trabajar con esos datos que se van a obtener a partir de ese nuevo mercado", reconoció Rodrigo Zerbone, consejero de la Agencia Nacional de Telecomunicaciones de Brasil (Anatel).

Estándares e infraestructura confiable

Entre las cifras que cita Qualcomm también proyectan que uno de cada cinco automóviles vendidos en 2018 estarán equipados con sensores capaces de percibir lo que sucede a su alrededor, como el cálculo de distancias, detección de obstáculos e incluso comunicación entre vehículos. Esto hace pensar en escenarios como una incipiente existencia de carros autónomos, que no necesitan conductor, transitando por las calles.

Pero llegar a este escenario requerirá resolver varios desafíos, incluyendo la creación de un estándar universal de comunicación para que los objetos equipados con sensores puedan, efectivamente, comunicarse entre ellos sin importar el desarrollador de la tecnología.

"No se puede trabajar solos, hay que trabajar en conjunto. Cualquier sensor de un coche tiene que hablar con mi sensor y mi teléfono móvil no importa si es Intel, Google, Apple pero todos tenemos que unirnos a un grupo único y tener un grupo único", dijo Antonio Augusto Firmato, presidente de Alcatel-Lucent en Brasil.

El desarrollo de una infraestructura confiable que garantice la cobertura y calidad de la conectividad en condiciones críticas -como la acción de un carro autónomo de frenar ante el paso de un peatón o un obstáculo- es otro desafío a vencer, consideró Rafael Steinhauser, vicepresidente sénior y presidente de Qualcomm Latinoamérica.

"Un sistema de monitoreo critico necesita confiabilidad absoluta. Se está preparando y estamos pensando ya incluso con redes 5G que hoy se habla de velocidades de 300Mbps pero más que la velocidad, es que el usuario tenga la confiabilidad y el dispositivo tenga capacidades de cómputo", afirmó.

Pese a los retos, los actores de la industria ya vislumbran el impacto que el llamado Internet de las cosas puede tener en distintas industrias a nivel global. Y si bien la vertical automotriz y sector salud son las más sonadas, su potencial abarca desde el sector económico primario hasta el terciario.

julio.sanchez@eleconomista.mx

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