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La evolución de la política científica de los últimos 35 años en una sola publicación
“Aunque identificamos claramente que el Conacyt ha sido el generador de la política científica, no hemos visualizado cómo ha ido evolucionando y tampoco tenemos claridad sobre cuáles son sus fundamentos y alcances”, comparte la doctora Brenda Valderrama, autora de la publicación.
Revisar la evolución de la política científica de los últimos 35 años, periodo en el que México hizo un cambio de fondo en su política de desarrollo, con un estilo oscilante y con frecuentes cambios en los programas, parece un reto difícil de lograr; sin embargo, la doctora Brenda Valderrama Blanco lo hace a través de la publicación "360 grados, Una visión panorámica de la política científica en México 1985-2019".
En entrevista para El Economista, la investigadora del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, explica que el ejercicio de 360 grados era algo que quería hacer desde hace tiempo, “tengo la percepción de que existe poco conocimiento dentro de la comunidad científica, pero también de la administración pública acerca de los caminos que ha seguido la política científica nacional”.
Para la autora la principal virtud del libro, más que crear una opinión, porque no pretende ser un documento ideológico, es lograr un compendio, un documento de consulta para que el investigador y cualquier persona interesada, tenga esta información a la mano. “Se trata de un trabajo intenso de un par de años de compilación de datos dispersos, incompletos y fragmentados que se logran consolidar en un mismo espacio”.
¿Qué identificamos en la política científica nacional?
A propósito de la publicación, la también ex presidenta de la Academia de Ciencias de Morelos (ACMor) comenta algunos hechos de la política científica que han marcado el rumbo en el país.
“Tomar como punto de partida 1985 tiene que ver con la creación de la primera Ley productiva para el tema científico. Conacyt ya tenía 15 años constituido sin embargo se había generado una dinámica donde era básicamente una agencia de becas, no es hasta 1985 con la creación del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) que realmente se orienta al impulso de la investigación científica”. Con ello empiezan a establecerse los lineamientos de lo que sería y es nuestra política científica.
Dijo que el pilar de todo el sistema de ciencias desde entonces se había basado en una palabra “Calidad”, como ejemplo, el objetivo del SNI ha sido la calidad de la investigación, junto con la productividad y federalización, entre otros términos. “a partir del SNI se rediseña el sistema nacional de becas y se generan otros programas de financiamiento que a partir del 2003, ya se formalizan”.
Así Conacyt recibe un presupuesto, se vuelve una entidad responsable del ejercicio del presupuesto, posteriormente se crea el Consejo General de Ciencia y Tecnología que preside el presidente y que eso ya eleva el rango de la política científica a política de Estado. “Es cuando realmente toma consistencia la política científica nacional”.
A partir de ahí, Valderrama Blanco hace el análisis de cómo ha ido evolucionando la política, las leyes, los reglamentos, los programas, el presupuesto, y retoma al final un poco de los resultados.
Reflexiones sobre la política científica nacional
La doctora en investigación biomédica deja anotaciones para el debate: “Hay un tema que subyace la investigación científica en México, y es pensar que la investigación científica es un subproducto de la educación superior. Esta visión incluso es de origen, tal vez desde el Artículo 3° de la Constitución. Es un pecado original, lo que hace muy difícil desvincular la investigación de la educación superior en México, tanto conceptual, como presupuestariamente”.
Dijo que al final lo que vemos es que los grandes beneficios de la inversión en ciencia y tecnología se ven en las instituciones de educación superior, donde los indicadores internacionales de las universidades y de las investigaciones sujetas a estas instituciones son realmente sobresalientes, pero que no logran impactar al sector productivo.
El libro también documenta los esfuerzos por abordar el problema de la innovación y su vinculación con el sector productivo. “Básicamente son dos, el Programa de Estímulos a la Innovación y los Estímulos Fiscales a la Investigación en Grandes Empresas, sin embargo estos dos proyectos también tienen la visión de que el origen del conocimiento son las universidades y lo que buscan es fortalecer la relación academia empresa”.
Desde el punto de vista de la también miembro del SNI, “La falla garrafal se comete en 1999, un error importante que no se ha resuelto. La Ley de 1985, así como trae un apartado de política científica, trae un apartado de política tecnológica, en esos tiempos ambas estaban vinculadas, un momento en el que se buscaba la asimilación de tecnología y cómo aprender, copiar, o asimilar el conocimiento en la industria nacional”.
En 1999 la Ley se modifica y se vuelve extremadamente académica, de investigadores para investigadores, incluso el Conacyt se sectoriza en ese periodo y desaparece la política tecnológica. “Desde entonces no hemos vuelto a tener una política tecnológica en México”.
Concluye que entonces tenemos por un lado, una política económica, algo que podría ser una política industrial y del otro lado, una política científica, que desde 1985 hasta el año pasado estaba basada en la calidad, “pero no hay un puente, este tendría que ser la política tecnológica”.
Sobre el concepto de calidad, que hasta hace muy poco regía a la comunidad, la investigadora hace notar que ahora se da prioridad a la soberanía, “en este marco se habla de un concepto ideológico que no permite la operatividad”. Agrega que si bien es cierto que probablemente se requerían ajustes para otorgar calificaciones con índices y criterios, esto permitía medir calidad, pero con el término soberanía, ¿cómo saber qué investigación es más o menos soberana?
“Esto podría provocar un deterioro en la productividad científica, porque se quita el incentivo maestro además de la calidad. Además se quitó la brújula para los más jóvenes de qué hacer con su carrera y cómo publicar, ahora no está claro”.
La doctora Valderrama concluye con una predicción para el futuro cercano “(probablemente) por primera vez en la historia se va a reducir el número de investigadores del SNI, eso va a ser un golpe muy duro para la comunidad”.
Recordó también que en breve se tendrá que presentar una nueva Ley de Ciencia y Tecnología que tendrá que ser discutida en el Congreso. De base existen tres documentos distintos, uno que fue sometido ante el Pleno y que abandera el senador José Alberto Galarza Villaseñor desde abril del 2021, y en el que participaron muchas instituciones; por otro lado, el Conacyt y su directora encabezan otro documento y legisladores uno más. Estos deberán entrar a la discusión para converger y salvaguardar una serie de conceptos como la libertad académica.