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Fonatur, un Frankenstein
Fonatur llegó a ser la gran área de desarrollos turísticos tan exitosos como lo es Cancún, y hoy es un Frankenstein que no se entiende.
Como parte de Banxico a finales de los años 60 bajo la tutela de Ernesto Fernández Hurtado, fue el gran apartado que pasaría a manos de la Secretaría de Turismo, entonces bajo la tutela de Antonio Enríquez Savignac y después a ser independiente como Fondo Nacional de Fomento al Turismo.
Grandes centros integralmente planeados que no sólo trajeron riqueza al país sino a dichos destinos que figuraban en el mapa como sólo una playa. Lugares a los que le apostaron tanto el Banco Interamericano de Desarrollo como el Banco Mundial.
Hoy, en pleno 2022, cuando se conoce la mecánica, la fortaleza y debilidades de este fideicomiso bajo la tutela de Safin, en lugar de reforzar y retomar sus orígenes para que, por fin, sea el turismo el pilar de la economía, simplemente se limita a dejarlo como un ente extraño que ya no opera nada relacionado con desarrollos turísticos.
Muchos dirán que está al mando del Tren Maya. Mi respuesta es que ni está atendiendo su razón de ser ni va por buen camino, pero tampoco va en vías de desaparecer, aunque sí es un fideicomiso alejado de ser lo que un día fue.
Vamos por partes. Fonatur es un fideicomiso de Safin, que encabeza Luis Antonio Ramírez, pero creado por la Ley Federal de Turismo, de ahí que, para desaparecer, si esa fuera la intención, tendría que hacerlo el Congreso en un proceso muy complicado porque implicaría la liquidación de sus activos y pasivos, los cuales, hoy día, son cuantiosos porque no sólo se trata de Fonatur, también de sus filiales.
Sin embargo, Fonatur está lejos de cumplir su función de nacimiento, y la polvareda al interior está más que alta. Tiene un problema de estructura, sus tres filiales creadas como sociedades anónimas: la constructora, la operadora y la operadora portuaria, que tenían actividades muy definidas, cambian su estructura y nombre.
Ahora se llaman Fonatur, Constructora de infraestructura y Tren Maya. Las dos primeras funcionan para lo mismo, y la tercera sólo cuenta con una línea que dice que puede operar tren.
No obstante, Fonatur sólo opera para desarrollar el Tren Maya, que en un inicio costaría 65 mil millones de pesos, pero en la actualidad van 72 mil millones. De 203 mil millones de pesos en los que hoy está valuada dicha obra.
Como si fuera poco, el año pasado, ya a finales de diciembre, Fonatur crea una nueva subsidiaria llamada Fonatur Solar. Aunque ésta no aparece en el manual, es una realidad y el objetivo de esta filial, para Rogelio Jiménez Pons, era administrar granjas de paneles solares para mover el ferrocarril.
El producto de esa electricidad iba a ser para obras sociales, no para dar por dar, como se hace con los programas sociales, decía el entonces director de Fonatur, “sino para enseñarles a pescar”.
Motivo por el cual, se dice, provocó su salida, al tomarse como un desafió y critica a los programas sociales de la actual administración.
Empero, las granjas de energías limpias deberían ser operadas por la CFE, que dirige Manuel Bartlett que se ha caracterizado por ser antienergías limpias. Además de que esos recursos no se hubiesen podido ni se podrán etiquetar como para uso social.
En fin, parece que no tiene ni pies ni cabeza el hoy Fonatur. En tanto, las secretarías de turismo regionales van desapareciendo. O cómo explicar que en Edomex no hay secretaría y sólo existe un área de turismo supeditada a la Secretaría de Cultura. Así, la que podía ser una de las dos principales fuentes de divisas y que hoy queda rezagada, el turismo.