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¿Cómo cubrieron y resintieron la pandemia de Covid-19, los periodistas en México?

La Universidad Iberoamericana realizó un programa de especialización periodística para futuras crisis sanitarias, al tiempo que analizó las carencias en la cobertura de la pandemia.

Foto: Cortesía Ibero

La falta de especialización y rigor periodístico en materia de salud es, en parte, la responsable de la desinformación en torno a la pandemia por Covid-19. Corregirla es una deuda que tienen los medios de información para con sus lectores, sostiene una investigación de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México dada a conocer el pasado martes.

El proyecto “Comunicando el riesgo en situaciones de crisis (Covid-19): programa de diagnóstico y capacitación a periodistas en materias de salud pública y ciencia”, propició la especialización periodística en los rubros de comprensión estadística, coberturas de crisis sanitarias y técnicas de corroboración de datos, documentación e investigación

El reporte final de una encuesta aplicada a periodistas, una de las cinco partes de este proyecto investigación, desarrollado por la División de Investigación y Posgrado de la IBERO, se publicó en Global Media Journal, revista académica conjunta del Departamento de Psicología y Comunicación de Texas A&M International University, en Laredo, Texas, Estados Unidos; y la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Nuevo León, con el título “Periodismo y Crisis Sanitarias. Cómo los periodistas en México cubrieron y resintieron la pandemia por Covid-19”.

Las otras partes del proyecto se conforman de cinco webinars con 3 talleres cada uno para 70 periodistas de diez estados; cinco conversatorios con once invitados y ocho episodios de podcast.

Las consecuencias del alarmismo

De acuerdo con la doctora Mireya Márquez Ramírez, responsable técnica del proyecto “Capacitación en periodismo de salud y emergencias sanitarias” (CAPSES), desde que comenzó la pandemia, notaron que las y los periodistas que cubrieron las conferencias informativas del subsecretario Hugo López-Gatell mostraban muchas dificultades para comprender el modelo epidemiológico Centinela, que el gobierno federal eligió para prevenir la pandemia. Es así que surgió la inquietud de capacitarlos para que los medios ofrecieran información responsable y evitaran las alarmas. "En otros países se ha demostrado que cuando las coberturas son alarmistas, la gente sobresatura los servicios de salud y suben los niveles de estrés", comenta Márquez.

En México, afirma, tendió a prevalecer la desinformación y la confusión—en parte porque las autoridades sanitarias no dieron un mensaje unificado, pero también porque los mensajes de los medios tenían grandes vacíos que generaban incertidumbre. "La incertidumbre científica no es mala", aclara Márquez Ramírez, "pero observamos que, en los primeros días de la cobertura, la pandemia se leía a la luz de la grilla política. Se superó pronto la etapa de las medidas sanitarias y se volvió una guerra de cifras". Es decir, como en buena parte del mundo, la pandemia se volvió contenciosa, con la agravante de tener un periodismo poco o mal capacitado, creando un ciclo de conflicto que se nutría –y sigue nutriendo– a sí mismo.

Mireya Márquez y su equipo decidieron crear un programa que atendiera esta crisis de profesionalización. Se propusieron cuatro objetivos: diagnosticar el problema, atender las necesidades de capacitación, intervenir y acompañar y, finalmente, diseñar materiales didácticos multimedia, autogestivos y replicables para futuras contingencias donde la salud y la ciencia jueguen un papel fundamental.

El periodismo sin oxígeno

Para la realización del diagnóstico, CAPSES llevó a cabo una encuesta nacional inédita en su tipo, donde participaron 472 periodistas de las 32 entidades del país, con una gran pluralidad de perfiles –diversos tipos de medio, estatus laboral, género, nivel de especialización – que permitió entender mejor cómo el gremio periodístico cubrió la pandemia, pero también cómo la vivió y se vio afectada por ella.

Sobre la encuesta, Mireya Márquez resalta como el dato más notorio que, hasta diciembre de 2020, uno de cada tres periodistas se había infectado de Covid. "Recordemos que los periodistas se dividen en los de campo y de redacción, por lo que prácticamente todos los de campo estuvieron expuestos al contagio, si no es que se contagiaron. Esto se explica porque un 45.3% se tuvo que desplazar presencialmente a su lugar de trabajo, y el 34.1% realizó su trabajo en lugares sin protocolos o de alto riesgo de contagio. Un ejemplo visible: las conferencias del Dr. Hugo López-Gatell se llevaron a cabo en un lugar cerrado, sin que el funcionario mismo utilizara cubrebocas”, refiere la investigadora

De los periodistas entrevistados, 50.2% respondió que su medio no tenía protocolos para cubrir emergencias sanitarias. La pregunta, admite Márquez, debió ser más específica, pues no aclara si los protocolos existentes eran de rotación, de capacitación o si incluían equipo de seguridad. La doctora cree que dichos protocolos fueron insuficientes, sobre todo si se considera que 40% de los encuestados dijo tener familiares que fallecieron por el nuevo coronavirus, o enfermaron de gravedad. Incluso se reportaron casos de gente contagiada que acudió a trabajar.

Aunado a esto, la encuesta halló que la carga aumentó para siete de cada diez periodistas, quienes enfrentaron más dificultades logísticas para desempeñarse y un deterioro en las condiciones laborales en forma de recortes salariales o de prestaciones. Casi 20% de los encuestados perdieron su empleo durante la pandemia. "El panorama no es nada halagüeño", señala Mireya Márquez. "Los ejecutivos de los medios no miden que la función social del periodismo requiere rigor y calidad, para lo cual son necesarias ciertas condiciones materiales, humanas y económicas mínimas". La precariedad que de por sí caracteriza al gremio se profundizó, derivando en angustia, cansancio, estrés y preocupación por su situación económica o laboral, apunta.

La labor periodística, entonces, sufre triplemente: por su naturaleza urgente, por la pandemia y por las precariedades. Estos resultados diagnósticos dotaron de insumos a las fases ulteriores del proyecto, pues el diagnóstico colocó al equipo de CAPSES en un lugar más empático y solidario con el gremio. "Para poder informar con rigor, hay que cuidarse primero", en palabras de la doctora Márquez.

También aprende quien enseña

La segunda fase de intervención consistió en una serie de webinars y conversatorios que beneficiaron a 72 periodistas, repartidos en 10 estados, a su vez organizados regionalmente en Quintana Roo y Yucatán; Puebla y Veracruz; Tabasco y Campeche; Oaxaca y Chiapas; e Hidalgo y Tlaxcala. Dichas capacitaciones y conversatorios a distancia contaron con la colaboración de expertos en los temas a tratar, como Tania Valbuena, de la Asociación Colombiana de Periodismo Científico, Chani Guyot, del proyecto argentino Red/acción, Gustavo Faleiros, periodista brasileño especialista en geoperiodismo, Pablo Correa, editor de Salud y Ciencia en El Espectador y destacados periodistas científicos mexicanos como Rodrigo Pérez, Iván Carillo, Daniela Mendoza, Ginarely Valencia y la asesora de CAPSES, Aleida rueda, presidenta de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Entre los talleristas encontramos a Mario Campa, de la Universidad de Columbia, quien impartió talleres sobre interpretación de estadísticas sobre covid o el experto en verificación de datos Luis Roberto Castrillón.

Los conversatorios  fueron de gran utilidad para que el equipo de CAPSES descentralizara su propia mirada "chilangocentrista", explica Márquez Ramírez. Notaron, por ejemplo, que la preocupación en Tabasco y Campeche no estaba enfocada únicamente en la pandemia sino también en las secuelas de las inundaciones de noviembre del 2020. Es decir, en otras emergencias sanitarias y situaciones de riesgo. "No hay una pandemia, sino 32 distintas", dice la investigadora.

Finalmente, el equipo lanzó al aire el podcast llamado La clínica, con la colaboración de Ibero 90.9. Conducido por Lucano Romero Cárcamo, comunicador de salud y tallerista de CAPSES, el podcast consta de ocho episodios que se pueden escuchar de forma gratuita en esta liga y que cubren diversos temas como el enfoque humano de las tragedias, la ética en el periodismo de salud, la verificación de datos, la salud mental de los periodistas y otros. 

Cadena de conocimiento

El éxito de CAPSES deja una moraleja muy clara: para tender puentes entre la academia y el periodismo, es necesaria una mirada empática y solidaria que no les niegue agencia a los actores. Las actividades que propician la autocrítica, incluso la catarsis, tienen mejores resultados que aquellas "regañonas", como las califica Márquez, quien resalta cómo la relación cálida que Lucano Romero entabló con los asistentes devino en una mayor confianza y apertura.

"Los periodistas no siempre tienen el tiempo de reflexionar sobre su labor", explica Mireya. "Tienen que cumplir con la nota diaria. Nuestros webinars fueron un espacio para reconocerse como sujetos que fueron arrastrados por la propia ola de la pandemia". Preguntas sensatas como ¿debe el periodista dar credibilidad a los videos y denuncias ciudadanas? o ¿deben difundir imágenes de gente llorando o gritando?, sólo pueden ser contestadas a partir de la reflexión de las y los participantes, sin imposiciones. “Ojalá los medios sepan ver esto algún día. Un país como México tan azotado por el virus merece mejor información”, expresa la doctora Márquez. 

El reporte final puede leerse aquí.

(Con información de la IBERO)

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