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Diccionario de mexicanismos: lo que sólo es nuestro y aquello que exportamos

Este amplio documento desarrollado durante una década por la Comisión de Lexicografía, señala Gonzalo Celorio, presidente de la Academia Mexicana de la Lengua, es prueba de que el español mexicano está en pie de igualdad a cualquier otra manifestación lingüística.

Abonero, encularse, maicear, nacada, ñoña, papalotear, papichulo, quihúbole, ruletear, simón, sisirisco. Muchas de estas palabras podrán ser identificadas y contextualizadas de inmediato por la gran mayoría de los mexicanos.

Todas ellas, y 10,500 más, están contenidas en el Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos, que es el resultado de un trabajo colectivo de más de una década —inició en el 2011— por parte de la Comisión de Lexicografía de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), entonces encabezada por la académica Concepción Company Company y recién publicado por Editorial Planeta.

Pese a que este diccionario está consagrado, como lo indica su título, exclusivamente al estudio de los mexicanismos, tiene una vasta y diversa lista de fuentes de las que abreva, entre ellas, el Diccionario del español de México, realizado por El Colegio de México en 2010; el Diccionario de americanismos, de la RAE, y el propio Índice de mexicanismos, presentado por la AML en el 2000.

Aporta marcas geográficas

En entrevista, el académico y presidente de la Academia, Gonzalo Celorio, explica que “hoy en día tenemos una gran cantidad de corpus lingüísticos con los que no contábamos hace tiempo (…) pero este diccionario tiene características adicionales muy importantes. En primer lugar, indica marcas geográficas dentro de México para precisar e hilar más fino; pero, por otra parte, tiene marcas de uso, es decir, recoge de manera científica, sin ningún puritanismo excluyente, tal y como se usa el español en México en términos léxicos y también con mucha fraseología (…) es un diccionario sincrónico, contemporáneo, de carácter integral, por un lado, y diferencial por otro”.

Por mexicanismo, detalla el diccionario en su introducción, “se entiende el conjunto de voces, simples y complejas, locuciones, expresiones y acepciones, o significados, que son normativas —en el sentido de preferidas y más extendidas— y caracterizadas del español de México, hablado, escrito o ambos, que distancian la variante mexicana respecto del español peninsular, concretamente, de su variedad castellana”.

Si bien hay mexicanismos exclusivos de nuestra cultura, que no se usan en ningún otro país, hay muchos más que compartimos. De ahí la razón de ser del subtítulo: “Propios y compartidos”.

“No existe una coincidencia puntual entre las fronteras políticas y las fronteras lingüísticas”, abunda Celorio, “porque las fronteras políticas son arbitrarias y las lingüísticas tienen que ver más con la cultura. Es decir, puede haber mucha más cercanía entre el español que se habla en Guatemala y en Chiapas que con el que se habla en Sonora, que puede ser mucho más parecido al español que se habla en el sur de Estados Unidos”.

De “machote” a “tiza”

Para detallar aún más el criterio de conformación del Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos, se consideraron cuatro tipos de registro: uno, de voces empleadas en México que son inexistentes en el español peninsular; dos, construcciones que tienen significado integral de construcción en México y que carecen de tal significado de construcción en el español peninsular; tres, voces formalmente compartidas con el español peninsular, pero que han desarrollado en México significados propios, y cuatro, voces que, siendo mexicanismos en su origen, están en proceso de generalización también en el español peninsular.

Pero, para comprender el sentido de este diccionario es necesario ofrecer ejemplos, el académico lo comprende así y ofrece varios.

“La palabra machote es un nahuatlismo con el valor de formulario y se usa hasta en Venezuela, por ejemplo (…) y la palabra parteaguas es uno de los mexicanismos formales exclusivos, para referirse a lo que en España se le llama hito”.

También resulta sorprendente y grato enterarse de que la palabra cooptar, en lugar de sobornar, es un mexicanismo, lo mismo que la palabra rubro, para referirse a una categoría.

Caso curioso también es la palabra tiza, porque en México es mucho más frecuente el uso de gis, proveniente del inglés; pero Celorio indica que tiza es un nahuatlismo que atravesó el Atlántico y comenzó a ser de uso cotidiano en todo el continente americano, mientras que en México dejó de emplearse.

Enriquecer la lengua desde México

Por todo lo anterior, señala Celorio, la publicación del Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos “es una manera de decir que el español que se habla en México está en pie de igualdad a cualquier otra manifestación lingüística, con sus peculiaridades. Es por eso que el sentido identitario que nos permite este trabajo es importante, aunque eso no significa que la forma de hablar en México no pertenezca a la lengua española en general. Lo que me resulta verdaderamente milagroso es que una lengua hablada como materna por 500 millones de personas, más otros 100 millones que la tienen como segunda lengua, haya conservado la unidad. Por esto, la diferenciación no tiende a la separación sino al enriquecimiento”.

 

El Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos contiene:

10,587 lemas o artículos lexicográficos

431 formas de un lema que generan nuevos significados

22,333 acepciones, de las cuales: 6,108 compartimos con uno o más países de Hispanoamérica

Algunas frases ejemplificadas en el diccionario:

Partemadres: “Te traje el regalo más partemadres que encontré”.

Quesque: “La quesque abogada me engañó”.

Sobres: “—¿Vamos al cine? —¡Sobres!”.

Codo: “No compraste las botanas porque eres un codo”.

Pelado: “Lourdes siempre les contaba chistes pelados a sus amigas”.

Saliva: “Ese político tiene buena saliva y convenció a todos”.

Presentación del diccionario:

Sala Manuel M. Ponce, Palacio de Bellas Artes

Domingo 12 de febrero, 12:00 horas

Participan: Leonardo Curzio, Gonzalo Celorio y Concepción Company

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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