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El Virreinato de Nueva España, principal motor económico de la Corona

Al tiempo que exportaban grandes cantidades de oro y plata, al interior de la colonia se practicaba una política financiera depredadora, sostienen especialistas.
 

Nueva España entró en la historia mundial con “pies de plata y de oro”, aumentó de manera significativa los centros de capital en Europa y ayudó a la conversión de la corona española en un centro de gran poder de 1492 hasta 1630, expuso el doctor Enrique Semo, investigador emérito de la Facultad de Economía de la UNAM, al analizar la estructura económica de la sociedad novohispana en sus primeros 250 años de existencia.

Este miércoles, la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (SECTEI), del gobierno de la Ciudad de México celebró el conversatorio “Economía indígena, economía de la Nueva España y las Reformas Borbónicas”, como parte del Seminario México-Tenochtitlan. Siete siglos de historia, en el que además del profesor Enrique Semo, doctor en Historia Económica por la Universidad Humboldt de Berlín, la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, titular de la SECTEI; el doctor Antonio Ibarra Romero, de la Facultad de Economía de la UNAM, y el economista e historiador Leonardo Lomelí, secretario general de la UNAM, en calidad de moderador, abordaron la economía colonial y los abusos que esta representó para la población indígena, incluidas las formas en las que la explotación se tradujeron en una de las grandes formas de transferencia de plusvalías a la Corona española.

Semo hizo alusión a que “la población indígena trabajadora, principal fuerza productiva, se redujo en menos de cincuenta años en 90%, es decir, que en 1517 murieron nueve de cada diez indígenas, pero al mismo tiempo, llegaron el hierro, el ganado, los animales de arado, la rueda, la estructura alfabética y nuevas formas de pensamiento técnico-científico”, dijo.

Agregó que la explotación colonial se manifestó a través de una serie de mecanismos económicos que transfirieron plusvalía de la Colonia al centro y que modelaron la economía del país de acuerdo con las necesidades del capitalismo central en ascenso en Europa.

El sistema novohispánico formó parte del imperio español, y se convirtió en un campo de acumulación, fuente de oro y plata, señaló.

”Durante casi 300 años, entre el 80 y el 85 por ciento del valor de las exportaciones novohispanas fueron la plata y el oro. La Nueva España subsidiaba tanto a la colonia real como a otras en América”, precisó el connotado investigador.

Por su parte, Antonio Ibarra Romero, al hablar de las Reformas Borbónicas, sostuvo que el periodo borbónico, que abarca los últimos cincuenta años del Virreinato, se tradujo en cambios institucionales y de búsqueda de una prosperidad y gran extracción sobre la economía y los súbditos del México del siglo XVIII.

“En términos económicos, México experimentó grandes atrasos en esa época que se debían, en gran medida, a la resistencia a cambiar las instituciones y las reglas de la economía, vinculadas a intereses locales”, sostuvo.

Los cambios introducidos, continuó, fueron en la territorialidad, en la fiscalidad y en las actividades económicas, así como en el fortalecimiento de los monopolios. “La mayor presión fiscal afectó, de manera diferenciada como suele ocurrir, a ricos y pobres, donde los primeros aprovecharon la debilidad del Estado para convertirse en sus prestamistas”.

Ibarra Romero aseguró que las comunidades indígenas fueron las que resintieron con mayor fuerza esta política de depredación financiera. “Las cajas de comunidad, a las que les fue sustraída una buena parte de sus recursos abrió paso a la fundación del banco estatal español, financiado con las reservas de esas cajas de las poblaciones indígenas".

“La historia nos ayuda, no a adivinar el futuro, pero sí la percepción de que se están gestando cambios y transformaciones en México. Esperemos que sean en favor de una sociedad mucho más igualitaria, resumió.

En la sesión de preguntas y respuestas, la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez rememoró la introducción histórica del concepto de raza y de mestizo, pues forman parte de este lenguaje en el que se consideran de origen a dos razas.

“Hoy este concepto en términos biológicos está proscrito, porque la diferencia entre un indígena, un español o un africano con un inglés es mínima; ese lenguaje se introdujo para justificar una presunta superioridad de los blancos, aunque la diferencia genética sea mínima; es parte de una concepción racista que debe terminar'', puntualizó.

rrg

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Editor de Arte, Ideas y Gente en El Economista. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Filosofía Social, por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO). Especialista en temas de arqueología, antropología, patrimonio cultural, religiones y responsabilidad social. Colaboró anteriormente en Público-Milenio, Radio Universidad de Guadalajara y Radio Metrópoli, en Guadalajara.

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