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"Este Nobel de Química lo esperábamos desde hace diez años", dice científico de la UNAM

El director  del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM, Félix Recillas, revela que en México se ha trabajado con la metodología premiada desde el 2003.

Félix Recillas, director  del Instituto de Fisiología Celular de la UNAM. Foto EE: Cortesía UNAM

Luego de que las genetistas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna fueran anunciadas el miércoles 7 de octubre como ganadoras del Premio Nobel de Química 2020 por sus investigaciones sobre las "tijeras moleculares", el doctor Félix Recillas Targa, director del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), dijo en entrevista con El Economista: “Lo digo con gran jubilo, era algo que esperábamos en el campo. En México ya llevamos al menos diez años trabajando con esta metodología que inició a partir del descubrimiento de unas bacterias en el 2003”.

Agregó que es un largo camino y lo relevante de las doctoras Charpentier y Doudna, es que a partir de una investigación básica pudieron lograr determinar una nueva herramienta molecular de “corte y confección del genoma”, es decir, y simplificando el concepto, es una forma de cortar el ADN, “con estas tijeras se puede direccionar hacia dos sitios de genoma específicos. Son modificaciones genéticas hacia el ADN tanto incorporando nuevas moléculas como eliminándolas”. 

Esto es un parteaguas fundamental en la biología molecular y genética moderna porque antes todas esas modificaciones dependían de hacer cambios azarosos y hacer muchas búsquedas, “aquí sabemos cómo hacer el cambio de manera prácticamente infalible”.  

El especialista explicó que hacer cambios en el ADN pueden predecir respuestas a esas modificaciones y eso nos puede ayudar a entender mejor enfermedades humanas o de otros organismos, también podemos entender el desarrollo de un organismo desde una etapa embrionario o hacer tamizajes, es decir, búsqueda de genes. “Con todo esto se está generando el campo de terapia celular y modificarlas a partir de un mismo organismo, esto en un futuro lejano podría aplicarse a terapias celulares y hacer correcciones genéticas en enfermedades muy particulares como la fibrosis quística o la distrofia muscular, donde se conocen bien los cambios genéticos”.  

Esta es la gran contribución, pero el especialista destacó que esto parte de estudios que hizo el doctor Francis Mojica, de la Universidad de Alicante -quien desde el punto de vista del entrevistado, también tuvo que haber sido premiado-. Él trabajaba en bacterias e hizo un primer estudio a nivel genómico; identificó una serie de secuencias repetidas, pero venían de virus, es decir,  a las bacterias se le incorporaron secuencias virales, entonces se creó un sistema en el cual estas secuencias permitieron reconocer después a través de un ARN las infecciones virales y cortarlas con las ahora famosas, tijeras moleculares.  

Lo anterior fue la base y en 2012 y 2013, las investigadoras hoy premiadas comenzaron a entender molecularmente y de forma mucho más detallada cómo funcionan esas tijeras. “Un estudio de pura biología molecular y genómica, pero a nivel de investigación básica, permitió llegar muchos años después a un grupo de investigadores que se concreta en una herramienta molecular con potencial enorme”.  

Una herramienta poderosa que supera la controversia 

El científico chino He Jiankui, creador de los primeros bebés modificados genéticamente, conmocionó a la comunidad científica y el 30 de diciembre fue sentenciado a tres años de cárcel y a pagar una multa de tres millones de yuanes (más de 8 millones de pesos) por haber utilizado CRISPR-Cas con estos fines. 

“Cuando tuvimos las noticias de que He Jiankui manipuló embriones humanos, nuestra reacción fue de repudio total”, dijo el investigador, pues además se hizo en condiciones poco éticas, controladas y sin protocolos.  

Sin embargo, aseguró que la comunidad científica ya había previsto esa posibilidad y se habían reunido los grandes líderes mundiales para advertir que existía el riesgo, pero que el potencial de la herramienta era tal, que tendría que venir la legislación para evitar su mal uso.  

“El premio Nobel de este año confirma esa posición, esto es una herramienta tan poderosa, versátil, accesible y no cara, que los beneficios van mucho más allá de las cuestiones éticas o temerosas en el uso de este sistema”. Dijo que hoy los países comienzan a legislar en el uso de CRISPR-Cas para que en una primera instancia no tenga uso directo sobre humanos y que los protocolos sean muy estrictos al momento de usarlas.  

“No hay que dogmatizar la herramienta, es tan poderosa que nos va a traer mucho más beneficio que preocupaciones”.  

Dos mujeres químicas más al Nobel

Charpentier y Doudna se unen a la breve lista de mujeres en recibir el premio, junto con Marie Curie, Irène Joliot-Curie, Dorothy Crowfoot Hodgkin, Ada E. Yonath, Frances Arnold.

“Es indudable que el potencial de las mujeres está ahí y queremos aprovecharlo, su creatividad, dedicación y empeño es indudable y me da mucho gusto que sean dos mujeres”, dijo Recillas Targa.  

Agregó que en el grupo de investigadores cada vez hay más mujeres que se incorporan, por ejemplo, de las últimas diez solicitudes de ingreso a su grupo de investigación, al menos 8 son mujeres y el Instituto también se ha equilibrado con las nuevas generaciones, básicamente son 50% hombres, 50% mujeres.

nelly.toche@eleconomista.mx

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