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González Iñarritu presenta su carta de amor a México

“Hoy, no hay nada que me interese menos que la realidad”, señaló el director durante la conferencia previa a la proyección inaugural en el Festival Internacional de Cine de Morelia de “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades”, que el director describe como "un pozole onírico".

Foto EE: Ricardo Quiroga.

Con el estreno en nuestro país de “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades” y la presencia de su director, el multipremiado Alejandro González Iñárritu, arranca este sábado la edición 20 del Festival Internacional de Cine de Morelia, que se extenderá sus celebraciones hasta el 29 de octubre.

Horas antes del acto inaugural y de la proyección de apertura de esta cinta protagonizada por Daniel Giménez Cacho, quien también estuvo presente en la capital michoacana, se ofreció una conferencia de presentación, donde González Iñárritu estuvo arropado por la directora del encuentro, Daniela Michel, y por el presidente, Alejandro Ramírez, así como se hizo acompañar por el director de producción, también ganador del Oscar, Eugenio Caballero, y la diseñadora de vestuario Anna Terrazas, entre otros integrantes del elenco y la producción de esta cinta que fue elegida para protagonizar a nuestro país en la carrera por los Oscar.

Como “un pozole”. Esa fue la descripción que González Iñárritu eligió para su cinta, un crisol de elementos históricos, oníricos, experienciales, surrealistas, con una misiva de amor para México y por la que, espera, pueda ser comprendida en plenitud única y exclusivamente por el público mexicano.

“Volver a trabajar en la Ciudad de México”, refirió el director, “vivir en la Ciudad de México, tener un equipo mexicano, fue para mí algo extraordinario. He trabajado en todos lados del mundo, con crews de todo el mundo, pero la pasión, la entrega, la incondicionalidad que existe en cada uno de los miembros de un equipo mexicano, no los encuentras en ningún lado del mundo. Y eso lo digo no por ser mexicano sino que lo he platicado con directores de muchas partes que han venido al filmar. Hay una energía, hay una locura y una excitación”.

Y añadió: “celebro la contradicción de que nuestra vida está todo el tiempo navegando entre lo sublime y lo ridículo, entre lo absurdo y lo esencial. Desde ahí quise hacer esta película. Hay momentos y heridas tan personales, donde la belleza tiene el origen en las heridas”.

Sobre el Castillo de Chapultepec como una de sus locaciones, Iñárritu anotó: “fue un reto, es un sitio desde donde se puede contar la historia del país, desde antes de la conquista, pasando por la construcción del edificio por los españoles, hasta la invasión, Maximiliano, la residencia de los presidentes. La historia de México está dentro de ese edificio. Además, tuve el privilegio de estar en la torre del castillo y creo que desde ahí hay una de las vistas más espectaculares que cualquier ciudad puede tener. Ver Chapultepec desde ahí, la dimensión de ese pulmón, con su majestuosidad, es muy emocionante”.

Las posibilidades del arte

Por el particular estilo de la cinta, se le preguntó al director cuáles podrían ser los fundamentos literarios y cinematográficos que le permitieron la construcción de su nueva propuesta fílmica.

“Bardo”, reiteró Iñárritu en ese sentido, “es un pozole de cosas que he tenido el privilegio de leer, y no solamente de literatura mexicana o latinoamericana, sino mundial. Pero quiero referirme específicamente de la tradición literaria tan rica en México y América Latina, sobre todo en el siglo pasado”.

La cinta, dijo, contiene un homenaje a Juan Rulfo y añadió que las reflexiones de Octavio Paz también fueron cruciales, puesto que “nadie ha descrito más la esencia del mexicano que el ‘Laberinto de la soledad’”.

También hay guiños a la literatura pertrechada por Jorge Luis Borges, o Julio Cortázar, por ejemplo con el cuento “Axolotl”. “De repente te das cuenta que toda la historia de la literatura se empieza a representar (en la obra) de alguna manera. Ni se diga de García Márquez. Lo que quiero decir es que para mí tenemos una literatura metafísica. Hemos estado muy acostumbrados a fragmentar el tiempo y el espacio en nuestras letras, y navegamos fácilmente por ella. Por eso tengo esperanza que los mexicanos naturalmente podamos entender esta película, porque somos esto, un paseo por nuestra conciencia”.

Sobre los cineastas que ofrecieron las bases para la concreción de su cinta, el realizador citó a Luis Buñuel, Alejandro Jodorowsky, Roy Anderson, Federico Fellini o Jean-Luc Godard.

A partir de esto, aseguró: “cuando empecé con ‘Amores perros’ yo estaba capturando e interesado en la realidad. Hoy no hay nada que me interese menos que la realidad, porque me di cuenta que la realidad no existe, es la que yo construyo en mi cabeza, es la que quiero ver. Es lo que yo pienso de la realidad lo que es importante, porque finalmente es la forma en que la afronto y cómo la vivo. Esto no quiere decir que niegue la realidad”.

Más adelante, aseguró: “el arte nos permite imaginarnos el mundo que no tenemos, porque nuestro mundo no es perfecto, puede ser una mierda, pero la poesía, la literatura, la música nos permiten construir ese mundo que necesitamos. Y eso es lo que me interesa. Por eso es importante que hoy podamos tener la oportunidad no solamente de estarnos todo el día reflejando en el dolor y hacer una especie de ciclo infinito de la oscuridad que estamos viviendo, sino salir de ella a través del arte y la imaginación y atrevernos a hacerlo”.

Las osadías de la producción

Para el también ganador del Oscar, Eugenio Caballero, “lo más interesante del proceso de trabajar en ‘Bardo’ es que había que tratar muy bien el tono, un tono desde la luz, este absurdo desde el lado ligero, pero con mucha profundidad. Trabajamos mucho las capas y para ello se requirió una enorme precisión”.

Agregó que cada plano en la película se conversó de manera meticulosa e incluso se construyeron pedazos de set “para saber si nuestra intuición era incorrecta”. Asimismo, apuntó que se decidió usar colores saturados para acompañar el viaje onírico de Silverio Gama, el alterego de González Iñárritu interpretado por Giménez Cacho, a través de una historia de México que es tan universal como íntima.

Iñárritu sumó que lo que más le impactó del trabajo tanto de Eugenio Caballero como de Anna Terrazas es la obsesión por el detalle. “Ha sido uno de los más satisfactorios trabajos que he tenido con un equipo de diseño de producción. Me beneficié del lenguaje que han desarrollado Anna y Eugenio. Verlos trabajando en ese nivel casi neurótico en el que en cada una de las telas, los brillos, las paletas, los detalles, se refleja en la película. Y no podría estar más agradecido”.

“Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades” se estrenará el 27 de octubre en más de 500 salas del país y estará disponible en el catálogo de Netflix a partir del 16 de diciembre.

ricardo.quiroga@eleconomista.mx

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