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Huertos comunitarios para combatir el cambio climático y sus efectos entre la población más vulnerable

El estrés hídrico en regiones agrícolas ha llevado a una disminución significativa en la producción de alimentos. Foto: Shut

El cambio climático es una de las mayores amenazas del siglo XXI. No se trata solo de temperaturas en aumento, sino de una serie de fenómenos meteorológicos extremos que inciden directamente en nuestras vidas, aunque no en todas por igual. Sequías, inundaciones, incendios y tormentas afectan antes y en mayor medida a las comunidades que viven en condiciones de vulnerabilidad.

Los datos abruman por su inequidad. Los habitantes de los países de rentas bajas y medias tienen cinco veces más posibilidades de sufrir desplazamientos extremos y repentinos por a causa de los fenómenos extremos.

Esta es la razón por la que la lucha contra el cambio climático incorpora nuevos enfoques basados en la lucha contra la desigualdad y las estrategias comunitarias.

Destrucción de infraestructuras y colapso de los sistemas de salud

En 2023, la ciudad de Venecia sufrió una de las peores inundaciones de su historia, dejando a miles de personas sin hogar y afectando gravemente la salud de la población local.

Las inundaciones en Venecia no son un caso aislado. En Mozambique, el ciclón Idai dejó un rastro de destrucción en 2019, causando la muerte de más de mil personas y dejando a millones sin acceso a servicios básicos de salud. Los desastres naturales no solo destruyen infraestructuras, sino que también facilitan la propagación de enfermedades, exacerban problemas de salud mental y sobrecargan los sistemas de salud locales.

Mapas de vulnerabilidad

En un estudio científico publicado por la revista Nature, se calcula un índice de vulnerabilidad frente al riesgo de inundaciones, el cual refleja cómo las comunidades más pobres y densamente pobladas son las más vulnerables. La vulnerabilidad se refiere a la susceptibilidad de una comunidad o región a sufrir daños debido a los efectos del cambio climático.

Este tipo de modelos sobre vulnerabilidad integran diversas variables socioeconómicas y ambientales, tales como las condiciones de pobreza de la población, el acceso a servicios básicos y la calidad del aire y el agua. La combinación de factores permite identificar con mayor precisión las áreas prioritarias que requieren acciones orientadas a la prevención y reducción de los impactos del cambio climático.

Bangladesh, en el ojo del huracán

Un ejemplo de un territorio altamente vulnerable y que requiere atención prioritaria es Bangladesh, una de las naciones más pobladas y pobres del mundo, que sufre constantes inundaciones y ciclones. Se estima que casi el 50 % de la población vive en condiciones de pobreza y en riesgo de inundación.

Además de las inundaciones, los incendios forestales, el estrés hídrico y el calor extremo son fenómenos cada vez más comunes. En Australia, los incendios forestales de 2019-2020, conocidos como Black Summer, afectaron 24 millones de hectáreas, causando la muerte directa de 34 personas.

Seguridad alimentaria y salud nutricional

En paralelo, el estrés hídrico en regiones agrícolas ha llevado a una disminución significativa en la producción de alimentos, afectando a la seguridad alimentaria y la salud nutricional de millones de personas.

Tal es el caso de la región de África Oriental que integra territorio de Kenia, Etiopía y Somalia. En 2021, esta región se enfrentó a una de las peores sequías en las últimas cuatro décadas, dejando a 37 millones de personas, incluyendo siete millones de niños, en condiciones de inseguridad alimentaria.

Los casos que se han mencionado dejan ver que los impactos del cambio climático no se distribuyen de manera uniforme en todo el mundo. Las comunidades en condiciones de pobreza suelen ser las más vulnerables frente al cambio climático. Estas personas tienden a soportan la peor parte de estos efectos, pues las regiones en las que habitan suelen tener menos recursos para hacer frente al cambio climático, lo que las deja expuestas a mayores riesgos de salud y seguridad.

Diversos estudios que abordan casos como los mencionados anteriormente han identificado que la desigualdad respecto a las condiciones de vulnerabilidad se ve exacerbada por factores socioeconómicos, como la pobreza y la falta de una infraestructura adecuada. Estos factores limitan la capacidad de respuesta y adaptación de las comunidades.

El uno por ciento más rico y contaminante

El informe sobre desigualdad y cambio climático de Oxfam International titulado Un planeta para el 99 % revela que el 1 % más rico del planeta (cerca de 63 millones de personas) causa el doble de emisiones de carbono que los 3 100 millones de personas que conforman la mitad más pobre de la población mundial.

Cabe recordar que las emisiones de carbono son una de las principales causas del cambio climático, ya que contribuyen al calentamiento global y a la intensificación de fenómenos climáticos extremos.

El informe también expone que los habitantes de los países de rentas bajas y medias tienen cinco veces más posibilidades de verse obligados a desplazarse debido a desastres provocados por fenómenos meteorológicos extremos y repentinos que quienes viven en países de renta alta.

Equidad para luchar contra el cambio climático

Esta disparidad subraya la urgente necesidad de enfoques equitativos para proteger a las comunidades más vulnerables y garantizar una distribución justa de los recursos y las responsabilidades globales frente al cambio climático.

Para enfrentar estas amenazas, es esencial implementar políticas públicas adaptativas que reduzcan la vulnerabilidad y desigualdad social. Actualmente existen iniciativas concretas que promueven proyectos para mejorar la capacidad de las comunidades locales frente a los impactos adversos del cambio climático.

Agua de lluvia, huertos comunitarios y educación ambiental

Por ejemplo, el programa de subvenciones de la Comisión de Cooperación Ambiental México-Estados Unidos-Canadá (CCA) ha logrado apoyar 42 proyectos entre 2021 y 2024 para México, Estados Unidos y Canadá. Destacan iniciativas orientadas a la captación de agua de lluvia, huertos comunitarios, conservación y procesos de educación ambiental, entre otros. Este tipo de acciones son ejemplos de cómo reducir la vulnerabilidad de la población frente al cambio climático.

Existen muchas otras propuestas similares que permiten que gobiernos, empresas, comunidades y otros actores sociales trabajen juntos para desarrollar estrategias de respuesta efectivas.

Como ciudadanos, podemos contribuir apoyando políticas ambientales y participando en iniciativas comunitarias. Los esfuerzos colectivos son una vía importante para construir un futuro que acabe con la desigualdad climática.

Juan Alberto Gran Castro, Professor, Universidad de Guadalajara

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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