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La militancia política implica habituar a los militantes a tragar sapos: Roger Bartra

El antropólogo y académico, quien cumple 80 años con homenaje y un libro de memorias, opina en entrevista después de haber sido señalado por el presidente López Obrador,  que “el PRD incubó el huevo del populismo, un huevo del populismo de derecha” y que “el problema es que la izquierda en México está en peligro de extinción”.

El antropólogo, sociólogo y académico mexicano, Roger Bartra, conversa con El Economista a propósito de la publicación del libro “Mutaciones. Autobiografía intelectual”. Foto EE: ArchivoE

Dos días en la vida cotidiana del antropólogo, sociólogo y académico mexicano Roger Bartra Murià (Ciudad de México, 1942). El lunes, el autor de “El mito del salvaje” celebró su cumpleaños 80 y recibió un homenaje por parte de la Academia Mexicana de la Lengua, de la cual es miembro desde 2012.

Un día antes, el domingo, Bartra publicó un video en el que insta a participar en una marcha el próximo domingo en oposición a las iniciativas de reforma electoral actualmente en la Cámara de Diputados.

“Hoy, la democracia en México se encuentra peligrosamente amenazada. El gobierno pretende una contrarreforma que afectaría enormemente al INE y tal vez incluso lo liquidaría. Para luchar contra esa propuesta del gobierno, hay que acudir a una marcha convocada para el próximo domingo 13 de noviembre (…) y protestar así y tratar de impedir que en el congreso los partidos aprueben esta reforma peligrosa”, dijo el antropólogo en ese video.

La mañana de este martes, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, en la conferencia matutina desde Palacio Nacional, volvió a pronunciarse sobre la postura del autor de “La democracia fragmentada”.

“Estaba yo viendo que convoca Roger Bartra a la marcha en la farsa de defender la democracia. Roger Bartra era marxista, del Partido Comunista. Tenía una revista cuando yo estudiaba en la Facultad de Ciencias Políticas, que hacía junto a Enrique Semo, que se llamaba ‘Historia y sociedad’, muy buena. Imagínense cuánto tiempo engañando (…) y de repente, el viraje. Lo convenció Krauze y ya está ahora como ideólogo abierto, no ahora, ya tiene algún tiempo, del bloque conservador”, declaró el mandatario.

Y continuó: “todo eso está permitido, eso es normal, no hay que rasgarse las vestiduras. Siempre ha existido el que la gente cambie durante los procesos, gente de derecha que termina siendo de izquierda, consecuente en el último tramo de su vida, o gente de izquierda que terminan como conservadores”.

Desde la semana pasada, este diario tenía pactada una entrevista con el antropólogo a propósito de la publicación de su nuevo libro “Mutaciones. Autobiografía intelectual”. Pero el tema no tomó otro rumbo que no fuera el tema del día.

—Felicidades por sus 80 años. ¿Qué mutaciones de Bartra dejó en este libro?

—Lo que articula este libro es una sucesión de obras, de libros, de ensayos e investigaciones, pero como resulta que son de temáticas muy variadas, me pareció muy pertinente preguntarme qué es lo que une a estas obras, dónde está el hilo conductor, si es que lo hay.

Así que es un ensayo para invitar a los lectores a mi obra, una que ha brincado de una temática a otra, a diferentes obras que parecen tan dispares, desde un estudio sobre la estructura agraria en México a las reflexiones sobre los mecanismos cerebrales y la conciencia.

—¿Podría identificar alguna mutación en específico en su obra intelectual?

—Sí, muchas de ellas. Una es que estudié la carrera de arqueología. No llegué a recibirme porque no hice la tesis. Lo que provocó que abandonase la arqueología y me fuese hacia la etnología o la antropología social fue la política. Yo tenía intereses políticos, es decir, inquietudes sociales. En aquella época yo no veía de qué manera, como arqueólogo, podría contribuir a combatir los males sociales que evidentemente nos rodeaban, a resolver los problemas de miseria, desigualdad, pobreza y caciquismo. Haciendo excavaciones y reconstruyendo la vida de los aztecas no me parecía suficiente, y entonces di un brinco.

—¿Abordar la política desde la labor intelectual requiere de una militancia?

—El salto de la arqueología hacia una posición claramente de izquierda, una preocupación por los problemas sociales se dio, entre otras cosas, porque descubrí que una de las funciones de la arqueología era alimentar el nacionalismo mexicano, esa absurda idea de que los mexicanos de hoy provienen de la sociedad maya y de la sociedad azteca, que hay una continuidad, lo cual es absolutamente falso. No hay tal continuidad porque hubo un proceso de destrucción, de conquista, de aniquilación verdaderamente tremendo. Han dejado no solo las ruinas arqueológicas sino las ruinas étnicas, una población indígena destrozada, miserable, marginal. Entonces, yo ya tenía ese interés de oponerme, de levantarme, rebelarme contra ese nacionalismo mexicano que tanto daño ha hecho. Esa inquietud social me llevó a la militancia.

Pero no creo que la militancia sea necesaria, en algunos casos es algo dañina. Hay un gran dogmatismo en ellas. La militancia política implica habituar a los militantes a tragar sapos, cosa que es bastante desagradable. Los políticos saben que tienen que estar tragando sapos todos los días y quieren hacer que se los traguen los demás. Descubrí el valor del intelectual independiente, que se niega a tragar los sapos de la política.

—¿En este momento podría identificarse con alguna militancia?

—Cuando todavía militaba en el Partido Comunista fui de los partidarios de que había que desaparecerlo. Era una institución ya caduca, que no tenía sentido en aquellos tiempos. Por eso decidí ser un intelectual independiente.

Hoy en día no me considero militante de ningún partido, desde luego, ni cercano a ninguno. Pero sí me refiero a mí mismo como social demócrata, que es una corriente que ha encarnado en partidos políticos: el Partido Socialista francés, el Socialdemócrata de Alemania, el PSOE, en España. Esas mismas son las posiciones que ilustran al futuro presidente de Brasil, Lula; que ilustran a Petro, en Colombia, y a Boric, en Chile. Tengo simpatía por esas posiciones, pero solo es una simpatía, no milito.

Desgraciadamente, en México el espacio social demócrata es casi inexistente. Es muy débil y ha sido intensamente corroído por el populismo.

—¿Puede haber una izquierda conservadora?

Claro. En México hubo un proceso en los últimos años donde pudimos ver que una izquierda conservadora en el PRD incubó el huevo del populismo, un huevo del populismo de derecha, además. Esa es la paradoja. Hay esos contrastes y matices de la política que permiten entender qué es lo que está pasando y qué es lo que ocurrió con el gobierno actual, por qué surgió de la izquierda un gobierno tan reaccionario como el actual, uno militarista que no impone una reforma fiscal avanzada para gravar a los ricos y utilizar ese dinero. Es una izquierda que se volvió de derecha muy pronto. Aunque hay populismos de izquierda, el populismo tendencialmente deriva hacia la derecha.

—El presidente López Obrador lo volvió a mencionar en la conferencia matutina…

—Esa es una situación verdaderamente lamentable, la de estar insultando a las personas con las que no se está de acuerdo. Es una derivación política claramente reaccionaria, atrasada, que mira hacia atrás y que no defiende ideas, defiende intereses y, en ese sentido, es esencialmente corrupta. Este gobierno ha intentado nuevas formas de corrupción política muy dañinas que alarman a muchos. De ahí que el próximo domingo habrá una marcha para protestar desde la sociedad civil por las tendencias autoritarias y la amenaza de reforma electoral que pretende el gobierno.

—Usted convocó a la marcha en redes sociales junto con voces muy diversas. Se le vincula con el conservadurismo, con una supuesta cercanía con voces conservadoras. ¿Usted tomar distancia?

—Tomo distancia de mucha gente, sobre todo más distancia del gobierno porque amenaza con una regresión. Pero creo que hay en la oposición una pluralidad enorme de posiciones que van de la extrema derecha a incluso la extrema izquierda y anarquista. Yo, como reformista social demócrata, no estoy de acuerdo con la derecha ni con la izquierda que a veces aparece de manera bastante agresiva. Desgraciadamente, en la oposición no hay muchas fuerzas de izquierda de carácter democrático. El problema es que la izquierda en México está en peligro de extinción. Ese peligro ha venido del populismo nacionalista que lo ha corroído totalmente.

—¿Considera que, de cualquier manera, sería prudente hacer una revisión del INE?

—La democracia mexicana es embrionaria y, desde luego, tiene muchos defectos. El INE refleja esos defectos. Por lo tanto, desde luego que ameritaría ajustes y cambios. Pero en este momento, tratar de hacerle reformas oculta intenciones de liquidarlo. Por eso me opongo a que en este momento se le toque, consciente de que hay cosas defectuosas en el INE. Pero el gobierno no está proponiendo ninguna afinación sino el intento de destrucción del sistema democrático. Eso revela el miedo que tiene el gobierno de perder las próximas elecciones.

—Por último, ¿usted advierte una nueva mutación en su trabajo intelectual?

—Tengo muchas ganas de volver a mutar y creo que sí, en cierto sentido mis próximos libros van a ser una mutación. Un próximo libro va a ser sobre el mito del hombre lobo, una reflexión sobre la maldad. Otro libro va a ser todavía más mutante, pero de ese no voy a hablar hasta que lo termine.

*** ***

“Mutaciones. Autobiografía intelectual”

Roger Bartra 

Editorial: Debate

2022

400 páginas

*** ***

Otras publicaciones de Bartra:

"La jaula de la melancolía" (Grijalbo, 1987)

“Regreso a la jaula. El fracaso de López Obrador” (Debate, 2021)

“La democracia fragmentada” (Penguin Random House, 2018)

“La sombra del futuro. Reflexiones sobre la transición mexicana” (Fondo de Cultura Económica, 2012)

“La fractura mexicana: izquierda y derecha en la transición mexicana” (Random House Mondadori, 2009)

"Cultura y melancolía" (Anagrama, 2001)

"La democracia ausente" (Océano, 2000)

“Breve diccionario de sociología marxista” (Grijalbo, 1993)

"El reto de la izquierda" (Grijalbo, 1982)

ricardo.quiroga@eleconomista.mx 

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