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Arte e Ideas

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Los investigadores debemos seguirle el paso a los artistas

La directora de Archivos, Biblioteca e Investigación del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) habló sobre los retos que enfrenta su trabajo en la era digital.

Michelle Elligott, directora de Archivo, Biblioteca e Investigación del Museo de Arte Moderno de Nueva York, estuvo en México para dar una cátedra en la UP y presentar el libro "René D’Harnoncourt y el arte de la instalación". Foto EE: Rosario Servín

Fundado en 1929, el año de la Gran Depresión de Estados Unidos, la misión principal que le fue encomendada al Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) por parte de la Universidad del estado de Nueva York fue la de ser una institución educativa, de acuerdo con Michelle Elligott, directora de Archivo, Biblioteca e Investigación de este recinto museístico, que en este 2019, en su 90 aniversario, culminó una renovación total que significó un costo de 450 millones de dólares y una ampliación de 4,400 metros cuadrados.

Elligott vino a México a ofrecer una clase magistral a los alumnos de la Maestría en Gestión de las Artes y Políticas Culturales de la Universidad Panamericana y también a presentar su libro "René D’Harnoncourt y el arte de la instalación" (MoMA, 2019), en el que aborda la carrera de quien fuera uno de los curadores más innovadores del popular museo estadounidense.

En entrevista con El Economista, la archivista y curadora contó algunos detalles de la vida de D’Harnoncourt, pero también abordó temas como los retos que enfrentó al momento de integrar la Historia de las Exposiciones del MoMA, sobre la influencia de la tecnología en el trabajo de curadores e investigadores y sobre los retos que los nuevos medios y el arte digital suponen para su labor.

—Tengo entendido que René D’Harnoncourt estuvo en México, cuéntame un poco más de esta etapa de su vida.

—Vino a México en 1926 y vivió aquí durante cinco o seis años. Durante este tiempo, conoció a varios de los modernistas mexicanos a través de la Sonora News Company. Conoció a Tina Modotti, a Miguel Covarrubias y a Diego Rivera, por ejemplo, e incluso se sabe que Rivera le pidió que rellenara con pintura uno de sus frescos.

Era un autodidacta, no tuvo educación ni como artista ni como historiador del arte y desarrolló su amor por el arte y por los objetos artísticos durante el tiempo que estuvo en México. Viajó mucho y conoció a muchas personas vinculadas tanto con el arte moderno como con el arte indígena y los artesanos.

Dibujaba los objetos que veía y eso incidió mucho en su trabajo como curador, por la relación que establece con ellos y no sólo dibujaba los objetos, sino las exhibiciones completas mientras las iba curando. No creo que exista ningún curador que haya hecho esto.

—¿Cómo innovar en prácticas como la archivonomía y la curaduría , las cuales están muy vinculadas con la historia y con metodologías tradicionales?

—Debes estar abierto a nuevas ideas y a diferentes voces. Hablaba con los alumnos de la universidad que durante el siglo XXI estamos cada vez más abiertos a puntos de vista plurales. No se trata de que el punto de vista de una persona sea el correcto sino que muchos puntos de vista que se agrupen pueden ofrecerte una posición mas fuerte para aprender, compartir e impulsar el arte.

—¿Cuál fue el mayor reto que enfrentaste al integrar la Historia de las Exposiciones del MoMA?

—Digitalizamos todas las imágenes de las exposiciones que hemos exhibido y las subimos a la web e incluso, nos asociamos con el Google Cultural Institute y en conjunto, desarrollamos un proyecto de aprendizaje automático (machine learning) en el que les dimos un conjunto de datos (data set) de las imágenes de las obras que integran la colección del MoMA que estan en linea.

Una vez que conseguimos que el algoritmo de machine learning funcionara como queríamos, hicimos una confrontación entre las imágenes de las exhibiciones y el conjunto de datos sobre las obras y se hicieron 20,000 conexiones entre ambas, con lo que logramos que la máquina detectara una obra, por ejemplo Las señoritas de Aviñón, de Picasso, entre muchas otras pinturas.

Hablando con varios colegas alrededor del mundo, concordamos en que se trata de un proyecto que lidera lo que se está haciendo en este campo, sobre todo porque hace accesible las obras a un público mucho más extenso.

—¿Crees que este uso de la tecnología puede acercar a más personas al arte?

—En principio, habilita el acceso a una comunidad más grande. Lo que decimos en el MoMA es que tenemos 3 millones de visitantes presenciales en el museo cada año, pero al mismo tiempo tenemos a 30 millones que visitan el sitio web. Así que cuando piensas en que debemos estar abiertos y ser accesibles y de verdad compartir a una escala global, creo que la comunidad online encuentra muchas posibilidades.

—¿Has notado algún cambio en el público del museo con su reciente renovación?

—Puedo hablar de mi experiencia en las salas. Recuerda que abrimos apenas hace unas tres o cuatro semanas, pero creo que hay una energía positiva en el museo. La gente se siente cómoda en las salas, se sienten bienvenidos por los espacios y se nota en sus sonrisas cuando están viendo las piezas de arte y cuando se involucran en conversaciones con sus amigos o con la familia.

Hemos empezado a hacer algunos análisis de datos y hemos encontrado que las personas están pasando más tiempo en el museo. Antes de la renovación, la gente solía estar en el museo una hora y media en promedio y este tiempo ha aumentado a hasta dos horas y media. La gente también está pasando más tiempo frente a cada pieza, lo que significa un compromiso más fuerte. Creo que la nueva instalación ofrece una experiencia más generosa.

—Hay un arte que es nativo digital y hay también artistas nativos digitales, ¿cómo vincular este tipo de creación con espacios con tanta historia con el MoMA?

—Ciertamente, el museo colecciona arte digital y piezas de arte que son nativas digitales, lo ha hecho desde hace muchos años y están muy bien integradas en las nuevas instalaciones. Creo que uno de los compromisos más fuertes del MoMA es la conservación a largo plazo de este tipo de obra, algo que en muchas ocasiones puede ser más desafiante que con las piezas tradicionales.

Lo que puedo decir desde mi experiencia como jefa de Archivos, Bibliotecas e Investigación es que obviamente los archivos del futuro serán completamente digitales. Por eso es que en el MoMA llevamos ya varios años creando los registros electrónicos y eso supone una forma completamente diferente de pensar.

Personalmente veo muy prometedor cómo seremos capaces de hacer análisis de datos en el futuro y al mismo tiempo me pregunto como va a afectar a la investigación , porque la investigación académica como la conocemos está a punto de evolucionar.

—¿Qué retos presenta este tipo de arte para tu trabajo como archivista e investigadora?

—En principio, tienes que asegurarte de que estás obteniendo todos los recursos que necesitas. Me refiero, por ejemplo, a la escala. En el pasado, tomabas un par de fotografías y con eso era suficiente. En nuestros días, todos tienen miles o millones de imágenes en sus teléfonos inteligentes (smartphones) o en sus páginas de Instagram. ¿Cómo recolectas tal cantidad de imágenes? ¿Cómo las seleccionas? Uno debe cuidar el tener una ética al momento de seleccionar y de decidir la historia que quieres contar.

Hay también retos en cómo archivas algo que aparece en Instagram o en Facebook o en Twitter, que tienen derechos de propiedad, por lo que no es tan sencillo tomar una obra. Los artistas siempre han estado a la vanguardia y lo van a seguir haciendo y depende de nosotros seguirles el paso.

rodrigo.riquelme@eleconomista.mx

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