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Arte e Ideas

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Marcapasos: Operan a Francisco Castro Leñero

Paco es futbolista amateur, buen charlista, hedonista y, sobre todo, excelente amigo. Mi amigo Paco es el pintor Francisco Castro Leñero y este lunes le van a quitar un riñón.

La pintura abstracta implica complicidades, imaginación creativa por parte del espectador, conocimientos acerca del lenguaje teórico del artista, inteligencia, apertura, gusto por el ritmo, música que deleita la percepción visual, discurso estructural en estado puro, y dejarse llevar por una belleza móvil y lúdica hasta sus últimas consecuencias.

Aquí no tiene cabida la perfección -así como la verdad absoluta no existe (tal afirmación es una paradoja y, por lo tanto, tampoco alcanza para ser una verdad absoluta), lo mismo sucede con el arte abstracto con respecto a la perfección.

Desde la primera exposición colectiva en 1975 hasta su individual más reciente -me parece que en el 2009 en una galería de Nueva York, Estados Unidos-, la obra de Francisco Castro Leñero (Ciudad de México, 1954) se caracteriza por ser un constante estudio en torno del espacio, al proceso creativo constructor y destructor de estructuras siempre ligadas a realidades específicas, ya violentas, ya armoniosas, traducidas o representadas en geometrías imposibles, tonalidades cromáticas unívocas y universos conceptuales cada vez más preclaros, diáfanos, sencillos, con esa difícil facilidad de transformar lo complejo en simple. Bien a bien no sé cuándo conocí a Paco.

Si me preguntan, la respuesta sería que de toda la vida, pues si nuestra amistad se confirma sábado a sábado, desde hace varios años, al jugar en el mismo equipo de futbol amateur, yo siempre he admirado tanto su trabajo como el de su mujer, la también pintora abstracta Irma Palacios.

Tanto ella como él nos han obsequiado a sus muchos amigos no sólo su talento, gusto por el pensamiento, la charla, el buen comer y beber, hedonismo, generosidad, sino, a la vez que nos han abierto sus casas y estudios de la ciudad de México y de Tlalquiltenango, Morelos, hemos aprendido de su particular manera de enfrentar y traducir el mundo, invariablemente comprometida consigo mismos, con sus obras, ya que, incluso, cuando Paco juega futbol no deja de ser un artista plástico, no deja de teorizar, aunque sea intuitivamente, en torno del valor de la especialidad en el terreno de juego.

Este Marcapasos tiene su razón de ser en que hoy le van a quitar un riñón al maestro Francisco Castro Leñero.

Aunque estoy cierto de que se recuperará pronto de la cirugía, y en pocas semanas seguirá pintando, haciendo fotografía -otro de sus talentos que pocos conocen-, dando clases de Dibujo en la carrera de Artes Plásticas de la UNAM, exponiendo en México y en el extranjero, jugando futbol y disfrutando lo que haya que disfrutar -que en su caso es cuantioso-, nunca está de más decirle que yo, al menos, lo quiero mucho.

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