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Popocatépetl: “se trata de estar atentos, pero no en alarma”, indica vulcanóloga

Ya hemos vivido Fase 3, con semáforo en amarillo. “Los niveles no son extraordinarios si pensamos en esta reactivación desde 1994, pero sí es un cambio respecto a los últimos meses”, dice la doctora Mariana Jácome, en entrevista
 

TOPSHOT-MEXICO-VOLCANO-POPOCATEPETLAFP, AFP

En las últimas horas, los sistemas de monitoreo del volcán Popocatépetl detectaron 31 exhalaciones acompañadas de vapor de agua, gases volcánicos y ceniza; adicionalmente se contabilizaron 1,136 minutos de tremor y seis explosiones, por lo que la Coordinación Nacional de Protección Civil decidió cambiar el Semáforo de Alerta Volcánica a Amarillo Fase 3, lo cual constituye una medida preventiva ante los cambios observados.

Ante dicho fenómeno, El Economista platicó con la doctora Mariana Patricia Jácome, vulcanóloga del Instituto de Geofísica de la UNAM, quien indica que “se trata de estar atentos pero no en alarma”. Explica que el Popocatépetl es un volcán activo y está en una etapa eruptiva que empezó en 1994. En el transcurso de este tiempo se han presentado cambios en su actividad dentro de esta misma etapa eruptiva. “Nosotros en nuestra percepción como humanos que no vivimos más de 100 años, claramente se siente un periodo muy largo, pero si pensamos que los volcanes tienen erupciones desde hace 60,000, 50,000 o 20,000 años, se trata de actividad realmente joven”.

A pesar de que en México no tenemos volcanes que están emitiendo gases constantemente, en realidad tenemos muchos volcanes que han tenido una erupción en al menos 10,000 años, con esta característica se les cataloga como activos. Aquí entran el Nevado de Toluca, el Pico de Orizaba, el Ceboruco, el Chichonal, el Colima, entre otros.

—¿Cómo está construido el semáforo de alerta volcánica?

El semáforo está creado para generar acciones directas sobre la población dentro del Sistema de Protección Civil. Ellos en la fase en la que nos encontramos (Fase 3) revisan que todos los albergues estén listos por si se necesita la evacuación, que se cuenten con medios de transporte suficientes. Por su parte se le pide a la población en esta fase que se mantengan atentos a todos los medios oficiales y que tomen acciones preventivas como cubrirnos y retirar la ceniza en seco.

Si tuviéramos un incremento de actividad y cambiara a una fase que requiera evacuación, el semáforo está construido de tal forma que corresponde con posibles escenarios del volcán, en realidad nadie nos puede asegurar que algo va a suceder al 100%, pero sí tener diferentes parámetros que miden la actividad.

—¿Cómo se toman las decisiones científicas?

Esto está plasmado en un instrumento que utilizan los vulcanólogos que se llama mapa de peligros, aquí se dibujan las zonas que podría afectar el volcán bajo ciertos escenarios eruptivos, por ejemplo, hasta 12 kilómetros podemos tener importante caída de ceniza, podemos tener un radio de exclusión o no acercamiento, como el de ahora, y si la actividad aumenta, evacuación de poblaciones porque podemos tener presencia de mayor caída de ceniza y con ello un riesgo prolongado para la salud, pero también presencia de lajares o fuegos piroclásticos.

Las evacuaciones siempre son buscando el bien de la población, y las acciones en colectivo son claves para lograrlo de manera eficiente.

—¿Quién constituye el comité científico?

Existe un Comité Científico Asesor que hace sugerencias a la Coordinación Nacional de Protección Civil y les informa cuál es el estado del volcán, luego este grupo toma las decisiones.

Este grupo de científicos son los que más conocen el sistema volcánico, quienes lo han asistido por años y llevan el monitoreo. Es un grupo de expertos que conoce este lugar y sus parámetros y que en conjunto intercambian datos, análisis y reflexión sobre si el estado del volcán está cambiando, si hay incremento o disminución. El grupo lo conforman investigadores de la UNAM, Cenapred y la Universidad de Colima, cada uno experto en alguno de los parámetros.

Ellos observan la sismicidad del volcán, la exhalación de gases, la cantidad de gases, la deformación del volcán, las imágenes de temperatura térmica, la cantidad de ceniza y exhalaciones por día. Todos estos son datos medibles que al combinarse con los ojos expertos que analizan en volcán a lo largo de mucho tiempo, pueden detectar cuando hay un incremento importante o menor.

—¿El volcán sí incrementó su actividad?

De acuerdo con el comité científico, ha habido un aumento en las desgasificaciones y otros parámetros que se vienen observando desde el año pasado, ellos de manera preliminar lo interpretan como un magma posiblemente más profundo que nos está aportando más desgasificación de la que venía habiendo.

También los niveles de sismicidad ya se habían visto en otros momentos eruptivos desde 1994, cuando hemos vivido Fase 3, con semáforo en amarillo. “Los niveles no son extraordinarios si pensamos en esta reactivación desde 1994, pero sí es un cambio respecto a los últimos meses”.

Por otro lado, la emisión de cenizas ha sido sostenida, es algo que percibimos como mucho o poco en términos de dónde caiga, como sucede ahora que cae en zonas muy pobladas, la percepción es que hay un incremento, nunca se había visto algo así, pero sí hemos tenido escenarios similares.

—¿Por qué las exhalaciones afectan a la salud y el medio ambiente?

Las exhalaciones que tiene el volcán van a estar acompañadas de una gran cantidad de gases que contienen vapor de agua, dióxido de azufre y dióxido de carbono. Las nubes de gases también tienen ciertas peculiaridades y si se acumulan también pueden ser peligrosas para la salud, pero el principal fenómeno que representa un peligro es la nube de cenizas.

La ceniza volcánica es básicamente roca fragmentada que queda menor a dos milímetros, no es equiparable a cuando, por ejemplo, quemamos un tronco, en este caso, al ser roca fracturada y pequeños cristales son elevados y llegan a la región de los vientos. Ahí es cuando existe peligro para la salud, porque no debería inhalarse y respirar, tampoco debería entrar en nuestra vista, justo porque son pequeños pedazos de roca y esta puede ser filosa y causarnos problemas a nivel respiratorio. Esto representa un peligro para humanos, pero también para mascotas, plantaciones y áreas vegetales; la infraestructura también se puede dañar y colapsar, además de la visibilidad del tráfico aéreo.

—¿Podríamos anticipar una erupción?

La especialista hace una analogía. Una erupción es como cuando nos va a dar una gripa, vamos presentando algunos síntomas como dolor de cabeza, cuerpo cortado, estornudos; con eso podemos pensar que hay evidencia y puede ser que me vaya a enfermar, pero nada nos asegura que realmente va a pasar hasta que evoluciona la enfermedad, con los volcanes es lo mismo, tenemos muchos síntomas (parámetros) que se analizan para saber qué es lo más probable que va a pasar, sin llegar a la predicción.

Recordó que para seguir el movimiento actual del volcán y no especular podemos seguir al Centro Nacional de Prevención de Desastres, quien saca un boletín diario sobre la actividad del volcán, esto incluso en momentos en que no hay explosiones. Cuando hay alguna actividad extraordinaria la misma institución realiza ruedas de prensa y actividades informativas para la población. También existen datos a través del Instituto de Geofísica de la UNAM, protección civil y gobiernos estatales. Esta es la información oficial.

nelly.toche@eleconomista.mx

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