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Premio Princesa de Asturias reconoce aportaciones contra diabetes y obesidad

Se trata de los galardones entregados por la heredera al trono español, Leonor de Borbón, y que están destinados a honrar la labor científica, técnica, cultural, social y humana realizada por personas, instituciones, grupos de personas o de instituciones en el ámbito internacional, aunque con especial atención en el ámbito hispánico.

Foto: Cortesía Fundación Princesa de Asturias (FPA)

El jurado del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2024 dio a conocer este 5 de junio que los científicos Joel Habener, Jens Juul Holst, Daniel J. Drucker, Svetlana Mojsov y Jeffrey M. Friedman, son los receptores del galardón por establecer las bases endócrinas de la diabetes y la obesidad, patologías que son un problema global de salud pública.

El físico Pedro Miguel Echenique, presidente del jurado aseguró que el veredicto fue por unanimidad: “Estas investigaciones han conducido al desarrollo de tratamientos que ya están disponibles y que están mejorando la calidad de vida de cientos de millones de personas en todo el mundo”.

Agregó que “estos trabajos están teniendo un enorme impacto clínico y social, ya que han permitido por primera vez el desarrollo de fármacos eficaces para combatir la diabetes y la obesidad. Además, permiten mitigar patologías asociadas como las cardiovasculares”. Recordó que este año aspiraban al premio 48 candidaturas de 17 países.

En los últimos años se ha producido un gran avance en el tratamiento de la diabetes tipo 2, esto gracias a la aparición de fármacos que utilizan como principio activo la semaglutida, un péptido (moléculas que se unen entre sí) semejante a una hormona, se trata del glucagón-1 o GLP-1.

¿Cómo funciona? El GLP-1 juega un papel de contrapeso de la insulina en el equilibrio del azúcar en sangre. Cuando el nivel de azúcar baja, el glucagón induce al hígado a liberar glucosa y cuando sube se genera más insulina, que se encarga de reducir el exceso. Además, la semaglutida produce una notable reducción del apetito, lo que ha convertido en un éxito al Ozempic, uno de los fármacos producidos con este principio activo.

La revista Science designó a estos fármacos contra la obesidad como el mayor avance científico de 2023, sin embargo, como dato curioso, hasta ahora en un premio no se le había dado crédito a la bioquímica estadounidense Svetlana Mojsov, quien tuvo un papel esencial en aquellos primeros estudios, cuando trabajaba en el Hospital General de Massachusetts.

El quinto premiado es el médico Jeffrey M. Friedman, que en 1994 descubrió la leptina, una hormona elaborada por las células grasas que ayuda a controlar la sensación de hambre y la cantidad de grasa almacenada en el cuerpo. Cada uno con su aportación ha logrado una revolución en el tratamiento de estos padecimientos que aquejan a alrededor de 900 millones de personas en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

La relevancia de su investigación

Se sabe que hoy millones de personas reciben los medicamentos surgidos de la revolución científica iniciada por los cinco investigadores. El más conocido hasta hoy es la semaglutida, un fármaco de la empresa Novo Nordisk, vendido con el nombre comercial de Ozempic, que imita la actividad de GLP-1 y, junto a una dieta sana y deporte, mejora los niveles de azúcar en la sangre en personas con diabetes tipo 2, además reduce el riesgo de infarto e ictus. Otras farmacéuticas como Eli Lilly and Company también ofrece medicamentos agonistas del GLP-1, como dulaglutida (Trulicity) y tirzepatida (Mounjaro).

“Afortunadamente estamos viviendo la mejor etapa de conocimiento en la historia de la diabetes tipo 2”, asegura el Dr. Enrique Caballero, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. “Ahora sabemos que debe prestarse atención al peso, las grasas, la presión, riñones, entre otras complicaciones”, compartió el endocrinólogo dedicado a la diabetes a El Economista durante el Novo Nordisk Leaders Summit, cuando se dio a conocer que en México podríamos tener la versión oral de semaglutida.

En su momento, expuso que la diabetes es una enfermedad crónica, que por ahora no se puede curar, pero se puede controlar. Se caracteriza porque los niveles de glucosa en sangre –a lo que llamamos azúcar– están elevados. Cuando esto sucede, se va a tejidos y órganos en los que normalmente no está presente y que los puede lastimar.

“Realmente es difícil pensar en un órgano que se salve de esto. La diabetes puede afectar los ojos, los riñones, la función sexual, la circulación periférica y hasta la circulación al cerebro (eventos vasculares), de hecho, la enfermedad cardiovascular es la número uno de muerte en las personas con diabetes”.

Hizo hincapié en que cuando uno habla de diabetes, no debe pensarse sólo como un problema de azúcar, pues la persona con esta condición frecuentemente tiene otras alteraciones, por ejemplo, el exceso de peso, que es muy común (casi en el 80% de los pacientes); presión elevada (hipertensión); problema de las grasas (colesterol elevado, triglicéridos, HDL bajo). “No solo es bajar el azúcar sino controlar también otros problemas” y lo hallazgos que hoy se premian justo atienden a otros problemas, como el sobrepeso.

Hoy por primera vez también hay medicamentos que no solamente bajan el azúcar, sino que tienen un efecto benéfico en otros elementos, sobre todo en el peso corporal. “Hace algunos años había medicamentos que, si bien bajaban el azúcar, que son las sulfonilureas, en combinación con la metformina, que es el caballo de batalla y sigue siendo la piedra angular del tratamiento, ahora se tienen dobles y triples beneficios”.

Los nuevos medicamentos son inteligentes, en el sentido de que trabajan para bajar el azúcar, pero nunca la llevan a un nivel que sea peligroso para los pacientes. Además, bajan el peso y no causan hipoglucemia. Incluso hay algunos medicamentos que ahora disminuyen el riesgo de enfermedad cardiovascular y renal. “Esto es algo que nunca habíamos experimentado, es una etapa muy diferente la que se está viviendo”, concluyó.

Sobre el premio Princesa de Asturias

Cada Premio Princesa de Asturias está dotado con 50,000 euros y una escultura de Joan Miró. El premio científico es el séptimo de los ocho galardones internacionales que anunciará este año la Fundación Princesa de Asturias. El 12 de junio se anunciará el último veredicto, el correspondiente a la categoría de Concordia.

nelly.toche@eleconomista.mx

Periodista de ciencia en la sección Arte, Ideas y Gente de El Economista. Cuenta con maestría en periodismo sobre Políticas Públicas por el CIDE y es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UVM.

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