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Arte e Ideas

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“Que la ciudad eructe arte” con optimismo: Rodrigo de la Sierra

“Timo es el marco de una puerta donde el espectador se detiene y todo lo que está en el interior es su propia historia”.

“Necesitamos que la ciudad eructe arte para recuperar el optimismo tras este encierro por la pandemia”, dice Rodrigo de la Sierra, arquitecto y escultor reconocido por Timoteo (Timo), el personaje que desde 2008 se ha vuelto casi omnipresente en la ciudad de México y en otras del país.

El artista opina que a esta ciudad le hace falta más arte urbano: “Nunca es suficiente”, dice. “Tenemos una gran cantidad de espacios públicos y mobiliario urbano que pueden ser intervenidos: las paredes, las calles, las plazas, los parques, las banquetas, el Metro, y hasta las carreteras”, pero lamenta que nadie esté pensando en crear nuevos espacios culturales públicos.

“Sí la gente no puede ir en este momento a los museos, hay que acercar el arte a la gente”, señala, “eso es lo que yo he querido hacer en todo este tiempo, que la gente pueda tener contacto con el arte a través de una ventana”.

Añade que el arte urbano, además de embellecer el paisaje, aumenta la plusvalía, moviliza a los ciudadanos a buscar espacios más bellos y armónicos y genera un sentido de orgullo y de pertenencia.

Apunta que es necesario crear e invertir en el arte urbano en las periferias, para embellecerlas y darles valor, porque una obra en un espacio público contribuye al mejoramiento urbano y a convertir lugares conflictivos en espacios de convivencia social. “El arte ayuda a la transformación continua de una ciudad”, señala.

Respecto del Complejo Cultural Bosque de Chapultepec, espacio escultórico y museístico por excelencia en la capital mexicana, para el que se destinaran 10,000 mil millones de pesos en los próximos años, Rodrigo de la Sierra expresa que “sería fenomenal rehabilitar muchos espacios”, con un proyecto integral que haga que convivan el arte y la naturaleza en condiciones de seguridad, con museos que no sean invasivos sino que se integren al entorno y lo respeten.

Sobre su obra, Rodrigo dice que no está enclavada necesariamente en tocar un solo tema: “La connotación de mi obra se puede aplicar a muchas circunstancias y a muchos momentos, como los que estamos viviendo, pero siempre intenta aportar un punto de luz y de esperanza”, dice. 

Timoteo, en particular, es como un reflejo de cada uno de nosotros, una especie de alter ego. “Timo es el marco de una puerta donde el espectador se detiene y todo lo que está en el interior es su propia historia”.

Pese a su imagen bonachona y juguetona, Timoteo es profundamente introspectivo. Es el ser humano en búsqueda constante. Como todos, se enfrenta a la duda, al miedo, al sinsentido, al fracaso, al egoísmo, al tedio, a la nostalgia y al amor, pero sin perder el optimismo y “sin tomarse demasiado en serio”.

Su presencia es variada en temas y polivalente en significados, pero en estos tiempos de pandemia adquiere un motivo singular y nos remite al drama de la muerte, al confinamiento y a la resiliencia. Lo podemos apreciar en El peón, Timo venciendo a la muerte en una partida de ajedrez; Memento mori, un contingente de Timos huyendo de la Parca; Los nómadas portando mascarillas antigás; Éxodo, Timos encapsulados en esferas de resina; Lo que quedó en el camino, que muestra a Timoteo en la popa de una barca, y Horizonte, que es justamente la escultura que hace unos días sustituyó a El vigilante en el espacio escultórico de El Economista.

Un nuevo horizonte

Horizonte representa una barca a punto de ser hundida por varios Timos agrupados en la popa, pero uno de ellos sobresale en la proa. Y aunque fue creada en 2017, el escultor señala que en estos momentos adquiere un significado muy particular: “Puede representar la resiliencia, la capacidad de separarte de las adversidades y mirar hacia el horizonte”.

También puede significar “salir de la mediocridad, de la monotonía; distanciarse del discurso colectivo que aturde y aletarga a la masa; y si uno tiene la capacidad de sacudirse eso, de separarse de eso y dar el primer paso, tiene la oportunidad de ver hacia adelante, hacia el horizonte, de eso trata la pieza.”

Los Timos en la popa “pueden representar a una persona, con sus miedos, sus problemas y situaciones que intentan hundir su vida, y el Timo que está en la proa representa esa capacidad de separarte, contemplar el horizonte y superar la adversidad”, dijo Rodrigo de la Sierra.

Horizonte es una escultura elaborada en bronce a la cera perdida que mide 5 metros de largo, 2 de ancho y 2.5 m de altura, y está recubierta con una resina que la protege contra la intemperie.

Estará de huésped sobre Avenida San Jerónimo 458, en Jardines del Pedregal, compartiendo espacio con el Animal, de Mathias Goeritz, por los próximos seis meses.

El vigilante, por su parte, fue trasladado a la confluencia de Boulevard de la Luz y Paseos del Pedregal, y formará parte del paisaje urbano de la alcaldía Álvaro Obregón.

¿Quién es?

Rodrigo de la Sierra (Ciudad de México, 1971) estudió arquitectura en la Universidad del Valle de México y después de ejercer su carrera cursó artes plásticas durante 4 años en talleres de escultura en Círculo de Arte, cursos de modelado, talla en madera, moldes y vaciado y escultura figurativa en la Universidad Iberoamericana y continúa su formación de modo autodidacta. Además de México, ha logrado exponer en países como Italia, China, Corea del Sur y Estados Unidos. En 2016 recibió el Doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma del Estado de México, que nombró en su honor la Plaza del Arte Rodrigo de la Sierra “Timoteo”.

francisco.deanda@eleconomista.mx

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