Un público listo para la revolución

"Tengo entendido que sí se puede fumar aquí, ¿cierto?", preguntó antes de acceder a sentarse el líder y vocalista de la No Smoking Orchestra (Orquesta de No Fumar), que no es su más celebre integrante, Emir Kusturica, sino Dr. Nele Karajli?, un amigo del cineasta desde antes de la guerra que dio fin a la antigua Yugoslavia y los llevó a ambos a desplazarse de Sarajevo a Belgrado, Serbia.

"Cada año convocamos elecciones en la banda para decidir quién manda, y Emir y yo siempre somos los candidatos. Todas las veces he ganado yo, pero le digo que no se apure, que él puede ser el representante de relaciones públicas".

En efecto, es posible que, si el nombre del cineasta, uno de los pocos que ha ganado dos Palmas de Oro en Cannes, no figurara en el cartel, la agrupación no habría juntado, por ejemplo, a más de 100,000 espectadores en el último Festival de Jazz de Montreal. Pues al apogeo inicial de la primera encarnación del grupo, en el Sarajevo post-Tito de los años 80, le siguieron años de exilio, guerra, represión y separación.

Y no fue sino hasta 1999 cuando el nombre de Emir se añadió a la parte de la agrupación que se quedó en Belgrado, aunque éste ya había tocado con ellos, como "miembro de tiempo compartido" desde mediados de los años 80.

Más que conciertos, lo que ofrece la No Smoking Orchestra son explosiones escénicas de músicos disfrazados -en el Festival de Jazz de Montreal, y a pesar de los más de 30 grados, Nele iba vestido con un leotardo azul metálico hasta los tobillos y alas de murciélago-, que además de hacer música se turnan las percusiones, saltan, se ríen, intercambian miradas cómplices, hacen trucos circenses con la guitarra o el violín. O la tuba, un instrumento que no suele figurar en una banda cualquiera. Es más, Nele asegura que Emir es "la única persona en la historia del rock que aprendió a tocar la guitarra en el escenario, sin ensayar; así aprendió y con cada concierto se vuelve mejor".

Cuesta trabajo creerlo, pues en cualquiera de las películas de Kusturica es evidente que se trata de un artista minucioso. Uno al que le gusta el trabajo duro y bien cuidado: hay miles de maneras más sencillas de hacer un largometraje de ficción que con las capas y capas superpuestas de música, tragedia, disparates, ternura y humor que componen obras como Underground o Gato Negro, Gato Blanco, cual atuendos gitanos. O altares churriguerescos parodiados por un iconoclasta sensible e inteligente.

De modo que, al verlo ahí parado, cuan largo es, con su greña, su sonrisa y su guitarra, uno se lo figura en su tiempo de recreo, como si las tupidas giras fuesen el esparcimiento de un hombre que conoce el rigor -de la guerra, del trabajo, del éxito incluso- pero que, como pocos, se rehúsa a estancarse en ninguna clase de expectativas que no sean las propias. Y, si es el caso, a uno no le queda más que agradecer que esté ahí enfrente y no en alguna playa del Adriático.

Además, por supuesto, no todo se queda en el desmadre y la improvisación: "tenemos algunas canciones donde queremos mostrar que también somos buenos músicos", bromea Nele que, durante su juventud en Sarajevo, no sólo fue un popular e irreverente músico punk, sino que presagió la inminente guerra en un programa de sátira, con un humor similar al de Monty Python, aunque mucho más político.

"Los tiempos turbulentos son muy buenos para el arte y muy malos para la gente común. Por ejemplo, es una lástima que Dostoyevsky no haya vivido en mi país al final del siglo XX, habría escrito algo mejor que Crimen y Castigo". Se ríe.

"Sólo queríamos cambiar el mundo", dice de los años en que formó su primera banda de garage. "Y todos estos años he tenido la misma motivación para trabajar. Por supuesto no soy estúpido, y sé muy bien que para cambiar el mundo se necesita mucho más influencia que el sonido, pero ése es el motor, la máquina que nos mueve".

Uno de sus proyectos a futuro es una nueva versión de Aída. La primera ópera que hicieron, "Time of the Gypsies", utilizaba sonidos tradicionales gitanos, y en la canción "Lorenzo", de hecho, se retoman elementos de Rigoletto. Pero esta vez, para celebrar los 110 años de la muerte de Verdi, la idea es establecer conexiones aun más fuertes entre su propio estilo de música gitana (que llaman "unza unza"), y la música de Verdi.

Casi al final de una gira de casi tres años que incluyó países tan diversos como Argentina, México, Francia, Líbano, Corea, Canadá, y su primera visita a Estados Unidos, Nele piensa que el público es el mismo en todo el mundo: "gente joven de, no sé, 20 a 80 años; gente con curiosidad por tipos distintos de música". Pues, está convencido, la industria musical ha matado al rock, y eso explica que la gente se interese en los sonidos singulares, inclasificables, de la No Smoking Orchestra.

Más adelante se retracta para asegurar que el de México es el público más revolucionario que han tenido. "En todo el mundo la gente disfruta del espectáculo y tiene esa... emoción de unirse en esa protesta que llamamos revolución musical. Pero cuando tocamos en México -y lo hemos hecho varias veces- siento que, si tuviéramos rifles, armas, la gente empezaría una revolución ahí mismo. Por eso Emir decidió hacer la película sobre Pancho Villa, porque cada vez que toca en México siente que están listos para la revolución."

-¿Cuándo?

-No sé exactamente, tienes que preguntarle a él, yo no soy su agente de RP; él es el mío.

Frases:

Emir (Kusturica) decidió hacer la película sobre Pancho Villa porque cada vez que toca en México siente que están listos para la revolución .

Los tiempos turbulentos son muy buenos para el arte y muy malos para la gente común. Por ejemplo, es una lástima que Dostoyevsky no haya vivido en mi país al final del siglo xx, habría escrito algo mejor que Crimen y castigo .

Sólo queríamos cambiar el mundo , sobre su primera banda de garage.

Dr. Nele Karajli?

Pancho Villa, hasta el momento