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Urgen a preservar y digitalizar el Archivo Técnico de Arqueología del INAH

A lo largo de 50 años, el acervo inestimable para arqueólogos e investigadores fue conocido como ‘Archivo Don Pepe’; luego de ser removido de su sitio original terminó en una bodega, y ahora proponen que se le restituya y dignifique con un espacio adecuado y con el nombre de quien lo conformó: Don José Luis Ramírez Ramírez.

José Luis Ramírez Ramírez, Don Pepe, fue un notable colaborador y profundo creyente de la labor del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Él se dio a la tarea de conformar un archivo de gran valor con lo que para otros era simple papelería, burocracia y documentación, pero que con el tiempo fue convirtiéndose en base de exploraciones arqueológicas e investigaciones que derivaron en tesis de licenciatura y posgrado.

El miércoles 25 de noviembre de 2020, don Pepe dejó de existir, con 75 años y más de 50 al servicio del INAH. Para él lo más importante era no irse sin haberle dado algo de beneficio a la arqueología mexicana y lo logró al crear prácticamente el Archivo Técnico de Arqueología del INAH. Pero, ¿qué ha pasado desde la partida del hombre que más conocía y creía en este espacio de conocimiento?

En entrevista para El Economista, Gustavo Ramírez Castilla, secretario general del Sindicato Nacional de Profesores de Investigación Científica y Docencia del INAH comparte que el archivo sigue siendo en primera instancia administrativo, pues ahí se resguardan los informes técnicos y los resultados de las investigaciones, además de permisos y autorizaciones. “Toda la información de investigaciones arqueológicas nacionales y extranjeras que se realizan en el país se encuentra ahí”.

Pero la verdad es que no es solamente un archivo administrativo, “es un archivo histórico en términos de cómo lo marca la Ley General de Archivos, porque contiene información relevante de una disciplina en particular que es la arqueología y donde hay archivos desde mediados del siglo XIX”. Dijo que hoy su consulta es básica para cualquier investigación arqueológica que se pretenda realizar en el país, porque ahí están muchos de los antecedentes. Además no solo lo consultan arqueólogos del país, sino que llegan de todas partes del mundo a buscar información.

Ramírez Castilla platica que desde que falleció don Pepe, ese archivo quedó en manos de la jefa del archivo, Beatriz Adriana Espíndola Serna, este es un cargo administrativo que  existe hace más de 10 años y son plazas que se concursan a través del servicio profesional de carrera. Ahí hay una anécdota porque curiosamente don Pepe no pudo concursar por esa plaza, a pesar de ser el mayor conocedor y protector del acervo, por lo que se le mantuvo en un cargo honorario.

A pesar de ello, el investigador asegura que don Pepe siempre fue una figura fundamental en la operación y manejo del archivo, “porque él además de inventar un sistema propio para clasificar los documentos, también tenía una memoria excelente, él recordaba dónde estaba casi todo, por lo que era muy fácil para los investigadores llegar con él y simplemente preguntar dónde conseguir información de tal región, zona, proyecto, investigación; él siempre sabía”.

Recuerda que también había veces que los corregía, “cuando presentábamos una publicación, se acercaba y nos decía nuestros faltantes en la investigación, mismos que él sabía dónde encontrarlos dentro del archivo, su memoria privilegiada  siempre fue de gran auxilio para todos los investigadores que hacemos arqueología”.

El acervo necesita un lugar digno y digitalizarse

Todos en el gremio arqueológico y quienes supieron de su labor, lamentaron mucho la partida de don Pepe, sin embargo el archivo tiene que seguir operando, pues existe la estructura administrativa para hacerlo. Este particularmente se alberga en las instalaciones del Consejo de Arqueología, en Avenida Revolución 1900, colonia Tizapán San Ángel, ahí donde se revisan y aprueban los proyecto o informes que después pasan al archivo para la consulta posterior.

Sin embargo, ahora lo que se está solicitando al director general del INAH, Diego Prieto, es que se le dé seguimiento a la solicitud que don Pepe ya había hecho en su momento, que es que el archivo técnico tenga unas instalaciones dignas y adecuadas para su resguardo, conservación y consulta, además, pensando que en el futuro seguirá aumentando la información, se requiere un espacio de crecimiento para los próximos 20 o 30 años. “Hasta ahora hay un proyecto para que el archivo se traslade a un espacio del Museo Nacional de Antropología, pero el proyecto no se  ha podido concretar debido a los recortes presupuestales y la pandemia”.

Ramírez Castilla también consideró necesario que se implementen otros sistemas, ”porque en estos tiempos ya no es viable solo tener información impresa”, mucho se facilitaría la consulta si se digitaliza el material y se pone  al servicio de la ciencia a través del propio internet en un repositorio. “Creemos que el archivo tiene que modernizarse para ofrecer un mejor servicio”.

Por otro lado, es importante pensar en términos de la mejor conservación de estos documentos, porque el archivo no se compone de solamente informes impresos, también hay un gran acervo fotográfico, de planos a mano y pintados, además de donaciones de acervos a disposición del INAH, son bibliotecas que no se han podido poner al servicio de la comunidad porque no hay espacio ni infraestructura.

El entrevistado concluye que son muchos retos los que hay que superar para que el archivo esté en condiciones, y una vez que esté acorde a las necesidades, también se está solicitando que se le de el nombre de José Luis Ramírez Ramírez, “en honor a nuestro querido Pepe, que fue el creador de este archivo. Sería un digno reconocimiento para su importantísima labor al servicio de los mexicanos”.

En junio de este año, durante una mesa de análisis convocado por el sindicato de investigadores, los arqueólogos Leonardo López Luján y Luis Alberto López Wario calificaron de inaceptable el desdén que el Consejo de Arqueología del INAH ha tenido hacia el Archivo Técnico de Arqueología, que durante 50 años conformó don Pepe, y que en los últimos años ha sido confinado en una bodega “por funcionarios que minimizaron su importancia y no entendieron su utilidad".  Allí mismo, los investigadores propusieron que el acervo retornara a la Casa del Marqués del Apartado, donde tendría un lugar digno y donde su creador deseó que se albergara.

El archivo Don Pepe

Desde 1968, como abad de un antiguo monasterio, José Luis Ramírez Ramírez, don Pepe, integró y clasificó un acervo que contiene casi 10,000 expedientes, e informes de campo y de investigación de los trabajos arqueológicos realizados en México en las últimas décadas, pero también valiosos documentos que constituyen un corpus que va del siglo XVIII al XXI, y que se ha enriquecido con los archivos personales de arqueólogos eminentes ya fallecidos, lo que lo convierte en uno de los repositorios de arqueología más relevantes en el mundo y en una herramienta de consulta invaluable para los estudiosos e interesados en la materia.

Este archivo conserva además, planos, registros a mano, fotografías, mapas, escritos inéditos y tesis de arqueología. Es una caja de tiempo de la arqueología mexica del último siglo a la fecha.

nelly.toche@eleconomista.mx

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