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México debe priorizar los programas para combatir la informalidad: Guy Ryder

La recuperación de la crisis por la Covid-19 "es mucho más lenta, incompleta, desigual y frágil” de lo que se pensaba, lo que demanda un diálogo social activo para identificar soluciones entre gobierno, sindicatos y empresarios, destacó el director de la OIT.

Guy Ryder, director general de la OIT. Foto: EspecialFoto: Especial

La pandemia dio marcha atrás a los avances logrados por México para formalizar la economía, por lo que se deben priorizar nuevamente las políticas para atender el problema de la informalidad, sin ello no mejorará la calidad del empleo, advirtió Guy Ryder, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Si bien los empleos informales fueron los más afectados en los primeros meses de la emergencia sanitaria por la covid-19, este renglón ya regresó a los niveles reportados antes de la pandemia. De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), la tasa de informalidad laboral en México es de 55.6% y abarca a 31.4 millones de personas.

“México estaba luchando para formalizar las actividades informales. México había avanzado en ese tema, lamentablemente con la crisis se ha dado marcha atrás a estos avances. Éste es un tema que México tiene que continuar priorizando; la calidad del empleo tiene que ver con la formalización del empleo, eso es importante”, expresó Guy Ryder.

En conversación con El Economista, el director general de la OIT destacó además que México debe aprovechar la coyuntura en las que se “están rehaciendo las cadenas internacionales de valor” para posicionar sus industrias gracias a su cercanía con Estados Unidos y, como resultado, sentar las bases para ofrecer empleos de mejor calidad en el país.

Reconoció que a dos años de pandemia, se ha demostrado que la recuperación social de la crisis originada por la Covid-19 "es mucho más lenta, incompleta, desigual y frágil” de lo que se pensaba, lo que demanda un diálogo activo entre gobierno, sindicatos y empresarios para identificar soluciones en conjunto.

“La reforma laboral tiene un papel importante en esto porque abre la puerta al proceso de diálogo social, a la concertación entre gobierno, sindicatos y organizaciones patronales, que en el mundo es algo que se ha demostrado ser de gran valor en la identificación de soluciones acordadas para los grandes desafíos que ha planteado esta crisis. Creo que todas estas categorías merecen ser estudiadas por las autoridades y los actores sociales mexicanos”, apuntó.

Repercusiones de largo plazo

Algunos de los daños “potencialmente duraderos” que ha dejado la pandemia, expuso, tienen que ver con la reducción de la participación laboral de las mujeres, los vacíos que dejará en los jóvenes la interrupción de su formación profesional por el cierre de centros educativos, el crecimiento de la inactividad laboral y la ampliación de las brechas de desigualdad, entre otros.

“Vivíamos en un mundo muy desigual antes de la crisis. La crisis ha puesto de manifiesto estas desigualdades y lamentablemente las ha hecho más agudas todavía. Así que inactividad en el mundo del trabajo, falta de puntos de inserción y desigualdad y exclusión” son parte de los problemas que ha potencializado la crisis originada por la pandemia, expresó.

El organismo presentó este lunes el informe Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Tendencias 2022, en el cual estima que debido al impacto de las nuevas variantes del SARS-CoV-2, como Delta y Ómicron, continuará la inestabilidad en el mercado laboral en el mediano plazo, con la pérdida del equivalente a 52 millones de trabajos de tiempo completo este año.

A decir de Guy Ryder, esto “demuestra que todavía no estamos fuera de esta crisis, que no hemos salido de la crisis. Esta cifra es muy superior a la cifra que habíamos publicado en junio del año pasado, que fue de 26 millones de puestos de trabajo, lo que implica que hay problemas, y que esta pandemia está provocando una situación que es preocupante”.

En el documento se destaca que la pandemia ha comenzado a provocar cambios económicos estructurales que podrían llegar a afianzarse y a dejar consecuencias permanentes para el mercado del trabajo. Algunos de estos problemas son la reducción de las horas de trabajo, el crecimiento de las plazas laborales temporales y la transformación tecnológica que le permitirá a las empresas ahorrar mano de obra.

“La pandemia está exacerbando diversas formas de desigualdad, desde la intensificación de las desigualdades de género hasta la ampliación de la brecha digital. Los cambios en la composición de las relaciones de trabajo –como la dependencia del empleo informal por cuenta propia para ganarse la vida, el aumento del trabajo a distancia y las diversas tendencias en materia de trabajo temporal– podrían deteriorar la calidad de las condiciones de trabajo”, se puntualiza en el documento.

Periodista. Actualmente es el editor de El Economista online. Entre 2019 y 2023 coordinó Capital Humano en sus versiones en línea e impresa. Tiene una especialización en periodismo de finanzas y negocios, y en periodismo de datos.

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