Buscar
Capital Humano

Lectura 6:00 min

Tecnología y desempleo: ¿Un paradigma falso?

La digitalización, la automatización y la inteligencia artificial no sustituirán a la humanidad, pero sí exigirán nuevas competencias y un enfoque constante en el aprendizaje y la adaptabilidad por parte de los trabajadores.

Aquéllos que tuvieron el privilegio de ver la película “Talentos ocultos” (Hidden Figures) recibieron una lección basada en hechos reales sobre la intersección entre el empleo y la tecnología, entre la humanidad y la digitalización.

La película relata la historia de Katherine Johnson, una matemática afroamericana, junto con sus colegas Dorothy Vaughan y Mary Jackson, quienes desempeñaron roles fundamentales en la NASA. Gracias a su habilidad para reinventarse basada en sus notables aptitudes, contribuyeron significativamente, a través de sus cálculos, al logro de John Glenn como el primer astronauta estadounidense en completar una órbita completa alrededor de la Tierra.

La riqueza de la película radica en la amalgama de elementos raciales en una sociedad entonces segregada, el talento excepcional de estas tres mujeres trabajando en un entorno predominantemente masculino y sus logros históricos individuales.

Sin embargo, el tercer elemento propuesto por la película es particularmente relevante: la "lucha" entre el ser humano y la máquina, la intención de esta última de reemplazar al primero.

Si nos apartamos por un momento de la trama de la película, comprendemos que, al final, la historia contiene un elemento esencial, hábilmente entrelazado con eventos sociohistóricos: la confrontación entre el ser humano y la máquina, la cual busca suplantar al primero.

No es nada nuevo, en las primeras décadas del siglo pasado, vimos el gran temor –traducido en huelgas complejas– de los trabajadores ante el miedo de ser sustituidos por la fuerza, en este caso refiriéndose más a la fuerza física que a la académica. Sin duda alguna se perdieron muchas fuentes de trabajo, parte de la denominada Gran Depresión, pero pasando apenas un par de lustros para que aparecieran trabajos y oficios nuevos. Algunos de estos estaban relacionados con las máquinas mismas, la mayoría de ellas hacia la creación de nuevos negocios e industrias que permitieran un mayor uso de la capacidad pensante del individuo.

Si bien las cifras de desempleo —y más las de subempleo— fueron y siguen siendo preocupantes, no ocurrió la debacle anticipada. El ser humano retomó su ingenio para mejorar la calidad y la eficiencia de las mismas máquinas, por una parte; por la otra, empezó el desarrollo de otras actividades industriales, de servicios y hasta el auge de la misma banca y el sector asegurador y provisional. El desempleo se amortiguó no bajo los esquemas tradicionales sino a través de la generación de nuevos oficios y nuevas industrias. Esta discusión aún persiste.

El papel complementario de la tecnología

Preguntada Margaret Thatcher en un foro global frente a Bush y Gorbachev sobre la prevalencia de la tecnología –el internet para la época– sobre la humanidad y la moral, quien fuera ingeniera química señaló con certeza que la tecnología y la ciencia están lejos de ser sustitutivas de la humanidad, más bien la complementan. Y aunque esta posición de la Dama de Hierro tiene más de cuatro décadas, es totalmente aplicable hoy.

La digitalización, la automatización y la consolidación de la inteligencia artificial de ninguna manera reemplazarán a la humanidad, pero sí transformarán la forma en que las personas interactúan con la tecnología, requiriendo el desarrollo de competencias que, aunque distintas, se derivan de las originales. La virtud del cambio constante, el aprendizaje para trabajar en entornos en constante evolución y la necesidad de aprender se vuelven imperativos.

Se anticipa una transformación de los trabajos que serán indispensables, enfocándose en competencias puramente humanas y en una nueva ramificación de las ocupaciones existentes para crear interfaces de diseño más intuitivas y eficientes, una tarea que sólo podrán realizar las personas.

Otro fenómeno importante es que las personas son contratadas más por su experiencia y habilidades que por sus competencias. Esto conlleva a dos cambios significativos: la prevalencia del "saber hacer" frente a la prevalencia del "poder hacer". Lo primero proviene de la educación, lo segundo de la práctica; hoy día, esto se asemeja a un retorno a la búsqueda de oficios en contraposición a años buscando personas con títulos y maestrías.

Esto de ninguna manera implica un abandono o menosprecio a la educación, sino un cambio hacia lo que la educación puede ofrecer en términos de resultados. Muchas empresas, especialmente las multinacionales, han eliminado los requisitos profesionales, otorgando equivalencias en años de trabajo y experiencia.

Por lo tanto, la digitalización no debería generar pérdidas de empleo, sino más bien la relevancia de unos sobre otros, de una manera diferente a como la concebimos hoy. Las posiciones que pueden realizarse bajo la modalidad de trabajo en casa tendrán una naturaleza y evaluación distintas a aquellas que exijan trabajo presencial.

A manera de síntesis, la interacción entre la tecnología y el empleo es un tema que ha persistido a lo largo de la historia, evidenciando temores y desafíos similares en distintas épocas. A través de la narrativa de "Talentos ocultos" y la reflexión sobre eventos sociohistóricos, queda claro que la tecnología no se debe ver necesariamente como una amenaza para el empleo, sino más bien un catalizador para la transformación y la evolución.

La lección de mujeres como Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson destaca la capacidad humana para adaptarse y reinventarse frente a los avances tecnológicos. La lucha entre el ser humano y la máquina no implica una eliminación, sino más bien una redefinición de roles y competencias, y siempre una complementariedad.

La digitalización, la automatización y la inteligencia artificial no sustituirán a la humanidad, pero sí exigirán nuevas competencias y un enfoque constante en el aprendizaje y la adaptabilidad. No seremos reemplazados por la inteligencia artificial sino por una persona que sepa manejarla y la incorpore a su trabajo y competencias.

No debemos percibir esta evolución como una amenaza a la estabilidad laboral, sino como una oportunidad para la relevancia y la innovación. La naturaleza cambiante de las posiciones laborales, la diversificación de las ocupaciones y la necesidad de habilidades humanas destacan la importancia de adoptar una mentalidad de aprendizaje permanente.

Así, la lección de estas mujeres pioneras nos insta a abrazar el cambio, reinventarnos y contribuir de manera fundamental al progreso, como lo hicieron ellas al llevar al hombre a la luna.

Tiene una carrera de más de 30 años en áreas de Recursos Humanos en las industrias de consumo masivo, aviación y de servicios financieros. Hoy es Director de Capital Humano de Alpura. Es abogado con estudios de ciencia política y desarrollo humano en Cornell University, University of Notre Dame, University of Asia and the Pacific, Pontificia Universidad Javieriana y el ITESM. Es consultor, autor y profesor universitario.

Únete infórmate descubre

Suscríbete a nuestros
Newsletters

Ve a nuestros Newslettersregístrate aquí

Últimas noticias

Noticias Recomendadas