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Capital Humano

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Trabajadoras del hogar inauguran la Casa Aída, un centro de capacitación

Aunque en los últimos años han logrado varias conquistas, las empleadas del hogar deben continuar su formación laboral y política, explica Marcelina Bautista. También es importante recuperar la memoria histórica de la lucha, por eso trajeron a México el nombre de la defensora de los derechos laborales de este gremio, la chilena Aída Moreno.

Abrazadas, las dos mujeres temblaban de emoción. María del Socorro Pérez Díaz, trabajadora del hogar, volvía a su infancia e imaginaba que Marcelina Bautista Bautista, una de las líderes más importantes de las empleadas del hogar en México y Latinoamérica, era también una niña, como cuando ambas comenzaron a trabajar en casas ajenas, con idiomas diferentes, personas extrañas y en ciudades lejanas a sus familias.

“Escucho sus testimonios y me doy cuenta que muchas empezamos a trabajar cuando éramos chiquitas. Hoy quiero abrazar a esas niñas” que limpiaron y cuidaron y que, a cambio, recibieron agresiones, les dijo María del Socorro Pérez a sus compañeras. “Nos regañaban porque no podíamos hablar español, porque nuestra lengua es otra. Eso también era violencia”.

Pero ahora, convertidas en mujeres adultas, algunas en madres y abuelas, luchan por sus derechos laborales y los de otras trabajadoras del hogar. Ahora, 22 años después que Marcelina Bautista fundara el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH), esa organización por fin tiene una sede para continuar con la formación laboral y política del gremio: la Casa Aída, inaugurada este domingo 11, un día después del aniversario de CACEH.

A la apertura acudieron personas que les han acompañado en su larga lucha desde diferentes espacios. Como Alexandra Haas, quien desde la presidencia del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), de 2015 a 2020, se unió a esta causa. Actualmente, desde la dirección de Oxfam México sigue con ellas. 

Antes de la pandemia, en 2019, las trabajadoras del hogar organizadas consiguieron una reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) para equiparar sus condiciones laborales a las que gozan otras personas asalariadas. Hasta ese año, la legislación permitía que laboraran 12 horas seguidas, lo cual fue eliminado. El Congreso reconoció que tienen derecho a un contrato por escrito, vacaciones, aguinaldo y otras prestaciones.

Está pendiente la modificación a la Ley del Seguro Social (LSS) para que sea obligatoria su inscripción al Instituto del Seguro Social (IMSS). En tanto, continúa en operación el programa piloto de afiliación.

Su lucha estaba cosechando frutos, sin embargo, llegó la covid-19. A finales de 2019 la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) reportaba a 2.4 millones de trabajadoras del hogar, pero para el tercer trimestre de 2020 sólo 1.9 millones seguían laborando.

Los despidos sin liquidación y la suspensión de su empleo sin salario, con el disimulo de “mandarlas a descansar”, fueron constantes en ese año. La ENOE indica que en el segundo trimestre de 2022 todavía unas 150,000 no habían podido recuperar su empleo.

Y si bien en este periodo pandémico las cifras del IMSS no mostraron un descenso en el número de afiliadas al programa piloto, el crecimiento de la población inscrita no logra superar el 2 por ciento. Por ello es fundamental la capacitación en el trabajo y la formación política de las trabajadoras del hogar, que conozcan sus derechos, dijo Marcelina Bautista.

“Si nosotras no hablamos y pedimos el seguro social, los empleadores no nos los van a ofrecer”, les recalcó Estela Vázquez, una de las integrantes de Caceh. Ella está afiliada al IMSS, pero fue después de exigir de diversas formas. “Iba yo a las marchas a gritar ‘¡Yo sin seguro no trabajo!’, aguantando el sol y las caminatas, y seguía yo trabajando sin seguro”, no era coherente. Así que tomó la decisión de renunciar para ejercer presión y finalmente logró que su empleadora reconociera ese derecho y la inscribiera.

¿Quién fue Aída Moreno?

La Casa Aída se ubica en la colonia Reforma Social, con ese nombre es como si las hubieran estado esperando en ese lugar. Es un barrio popular, rodeado de los lujosos condominios de Tecamachalco, Estado de México, y de las casonas de Polanco y Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México, donde seguramente laboran miles de trabajadoras del hogar.

Fue nombrada Aída en honor a Aída Moreno Valenzuela (Chanco, 1947-2021) la histórica dirigente que formó en Chile el primer sindicato de empleadas del hogar y que fundó la Confederación Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras del Hogar (Conlactraho) en 1988. Ella fue la primera secretaria general de ese organismo regional.

“Fue mi asesora cuando fui secretaria general de la Conlactraho, de 2006 a 2012”, contó Marcelina bautista.En ese periodo lograron que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptara el Convenio 189 para las trabajadoras del hogar. “Tuvimos muchos buenos momentos y por supuesto que me llamaba la atención de lo que yo no hacía bien. Para mí fue una maestra”, recordó.

“Seguramente Aída Moreno está sonriendo en algún lugar del universo”, señaló la doctora Mary Goldsmith, una de las primeras investigadoras sobre el trabajo del hogar remunerado en México y América Latina y quien ha acompañado varias de las luchas de estas mujeres.  

“Aída Moreno fue trabajadora del hogar desde la infancia, nació en el medio rural, en medio de mucha pobreza”, comentó la antropóloga. Era también poeta, tenía una gran visión política, era latinoamericanista y feminista, pensaba que la defensa de los derechos de las trabajadoras del hogar “no sólo era un fuerte movimiento laboral en Chile, sino que debía ser una lucha colectiva” en toda la región.

La nueva etapa de Caceh

Frente a un grupo de trabajadoras del hogar que se graduaron de un curso sobre tecnologías, impartido por el Centro de Cultura Digital (CCD) Marcelina Bautista, hizo un breve recuento del trabajo de dos décadas. “Nuestra lucha comenzó el 10 de septiembre de 2000 con cinco compañeras”.

Quienes cambiamos las estructuras de un sistema que oprime a las mujeres racializadas y pobres y se ensaña con las trabajadoras del hogar “fuimos nosotras”, les dijo. “Es muy importante no olvidar lo que podemos y debemos hacer para seguir visibilizando nuestro trabajo”.

Al inicio, el objetivo de CACEH era capacitar a las trabajadoras a partir de una idea que ahora ven equívoca: “si nos tratan mal es por nuestra culpa, porque no sabemos trabajar. Pero no era eso", era todo un sistema estructural de discriminación. "El problema lo tenía la ley, que nos puso en un apartado especial donde no nos garantizaba el trabajo digno”, dijo Marcelina Bautista. Cuando se dieron cuenta de ello, agregaron formación en derechos laborales y en el cabildeo político para reformar esa estructura legal.

“Hace rato hacíamos el recuento de los 22 años que tenemos trabajando juntas y de lo significó…”, decía Rosario Ortiz Magallón, feminista, sindicalista de larga trayectoria, socióloga y exdiputada federal, pero su propio sollozo la interrumpió. “De lo que significó que dejaran la vergüenza” y se reconocieran como trabajadoras del hogar. Cuando lo hicieron, su lucha cobró forma.

A dos décadas, el CACEH se ha transformado en el Centro Nacional para la Capacitación Profesional y Liderazgo de las Empleadas del Hogar (Caceh). Uno de sus últimos proyectos es la Cooperativa para el Desarrollo Integral de las Personas Trabajadoras del Hogar Mujeres Sostenibles y, por supuesto, la Casa Aída.

El equipo de Caceh está conformado, además de Marcelina Bautista, directora general; por Mauricio Patrón, subdirector; Sofía Pablo López, coordinadora de Proyectos; Nancy Rojas, coordinadora de Capacitación; Carolina Galván, asistente de la dirección; y Fernando Montejo, responsable de las redes sociales.

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