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Crecer aún más, diseñar campos y negociar: Lorena Ochoa
En entrevista con El Economista, la ex golfista mexicana expresa las razones de consolidarse como diseñadora de campos de golf y los retos para cumplirlo.
Sólo un objeto muy especial puede guardarse durante casi tres décadas. Lorena Ochoa conserva los primeros zapatos de golf de piel con los que jugó el Junior World Golf Championship. A sus 11 años de edad, con un sombrero y collar de flores sujeta en cada brazo un trofeo, con la sonrisa de una niña que ganó el campeonato del mundo cinco años consecutivos.
“Los tengo en mi salón de trofeos, los guardo con mucha emoción porque tienen un gran significado”.
A esa edad, ella se visualizaba como la mejor del mundo, eligió a su entrenador (Rafael Alarcón) y en su personalidad aún continúa la convicción de trabajar proyectos. Lorena no pierde la capacidad de soñar.
Conocer su vida es como revisar un documento con varias pestañas, que representan múltiples facetas, entre las que es Salón de la Fama del Golf (2017), escritora, conferencista motivacional, madre, empresaria y diseñadora de campos de golf, este último en mayúsculas, porque pese a que le ha dedicado 10 años aún busca el mayor logro: “me gustaría hacer uno yo solita. Veo una oportunidad para mi en México, es un sueño que pueda tener un campo de golf con mi nombre”.
En alianza con el ex golfista australiano Greg Norman ha diseñado dos campos: el del complejo turístico de La Rivera Nayarit: Punta Canuva y otro en Belice. El peso de haber sido durante tres años la mejor del mundo en el circuito de LPGA y de retirarse con ese estandarte, no abre por sí mismo el camino para empezar a construir uno.
—¿A qué se enfrenta Lorena para realizar este sueño?
“La mayoría de los diseñadores son hombres, sólo ciertas ex golfistas como Annika Sörenstam, Amy Alcott y Nancy López han logrado trabajar en el diseño de campos de golf. Hay pocas mujeres, es un tema que lo ganan más los hombres”.
Las tres ex golfistas Salón de la Fama que Lorena menciona han zanjado el camino para las mujeres de este deporte que quieran diseñar.
A 12 años de su retiro, la sueca Annika Sörenstam, también exponente histórica del golf mundial femenil, ha hecho de su nombre una marca y activo de negocio. Su primer campo de golf lo abrió en el 2005 en su país, y lo llamó Estonian Golf & Country Club y desde entonces ha diseñado seis campos. La conexión entre el conocimiento deportivo y los negocios se ve aterrizado en sus proyectos como ANNIKA Course Design y Annika Foundation.
La estadounidense Amy Alcott, por su parte, lanzó su empresa de diseño de campos: Amy Alcott / GOLF y de los tres en los que ha participado, el más destacado fue el de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Amy se ha asociado con el arquitecto Gil Hanse para diseñarlos. En su biografía destaca dos proyectos de codiseño: uno en California y el otro en Carolina del Norte.
Lorena aclara que su faceta como golfista es una parte que “ya pasó. Trabajo mucho para dar un buen ejemplo, abrir camino y que ya no sea tan raro que a una golfista le gusten los negocios”.
—¿Por qué es importante imprimir la parte femenina en la arquitectura de los campos?
“Dar un punto de vista pensando en el golf de las mujeres es algo muy importante porque tenemos otra distancia, vemos los hoyos de otra manera, le pegamos diferente a la pelota, tenemos otra trayectoria. El diseño de campos de golf es algo que sucede de manera natural. Cuando eres un golfista profesional siempre estás aprendiendo de los diferentes campos que conoces a lo largo de tu carrera, los analizas, criticas. Busco en mis recuerdos y aplico los escenarios que me hayan gustado mucho”.
El Instituto Europeo de Arquitectos de Golf señala en un estudio que para construir un campo es necesario tomar en cuenta variables como: el potencial de los jugadores locales, la estabilidad política (del país), la infraestructura turística , el nivel de la práctica del golf, las predicciones de crecimiento económico, la facilidad para hacer negocios y la disponibilidad de los recursos naturales que necesita un campo, como el agua.
“No tengo aún nada pactado pero buscaría la oportunidad de asociarme con desarrolladores, inversionistas que quieran hacer, por ejemplo, un hotel en la playa, es complementarme con alguno de ellos, presentar el proyecto de diseño de campo de golf”.