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La noche que Tigres llegó al cielo

El equipo de Ricardo Ferretti ganó la liga tras derrotar ayer 3-1 (4-1 global) a Santos y con ello rompió una sequía de 29 años en sus vitrinas.

Monterrey, NL. Apenas quedó tendido en césped, su rostro se desdibujó, su mirada se apagó, se supo uno de los dos villanos de la noche, a pesar de que 35 minutos atrás había atajado un penal y soñaba con ser el héroe de la historia. Un error de Miguel Becerra, arquero que ingresó por el expulsado Oswaldo Sánchez, abrió la puerta para que Tigres se llevara el título del Apertura 2011 tras el 3-1 (4-1 global) sobre Santos.

De nada le valió a Becerra ingresar de cambio al 15’ y atajarle un penal a Lucas Lobos, tras la precipitada entrada de Oswaldo sobre Danilinho que le valió la roja. Su atajada heroica apenas le alcanzó a Santos para encontrar la igualada en el global en una pelota que Carlos Morales mandó por toda el área y que José María Cárdenas retrasó a Oribe Peralta, quien sólo tuvo que empujarla.

Y es que si bien Tigres había tenido tres opciones claras para matar a su rival en inferioridad numérica, a final de cuentas Santos seguía compitiendo, con posibilidades de soñar.

Pero Miguel no lo quiso así. El guardameta suplente de Santos pasó de héroe a villano, se convirtió en el revulsivo que necesitaba Tigres, en el mejor aliado de Ricardo Ferretti.

Fue al 52’ cuando los felinos se encaminaron al título, en una pelota que Jorge Torres Nilo mandó al corazón del área, sitio al que pretendió llegar con los puños Becerra, quedando sólo en el intento, atorándose a la mitad del camino, dejando que Héctor Mancilla rematara pegado al palo con la frente, que el Tuca respiraran hondo, que la afición explotara, se sintiera cada vez más cerca del título, 29 años después de la última vuelta olímpica.

Tras el choque de la pelota con las redes, mientras el guardameta quedó derrumbado en la cancha, Héctor Mancilla corrió hacia una esquina, eufórico, con la mirada perdida, cruzando sus brazos, mientras 41,000 almas se le entregaban.

La expulsión de un arquero y el error del otro fulminó a los Guerreros, jugadores que jamás regresaron al partido, que recibieron un baile de los ahora campeones, que aumentaron su ventaja en una jugada en la que Lobos dejó solo a Danilinho, brasileño que disparó con fuerza a primer palo, contando con la colaboración de Becerra.

Cerca del final, el desastre visitante y la fiesta regiomontana fue mayor, con Felipe Baloy expulsado por una entrada sobre Lobos, desatando un conato de bronca en el que también vio la roja Israel Jiménez, situación que no evitó que a cuatro minutos del silbatazo Alan Pulido decretara el 4-1 global, empujando una diagonal que Danilinho le sirvió.

Con el desenlace, mientras Damián, Mancilla, Lobos y compañía corrían por toda la cancha, eufóricos, con lágrimas en sus ojos, y terminaban levantando la copa, Becerra se dirigió solo al vestuario, en donde le esperaba el otro villano de la noche.

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