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Mi padre, el sacrificio más grande por el deporte

La mejor clavadista mexicana de todos los tiempos charló con El Economista de sus miedos, retos, sueños...

Fue un momento extraño, doloroso, crucial. Era una sensación que ya había vivido, pero esta vez tenía otros matices. El 31 de julio del 2012, cuando Paola Espinosa llegó a un restaurante dentro del Westfield Stratford City, el centro comercial que enmarcaba al parque olímpico de Londres, sentía que era momento de tomar una decisión.

Ahí, en el restaurante, ya la esperaban su familia y algunos amigos. Mientras cenaba, con el metal plateado colgando del pecho y se escuchaban las mañanitas mexicanas por su cumpleaños número 27, en su cabeza las cosas no estaban del todo bien.

Comentó, casi en secreto con una de sus mejores amigas, que al otro día anunciaría su retiro. Un dolor que le aquejaba en uno de sus pies se tornaba insoportable. Lo había pensado ya, había consultado consigo misma, con la almohada, con su conciencia.

Es el momento , pensaba. Al fin lo había ganado ya todo. Hasta entonces ya sumaba dos medallas olímpicas (bronce en Beijing y la plata de esos JO, ambas en sincronizados), 10 medallas panamericanas, un campeonato mundial... es el momento de volver a casa , se repetía.

Creí que después de esos Juegos Olímpicos iba a poder regresar a casa, iba a estar con mi familia como nunca lo hice, porque me salí de mi casa a los 11 años , rememora la mejor clavadista mexicana de la última década.

Entonces, cuando su decisión estaba casi tomada, su mejor amiga intervino. Le dijo que tuviera confianza, que no se rindiera, que aún había muchas cosas que le esperaban por delante, que la lesión tendría solución.

Fue entonces cuando Paola postergó sus planes de ser una chica normal , desistió de dejar el alto rendimiento y siguió adelante. Pero la vida siempre tiene sus caprichos y de golpe le arrebató la oportunidad de volver a casa como lo había soñado, no por el deporte, sino porque se llevaba a una de las personas que más amaba en el mundo.

Resulta que, al poco tiempo, mi papá fallece (...) todo sucedió tan rápido, ni siquiera supimos que estaba enfermo y, de repente, ya no está. Creo que esa es la parte más difícil que me pasó, porque siempre me pesó dejar a mi familia pero siempre creí que iba a tener el tiempo para estar con ellos y estar unidos como familia y pues no, la vida me lo quitó, ése es el sacrificio más grande que he tenido que hacer por el deporte , rememora.

Un deporte en el que Espinosa ha sido la reina y esta vez, en Toronto 2015, no fue la excepción, pues se adjudicó dos medallas de oro, en plataforma individual y en trampolín sincronizado junto a Dolores Hernández, además de un bronce en plataforma sincronizada.

Paola es una de las atletas mexicanas más ganadoras en Juegos Panamericanos, con 13 medallas (ocho de oro, tres de plata y dos de bronce), y atribuye su éxito a su talento, a su trabajo, a su entrenadora, a sus ganas, a su mentalidad y especialmente, a la capacidad para dejar atrás el miedo que a veces sigue representando para ella tirar clavados, en especial, uno que sólo le ha dado satisfacciones.

En mi vida he tirado millones de clavados. Pero hay uno, que se llama de tres y media vueltas holandés, es 307 en C de 10 metros y es un clavado tan complicado que en el mundo hay muy pocas mujeres que lo han hecho porque es un clavado de hombres, y necesita toda tu fuerza, que estés tan descansado para que estés en todos tus sentidos, estar súper bien relajado de las piernas para que puedas brincar, jalar y no estar cerca de la plataforma.

¿Sabes? Los clavados de 10 metros duelen mucho si los haces mal y te pegas, y en el único clavado que me he pegado mucho es en ése. Me da miedo, es un clavado al que le tengo mucho respeto, pero es con el que, en el 2009, les gané a las chinas en el mundial y ahí le bajaron el grado de dificultad, pero es un salto que yo sé que si lo meto bien me va a dar muchos puntos , admite la sudcaliforniana.

Y ha sido su valentía por la cual ha desistido de darse por vencida. Incluso ahora, su mayor ilusión sigue siendo una medalla olímpica, pero a nivel individual.

Me encantaría tener una medalla en la prueba individual, sería muy feliz con eso. Ahorita en realidad no sé si es nada más vanidad llegar a los próximos JO porque digo que ya gané todo, me podía haber retirado tras Londres 2012 pero no, me gusta tanto lo que hago, y deseo mucho esa medalla individual. Quiero que la vida me demuestre que puedo o no hacerlo , asegura.

Es por ello que Paola aún no piensa en el retiro, no como lo pensó aquel día con la medalla olímpica pendiendo de su pecho, no porque aún tiene sueños por cumplir; aunque, confiesa, su sueño de regresar a casa también sigue intacto.

cristina.sanchez@eleconomista.mx

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