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“Líderes deben ser antifrágiles”: Tal Ben-Shahar
Se trata de levantarse y retornar mejor de lo que se estaba y saber aceptar las emociones
La resiliencia es una de las habilidades que los líderes deben desarrollar, sobre todo después de la pandemia y ante los conflictos internacionales y económicos; sin embargo, ante la carga de estrés que esto conlleva, hoy no basta ser resiliente, sino que se debe ser antifrágil.
Tal Ben-Shahar, experto en liderazgo y psicología positiva, mencionó que la antifragilidad es lo opuesto a la fragilidad, mientras el primero es romperse, el segundo es construir, algo a lo que llama resiliencia 2.0. Después de caer, se debe rebotar y volver con más fuerza y en mejor posición.
Durante su participación en el World Business Forum México 2022, explicó que con la antifragilidad, los líderes tendrán un mejor desempeño en sus carreras y vida personal, porque sabrán afrontar las dificultades, serán más capaces y romperán con los moldes.
“Muchas personas tienen el potencial de crecer en situaciones difíciles, como las que tenemos ahorita. Hay que entender que existe una posibilidad de introducir las condiciones para lograrlo en nuestro entorno y ser antifrágil”.
Permiso de ser humanos
Ben-Shahar explicó que el primer paso de la antifragilidad es darse el permiso de ser humanos, es decir, estar en contacto con las emociones, entenderlas y expresarlas sin temor. Al final, los líderes son seres humanos como todos, pero a veces lo olvidan.
“Aún, muchos líderes dejan las emociones en casa cuando lo que necesitan entender es que dar lugar a las emociones es sano y una ventaja competitiva porque les permitirá organizarse y trabajar mejor personalmente y con los demás, así como ser más creativos e innnovadores”, explicó en entrevista con El Economista.
Los líderes deben permitirse sentir sus emociones, no ocultarlas porque el guardarlas solo hará que se intensifiquen. Si hay dolor, estrés, envidia o angustia y no se libera, crecerán al grado de explotar dejando graves; en cambio, si una persona acepta su sentir, lo entiende y actúa, los resultados serán mejores. “No se trata de rechazarlas o resignarse, es un proceso de aceptación activo donde se elige el curso de acción a seguir”.
Muestra de la importancia de las emociones en el ámbito laboral, que hace unos años todavía se consideraba debilidad, es que los colaboradores buscan centros de trabajo con seguridad psicológica, donde se puedan expresarse y ser humanos. El trabajo de las empresas es crear esos entornos.
El estrés no es rival
Otro elemento de la antifragilidad es entender que el estrés no es el rival, el problema es que no hay recuperación del mismo cuando se presenta. Por ejemplo, al hacer ejercicio, se produce estrés en los músculos y para que crezcan y se formen como se desea, se debe descansar. Lo mismo debe pasar con el estrés laboral y personal, el problema es que las personas no se permiten descansar.
“La gente que toma un día libre, no solo es más feliz y saludable, desarrolla mejor todo a su alrededor, hace más con menos”.
Para esto, hay que tomar descansos pequeños en las jornadas de trabajo y dedicar tiempo al ejercicio u otras actividades que permite la desconexión con las labores.
El propósito
El tercer elemento es tener un propósito, que trabajar no solo sea una transacción económica, que vaya más allá; sin embargo, muchos líderes pueden perderlo con el tiempo entre las exigencias del puesto, las situaciones del entorno o personales, ya no encuentran la razón de trabajar en ello.
“Usualmente puedes encontrar el propósito en lo que haces, a veces no, pero hay que recordar que no por no encontrarlo, no significa que no exista, solo no puedes verlo. Al vivir tan rápido perdemos la vista de lo que está pasando en nuestros días, debemos hacer pausa y enfrentarlo, analizar qué me da ese empleo, qué representa, qué lo hace diferente. Al responder esas preguntas, casi siempre se encuentra el propósito”.
Finalmente el cuarto paso es saber dar y compartir en un ambiente seguro para los colaboradores, donde puedan expresar sus emociones, ser libres, enseñar ayudar a los colaboradores a crecer y saber inspirar.
“El ser agradable es poderoso, serlo es más barato que la terapia porque da muchos beneficios a la salud y en el ámbito laboral”, finalizó.