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Netanyahu, un balde de agua fría para Obama y Medio Oriente
El ascenso de la ultraderecha en Israel, representada por Benjamín Netanyahu e Israel Beiteinu alejan las esperanzas de paz en la región.
El giro a la derecha del electorado israelí es una ducha de agua fría para las esperanzas del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de reactivar el proceso de paz en Medio Oriente y proteger sus intereses en la región, indicaron el miércoles expertos estadounidenses.
Oficialmente, el gobierno de Estados Unidos se cuidó de opinar sobre los resultados de los comicios legislativos israelíes, al asegurar que seguirán los esfuerzos en favor de la paz y de la seguridad de Israel con el próximo gobierno.
"Esperamos con impaciencia trabajar con el próximo gobierno israelí para reforzar la particular relación que existe entre Estados Unidos e Israel, con la intención firme de llevar nuestros esfuerzos sobre la seguridad de Israel y los progresos en la búsqueda de la paz entre Israel y los palestinos, y entre Israel y sus vecinos", dijo el portavoz de la Casa Blanca, Mike Hammer.
Pero "los resultados de las elecciones representan una mala noticia para la seguridad y la estabilidad de la región", estimó Ori Nir, portavoz del movimiento pacifista Norteamericanos por la Paz Ahora.
"Es también una muy mala noticia para la administración Obama, que parece determinada a impulsar la paz entre Israel y los palestinos y entre Israel y los árabes", agregó la entidad en un comunicado.
El jefe de la oposición de derecha, Benjamín Netanyahu, y la ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni, trataban cada uno por su lado este administración norteamericana tendrá dificultades para impulsar el proceso de paz.
Los resultados aún provisorios otorgan 28 escaños al Kadima (centro-derecha) de Livni y 27 al Likud (derecha) de Netanyahu. Israel Beiteinu (extrema derecha laica) se abrió paso al conseguir 15 bancas.
Si Netanyahu es el encargado de formar un gobierno, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, rememorará la frustración que sintió su marido, Bill Clinton, en los años 90 cuando era presidente de Estados Unidos y 'Bibi' Netanyahu dirigía el gobierno israelí.
"Netanyahu se alegra de tener una reputación de belicista de derecha, que no esconde su rechazo a negociar un Estado palestino en Cisjordania", indicó el Council for the National Interest, un grupo de presión a favor de negociaciones de paz israelí-palestinas.
En un comunicado, el movimiento agregó que "Bill Clinton debe desear, para su mujer Hillary, que el próximo primer ministro israelí no sea Benjamín Netanyahu".
"Tuvo una experiencia amarga al negociar con él hace 11 años. La administración Obama se arriesga a tener una experiencia parecida", concluyó.
Según Ori Nir, "el enfoque 'rechacista' (a la paz) de Netanyahu ubica al futuro gobierno israelí en una lógica de oposición al gobierno de Obama y envía un mensaje beligerante a los palestinos y al mundo árabe".
"La inclusión posible del partido ultra-nacionalista y racista Israel Beitenu de Avidgor Lieberman en el seno de la futura coalición significará una provocación suplementaria que va a despertar la hostilidad del mundo árabe", advirtió el portavoz de La Paz Ahora.
"A la administración Obama le va a costar encontrar el aliado israelí que necesita para dar impulso a su nueva política en la región", concluyó.
- Árabes temen asceso de la ultraderecha
Los árabes alentaban pocas esperanzas de paz de cualquier gobierno que surja de las elecciones israelíes, a la vez que manifestaron temor por el poderío creciente de la extrema derecha en ese país.
Ante la perspectiva de un gobierno israelí intransigente, algunos en la región dijeron que cualquier progreso en las negociaciones entre árabes e israelíes dependerá aun más de las presiones del presidente estadounidense Barack Obama, quien ha dicho que su gobierno desempeñará un papel activo en la búsqueda de la paz en el Oriente Medio.
``Todos saben que la paz está en manos de los (norte)americanos y que Estados Unidos es capaz de ejercer presiones sobre cualquier gobierno dado'', comentó el analista saudí Anuar Eshki, titular del Centro de Estudios Estratégicos para el Oriente Medio en Yida.
``Obama prometió conseguir la paz y él es quien escogió tener el legajo palestino al tope de la agenda de su política exterior'', agregó.
Las elecciones del martes en Israel dejaron a los dos principales partidos cabeza a cabeza: el partido Kadima de la canciller Tzipi Livni, quien favorece las conversaciones de paz, y el Likud del líder de la oposición Benjamin Netanyahu, quien desestima las negociaciones por considerarlas una pérdida de tiempo, al tiempo que rechaza un estado palestino en Cisjordania y Gaza.
Pero la votación en general impulsó a los partidos de derecha, particularmente el político ultranacionalista y antiárabe Avigdor Lieberman, quien pretende modificar las fronteras israelíes para descartar áreas de nutrida población árabe y requerir a los árabes que se queden firmar un juramento de lealtad para tener derecho a votar o aspirar a cargos públicos. La última palabra sobre quién formará gobierno probablemente dependerá de Lieberman, después de los progresos alcanzados por su partido Yisrael Beiteinu, o Israel Nuestro Hogar.
La prensa en el Oriente Medio denunció a Lieberman como racista y prueba de un creciente extremismo en Israel. ``Los israelíes eligen la guerra y el extremismo'', comentó el periódico Al-Thawra del gobierno sirio. ``Sigue siendo igual independientemente de qué tendencia provenga el gobierno. No hay una tendencia en Israel; mientras el pueblo israelí sea extremista y racista, el gobierno será igual''.
En Irán, el vocero de la cancillería Hassan Qashqavi calificó de ``lamentable'' que todos los bandos tratasen de apelar al ala derecha en sus campañas electorales. ``Cada uno de los partidos trató de mostrar un rostro más brutal, agresivo y pro-ocupación hacia los palestinos'', dijo Qashqavi. Agregó que Teherán no tiene posición oficial sobre las elecciones israelíes puesto que no reconoce al país.
Los árabes ven alguna ligera esperanza de negociaciones de paz si gana la más centrista Livni.
Pero varios analistas políticos dijeron que cualquier gobierno que forme probablemente dependerá de partidos de ultraderecha o será demasiado débil como para tomar medidas decisivas en el proceso de paz.
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