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Geopolítica

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Oposición cesa protesta en Egipto

La coalición "Todos somos Jalel Said" comenzó a levantar su campamento en la Plaza Tahrir, sin embargo, convocó a manifestaciones semanales para mantener la presión sobre el régimen militar.

El Cairo.- La principal coalición de grupos opositores y juveniles dijo el sábado que pondrá fin a su protesta en la plaza Tahrir de El Cairo tras el éxito en lograr el derrocamiento del presidente autoritario Hosni Mubarak.

Añadió, empero, que convocará a manifestaciones semanales para mantener la presión sobre el régimen militar a fin de que realice las reformas democráticas.

El grupo presentó sus reclamos en una conferencia de prensa. Exigió la derogación de las leyes de emergencia, la disolución del parlamento y la creación de un comité para enmendar la constitución.

Algunos grupos que no forman parte de la coalición dijeron que permanecerán en la plaza.

LA OTRA LUCHA

Vanguardia de la revolución, los jóvenes egipcios pasaron toda la noche celebrando la caída del presidente Hosni Mubarak, pero están determinados a seguir luchando hasta que el ex mandatario sea juzgado y obtengan la sociedad democrática que anhelan.

"La lucha no ha terminado, porque tenemos muchas reivindicaciones", declara a la AFP Manal Ghannamy, 40 años, profesora de francés y miembro del movimiento "Todos somos Jalel Said", nombrado en honor de un joven que murió en junio a manos de la policía.

"Hemos cambiado el régimen, ahora debemos emprender la vía de la democracia", agrega. "Queremos solucionar nuestros problemas internos: salud, educación, vivienda, agricultura, empleo. Queremos un país abierto a todo el mundo. Queremos vivir en paz con todos los países, incluso con Israel", añade.

Heba Hafez, de 30 años, profesora en la American International School de El Cairo considera que "Mubarak tiene que ser juzgado, porque cometió muchos crímenes, es el responsable de toda la corrupción y las muertes".

"Los militares deberían permitir que se juzgue a Mubarak pero no estamos seguros de que sea así", afirma por su parte Mohamed Ghanem, de 26 años, graduado en Turismo y empleado en una compañía de telefonía móvil.

Los tres piensan sin embargo que este combate se debe librar en otros escenarios y que ha llegado el momento de desalojar la plaza Tahrir (de la Liberación) donde ha acampado junto a miles de otras personas durante 18 días.

Muchos se preparan para levantar el campamento pero primero, armados de escobas y palas, limpian por decenas la plaza que los ha acogido desde el 28 de enero.

Otros sin embargo se dicen determinados a quedarse. "No nos moveremos de aquí hasta que consigamos el cambio que queremos", afirma Islam Hassan, de 16 años, con una bandera egipcia pintada en la cara.

"Todas las familias cuyos hijos e hijas murieron aquí quieren quedarse porque se sienten heridos", agrega.

Violentos enfrentamientos entre los manifestantes anti Mubarak y grupos pro Mubarak, que muchos acusan de haber sido organizados por la policía egipcia, dejaron 11 muertos en este lugar el jueves y viernes de la semana pasada.

Determinado a no desalojar su carpa improvisada con palos y bolsas de plástico, Mohamed Rida, un activista de 26 años, argumenta: "no queremos ser gobernados por el ejército".

Pero Ghannamy matiza: "debemos dar al ejérctio el tiempo necesario para hacer las reformas. Debemos darles la posibilidad de preparar las cosas para devolverle el poder al pueblo", agrega.

El Ejército "nos ha tratado con tanto respeto que ahora tenemos que confiar en sus promesas", añade Hafez.

Las Fuerzas Armadas, a las que Mubarak transfirió el control del país tras su dimisión el viernes, nunca intervinieron contra los manifestantes -a diferencia de la policía- y el sábado prometieron supervisar una transición pacífica hacia un gobierno civil electo.

Ilustrando su confianza en los militares, los padres fotografiaban el sábado a sus niños sobre los tanques, ante la mirada impasible de los soldados.

La tensión que reinó durante muchos días había desaparecido de las calles de la capital egipcia, donde la gente paseaba con globos rojos, blancos y negros -los colores de la bandera egipcia- y hacía el signo de la victoria frente a las cámaras de televisión.

Si no desconfían de las Fuerzas Armadas, estos jóvenes egipcios se muestran más suspicaces hacia los Hermanos Musulmanes, principal fuerza de la oposición pese a haber sido ilegalizados durante la era Mubarak.

"No permitiremos que los Hermanos Musulmanes se hagan con el poder. Todos nosotros somos musulmanes, pero no extremistas", afirma Ghanem.

"Esta no será una república islámica, aquí no hay extremistas y no los habrá", subraya Ghannamy.

Los Hermanos Musulmanes anunciaron hace días que no se presentarán a las elecciones presidenciales de septiembre, que no aspiran a hacerse con el poder y que no quieren instaurar un Estado religioso.

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