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Geopolítica

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Reacción provoca irritación en Ishinomaki

Cansado de esperar instrucciones, Abe ofreció sus servicios a maestros voluntarios que llegaron para llenar el vacío que dejó el colapso de una de las burocracias gubernamentales más capaces del mundo.

Ishinomaki. El palacio municipal está bajo las aguas, los teléfonos muertos y sus superiores se dedican a atender sus propias agonías, de modo que Chikara Abe enfrenta la pesadilla de un burócrata: Todo se encuentra en un caos total. Nadie se molesta en darme instrucciones , dijo el funcionario local.

Cansado de esperar instrucciones, Abe ofreció sus servicios a maestros voluntarios que llegaron para llenar el vacío que dejó el colapso de una de las burocracias gubernamentales más capaces del mundo.

Desde el terremoto de 9.0 grados de hace una semana y el resultante tsunami, la maquinaria de Estado de Japón se encuentra agobiada por una serie de crisis. El tsunami borró del mapa a poblaciones enteras; una planta nuclear fuera de control ha crispado los nervios de todo el país y la creciente escasez de comida, electricidad y gasolina han dejado a uno de los países más ricos de Asia al nivel de los más pobres del mundo.

Ello no quiere decir que las autoridades han estado inactivas. En sitios como Ishinomaki, inundado casi en su totalidad, muchos se preguntan qué pasó con la renombrada capacidad de organización del país.

A diferencia de los terremotos en Haití, Indonesia o China, los damnificados de Japón esperan que su gobierno funcione y no logran entender cómo un país tan próspero como el suyo no es capaz de mantener el suministro de gasolina, vital para una economía moderna, o por qué las poblaciones del noreste han estado sumidas en frías tinieblas durante casi una semana.

El Ejército, que ha movilizado a 100,000 efectivos, distribuye agua potable en las zonas más afectadas, busca cuerpos y apoya riesgosas misiones para rociar agua sobre la planta nuclear afectada, pero hasta ahí. Pero al menos en la percepción pública, el Estado ha sido rebasado por los problemas y ha abdicado de sus responsabilidades más esenciales.

Muchos países que prometieron ayuda humanitaria no han podido llegar por temor a la radiación. Un equipo médico de Alemania se retiró 24 horas después de haber llegado y lo mismo se puede decir de equipos de EU, China y otros países.

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