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Indispensable, una mayor inclusión financiera para impulsar la competencia
La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) tiene la facultad de emitir opiniones en materia de competencia y libre concurrencia con el objeto de fomentar que bienes y servicios se comercialicen de forma competitiva y eficiente en beneficio de los consumidores del país.
Sin embargo, en términos de penetración e inclusión, la autoridad de la Cofece sigue siendo limitada y es el principal origen de la baja competencia en el mercado financiero nacional.
El trabajo de investigación realizado por la comisión no tiene como objetivo encontrar agentes preponderantes, sino determinar las condiciones de competencia en el sistema financiero realizando recomendaciones de carácter no vinculante; y lo que concluyó fue que existen áreas de oportunidad en regulación y política sectorial.
También advirtió que no existen incentivos para la migración de usuarios de una institución bancaria a otra, lo que retrasa la mejora en productos y servicios, generando a su vez que los grandes bancos se nieguen a ofrecer tasas de interés y comisiones más bajas. Entre el 2001 y el 2012, sólo 5% de los usuarios de tarjetas de crédito decidió cambiarse de banco.
Es cierto, cinco bancos concentran más de 70% de participación de mercado en Cartera Crediticia y Captación; sin olvidar que, de igual forma, controlan 85% de las sucursales, 80% de los cajeros automáticos y 72% de los corresponsales bancarios. Y también es cierto que el sistema financiero mexicano cuenta con 47 instituciones bancarias. Sin embargo, el boom realmente ocurrió en el 2006, cuando se otorgaron 10 licencias bancarias tan sólo ese año y tres más entre el 2007 y el 2010. De entonces a la fecha, es decir, en un periodo de cuatro años, el crecimiento del sector ha sido modesto con 10 nuevos permisos.
Es importante mencionar que los nuevos bancos constituidos en los últimos años son de nicho, con modelos de negocio y enfoque de mercado distintos a los de los grandes bancos. Varios de ellos, principalmente los dirigidos a créditos al consumo, en específico préstamos personales, han sustituido los cajeros automáticos por sucursales dentro de sus cadenas comerciales.
La oferta sobrepasa la demanda, impidiendo alcanzar un punto de equilibrio. Los usuarios de servicios financieros no cuentan con datos comparables en comisiones, rendimientos y costos que permitan tomar mejores decisiones, aunque también es cierto que se requiere de una mayor educación financiera por parte de la población para entender cuestiones de riesgo-rendimiento y castigar a aquellas instituciones cuyo costo no refleja el riesgo implícito asumido en ciertos tipos de crédito.
Por ello, es necesaria una mayor transparencia y disponibilidad de información por parte de los reguladores sectoriales, para mitigar los sobrecostos permitiendo valuar con mayor certeza el riesgo asumido tanto en créditos como pólizas de seguro. Y de igual manera, que las Afores se enfoquen más en la consecución de altos rendimientos para la atracción de un mayor número de ahorradores que en persuadirlos a través de un alto gasto de promoción (43% de los gastos totales se destinan a publicidad).
Se debe evitar la coordinación de agentes económicos para impedir distorsiones en las condiciones de competencia y reducir la concentración en varios segmentos, cuyos amplios márgenes permiten altos niveles de rentabilidad limitando los incentivos por ofrecer mejores productos y servicios a costos más competitivos en beneficio de los consumidores.
Para esto debe incentivarse la inclusión financiera, logrando una mayor penetración. En específico, mientras el sector bancario cuente con un alto potencial de crecimiento y no exista la suficiente educación financiera y usuarios mejor informados, estará lejana una mayor competencia en el sector bancario aún cuando se logre que los reguladores implementen varias de las recomendaciones realizadas por la Cofece.