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La disyuntiva del Banco de México

La semana pasada comentábamos sobre el temor de una combinación nefasta para los mercados que consistiría en el letargo del gobierno estadounidense para concretar medidas de impulso a la economía y la Reserva Federal (Fed) aumentando las tasas a una velocidad mayor a la que se anticipaba al inicio del año.

La semana pasada comentábamos sobre el temor de una combinación nefasta para los mercados que consistiría en el letargo del gobierno estadounidense para concretar medidas de impulso a la economía y la Reserva Federal (Fed) aumentando las tasas a una velocidad mayor a la que se anticipaba al inicio del año. Bueno, el día de la Fed se encargó de confirmar que percibe la misma incertidumbre que muchos y que el aumento de tasas será a un ritmo gradual.

De nuevo, los mercados se comportaron acorde con la idea de aumentos de tasa no tan agresivos: el valor del dólar contra distintas monedas se redujo, las tasas de interés de largo plazo perdieron presión y las bolsas se volvieron a entusiasmar.

Los miembros del Comité de Mercados Abiertos de la Fed emitieron pronósticos sobre la tasa de referencia para los próximos dos años más unificados (es decir, menos dispersos). Al parecer la idea de una elevación de las tasas sigue vigente, pero también la idea de que esto representa una reducción en el grado de flexibilidad de la política monetaria y que aún se está lejos de una restricción.

Tanto en el comentario oficial, y principalmente en la conferencia de prensa posterior, la presidenta Yellen enumeró una amplia muestra de elementos de riesgo sobre los cuales aún no existe certeza y que pueden modificar la postura que se adoptó El principal, a juzgar por las líneas de preocupación expuestas, es la incertidumbre sobre las resoluciones de política fiscal en Estados Unidos. Forzosamente, la Fed tiene que esperar a ver qué logrará finalmente el gobierno de Trump y cuáles serán sus efectos en la economía.

Si la Fed va a mantener este tono a lo largo de los próximos meses, no es sorpresivo que los inversionistas permanezcan complacientes, el apretón de tasas es lento y permite a los mercados de deuda, tanto soberana como corporativa, digerir la nueva tendencia. Y a los mercados emergentes les aporta un respiro.

En México vimos un tipo de cambio que se acercó a los 19.20 pesos por dólar. Son niveles que no veíamos desde el mes de octubre. Las declaraciones de los funcionarios del gobierno estadounidense acerca de una revisión de acuerdos no tan agresiva en la parte comercial con México favorecieron también al peso.

Con estos hechos, la decisión de la Junta de Gobierno del Banco de México para el próximo día 30 se torna interesante. Es cierto que la inflación permanece creciendo y la expectativa de cierre de año es un poco superior a la que existía a principios del año. Aún no se ve el punto de inflexión en la inflación aunque hay un consenso en que éste se presentará en los siguientes meses. Aun así, bajo esta óptica, el Banco de México debe seguir aumentando las tasas para mantener la postura de ir en busca de la convergencia de la inflación hacia su objetivo.

Por otro lado, el descenso del tipo de cambio a niveles cercanos a $19 representa un movimiento per se restrictivo. Ello se combina con el descenso de los precios del petróleo para, al menos, pintar un panorama sin incrementos a las gasolinas en un buen tiempo hacia adelante.

Pensamos que el Banco de México en esta ocasión aumentará la tasa de interés en un cuarto de punto. Pero eso no quiere decir que aplica su premisa de seguir a la Fed. La Fed va a ser gradual en el aumento de tasas y, tal vez, Banxico lo sea más hacia adelante.

* Rodolfo Campuzano Meza es director de Estrategia y Gestión de Portafolios de INVEX. Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo:

perspectivas@invex.com

Twitter: @invexbanco

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