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Mundo convulsionado

Los países del norte de África y algunos más en el Medio Oriente han comenzado su proceso de transición hacia nuevas formas de gobierno.

Los países del norte de África y algunos más en el Medio Oriente han comenzado su proceso de transición hacia nuevas formas de gobierno. Mientras eso sucede, los países de occidente no se han quedado cruzados de brazos por las consecuencias económicas que estos conflictos pudieran tener.

Y es que si hay crisis sociales y políticas en estos países productores de petróleo, los principales consumidores deben ver por sus propios intereses. Y como en los tiempos de Bush, el presidente Obama ha salido en su papel de policía del mundo a condenar al gobierno de Libia. Ha inducido a la Organización de Naciones Unidas a imponerle sanciones económicas como castigo. Todo lo que haya que hacer con tal de seguir teniendo petróleo barato.

Lo peor de todo esto es que seguimos pendientes del comportamiento económico de Estados Unidos y de los países en conflicto, pero ¿hemos volteado a ver lo que pasa en China?

En China han aumentado las propuestas en contra del régimen político actual y, si hacemos una revisión histórica, no hay diferencia entre la forma de gobierno chino y la que tuvo Egipto durante 30 años.

El impacto para la economía mundial en caso de una revuelta en China no sólo sería en el petróleo o en los mercados cambiarios, tendríamos una crisis global igual o más grave que la del 2008.

Mientras el mundo está convulsionándose, en México seguimos tranquilos como siempre. No existe la mínima posibilidad de que en algún momento le dediquemos algunas horas de nuestro valiosísimo tiempo a exigir reformas laborales o mayor bienestar o menos inflación o mayor seguridad.

Estamos satisfechos con los ingresos petroleros excedentes, derivados del conflicto en los países productores de petróleo. No sabemos adónde se van, pero no nos quejamos de nada.

El mundo cambia porque Obama y Mubarak y Libia y China y todos los demás lo deciden, pero el mundo para los mexicanos no cambia.

Seguimos teniendo a más de la mitad de la población viviendo en la pobreza, seguimos cuidándonos de la inseguridad, seguimos quejándonos de nuestros bajos sueldos, seguimos quejándonos por lo molestas que son las obras públicas y seguimos teniendo muchas cosas más que empeoran nuestro bienestar, pero seguimos sin hacer nada. Vivimos en el país donde no pasa nada.

Y aunque el mundo cambie y la gente de los países del norte de África busque tener una mejor forma de vivir, en México seguimos viendo las mismas propuestas políticas de siempre y en el 2012 votaremos por las mismas personas de siempre. ¡Para qué cambiar si estamos tan bien!

El Dr. Eduardo Carbajal es director de la Escuela de Negocios y Humanidades del Tecnológico de Monterrey, Campus Toluca. edcarbaj@itesm.mx

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