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Ajuste incompleto, pero indispensable
Cuando la Comisión Reguladora de Energía (CRE) se creó como un regulador desconcentrado, en 1993, nadie dudó que tuviera que ser un órgano colegiado. Tampoco en 2008, cuando la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) nació como desconcentrado. En aquel entonces, el Congreso entendió rápidamente que, cuando creas un regulador con facultades para sancionar, es poco sabio concentrar su poder en una sola persona. En un modelo unipersonal, se genera poca discusión y poca información. Hay poca transparencia y, en las manos equivocadas, herramientas para la corrupción.
Una reflexión parecida animó la reforma de 2013. Al plantear el nuevo modelo de reguladores especializados, al Congreso le quedó claro que la autonomía de la CRE y la CNH era indispensable para evitar las arbitrariedades y manejos políticos. Por eso transitaron a ser órganos coordinados, con mayor autonomía, y se confirmó un modelo en el que los comisionados son nominados por el Ejecutivo pero designados por el Congreso.
La Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) no corrió con la misma suerte.
Hoy es un órgano desconcentrado, como la CRE y la CNH en su momento. Pero no colegiado. Tiene capacidad de sanción. Pero sigue subordinado a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Por eso, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) ha sido muy insistente en plantear que, a pesar de los esfuerzos de su equipo directivo por institucionalizar sus procesos, sigue siendo un regulador estructuralmente vulnerable.
La reforma aprobada por la Cámara de Diputados, programada para discutirse en estos días en la Cámara de Senadores, busca corregir estos problemas. Representa un avance significativo en transparencia, gobernanza e institucionalización, ingredientes clave para aportar certeza jurídica a los mercados y continuar atrayendo las inversiones necesarias a lo largo de la cadena de valor de los hidrocarburos. Si se aprueba, las decisiones de la ASEA (y las sanciones que imponga) serán colegiadas. Su órgano de gobierno, a partir del escalonamiento del periodo de funciones de sus vocales (similares a los comisionados), será mucho más autónomo respecto al secretario en turno en Semarnat.
Es cierto, como los detractores de la reforma han señalado, que esto haría de los vocales de la ASEA funcionarios transexenales. En realidad, es algo que se ha convertido en una mejor práctica en la arquitectura de los reguladores a nivel global. Lo único desafortunado es que, debido a que el fraseo actual de la Constitución lo precluye indirectamente, los vocales no serán sometidos a designación del Legislativo.
A primera vista, puede sonar natural que los que desde hoy se asumen gobierno entrante se opongan a ver su poder de nombramiento limitado. Pero es una posición muy cuestionable desde la perspectiva de la institucionalidad. No pasa la prueba del ácido: si no ganan los que se asumen ganadores, seguramente se arrepentirán de no haber apoyado los mecanismos de control y contrapesos colegiados que hoy se están planteando. Además, la estructura actual prevé que la próxima administración designe, escalonadamente, a una mayoría de vocales.
Algunos de los argumentos para oponerse suenan desactualizados. En su columna el sábado, Porfirio Muñoz Ledo afirmaba que esta propuesta de reforma crea a la Agencia (que fue creada en 2013) y previene la revisión de contratos (que es prerrogativa de CNH). Otros, en tribuna, han dicho que son “funciones que Pemex ha desarrollado en el pasado con significativo éxito”. Es un argumento difícil de seguir, considerando que estamos hablando de temas sensibles en el pasado petrolero mexicano, como desempeño y cuidado ambiental.
También hay otros, más numerosos, que parecen más interesados en convertir este tema en un referéndum sobre la sustentabilidad del consumo y producción de petróleo en general o el fracking en particular. Ambos son temas extensos e interesantes. Lo que no queda claro es por qué, en esta discusión en particular, están abogando por un regulador menos plural y estructurado.