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Opinión

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Crisis de refugiados

En su “grito” del 15 de septiembre, el Presidente exclamó a todo pulmón: “¡Vivan los migrantes!”. Pero el problema de los flujos migratorios es mucho más complejo que simplemente invocar que vivan. Sí, que vivan y no mueran; sí, que vivan dignamente; sí, que se les brinde protección y no se les hostigue; sí, que se les otorgue atención de salud. Pero, ¿hace algo el gobierno de la 4T para que así sea?

En la frontera sur actualmente hay 2,000 personas diarias que entran ilegalmente por Chiapas. Ante la incapacidad de que las oficinas gubernamentales procesen sus solicitudes, deciden emprender el riesgoso viaje hacia la frontera norte para un cruce ilegal, por ejemplo, abultándose en los trenes de carga. Los grupos de centroamericanos, haitianos, ecuatorianos, venezolanos, brasileños, asiáticos y africanos están dispersos sin control por todo el país.

Y en la frontera norte no hay la capacidad para atender a todos. Por ejemplo, Tijuana tiene 30 albergues para acomodar 5,600 personas. Sin embargo, hoy hay cerca de 20,000 que malviven hacinados y malnutridos en las calles y en centros que son cárceles y están expuestos a vejaciones, como la tragedia del incendio que mató a 39 migrantes.

El gobierno de Estados Unidos está atrapado en sus acciones para enfrentar el problema, ya que demócratas y republicanos prefieren las deportaciones dada la proximidad de las elecciones. Por ello, en la frontera ha desplegado 2,500 elementos de la Guardia Nacional y 24,000 agentes de la Patrulla Fronteriza.

El gobierno mexicano no ha entendido la dimensión de esta crisis. Esta no es solo una crisis de migrantes como se quiere hacer creer, sino estamos enfrentando una crisis de refugiados. El migrante se mueve por razones de precariedad económica y de falta de oportunidad de empleo, el refugiado en cambio lo hace por temor a la persecución, a la violencia generalizada, censura a la libre expresión, la discriminación y riesgo de muerte y, en consecuencia, requiere de protección internacional porque no puede volver a su país. A diferencia del migrante, el refugiado solicita asilo. Así que el problema cae esencialmente en el ámbito de La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR, un organismo intersecretarial). Hoy se tienen 118,000 solicitudes de asilo.

La COMAR sigue los grandes lineamientos de la ACNUR, la oficina del Alto Comisionado de la ONU para Refugiados. Sin embargo, como se mencionó, la responsabilidad es del gobierno mexicano a través de la COMAR. ¿Cuál ha sido el problema? El común denominador de la 4T: la asfixia presupuestal al no otorgar recursos suficientes a la COMAR para la construcción de más albergues funcionales, más personal para procesar solicitudes, campañas de orientación, etcétera.

Revisando la propuesta de presupuesto para 2024 no pude encontrar un renglón de recursos para la COMAR, ojalá un lector lo localice, pero en todo caso, es de esperarse un presupuesto muy bajo. La compleja situación de esta crisis humanitaria requiere retomar un diálogo efectivo con Estados Unidos, con los países expulsores de personas y, como se dijo, de mayores recursos para su debida atención.

Twitter: @frubli

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Economista egresado del ITAM. Cuenta con Maestría y estudios de doctorado en teoría y política monetaria, y finanzas y comercio internacionales. Columnista de El Economista. Ha sido asesor de la Junta de Gobierno del Banxico, Director de Vinculación Institucional, Director de Relaciones Externas y Coordinador de la Oficina del Gobernador, Gerente de Relaciones Externas, Gerente de Análisis Macrofinanciero, Subgerente de Análisis Macroeconómico, Subgerente de Economía Internacional y Analista.

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