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De Categorías, aerolíneas, rediseños...
Todavía hay mucha incertidumbre respecto a la fecha en que la Agencia Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) decidirá devolverle a la autoridad aeronáutica mexicana la Categoría 1, para que las aerolíneas mexicanas puedan ampliar sus rutas y frecuencias a ciudades en el territorio vecino. Se trata de un esfuerzo que no será fácil de cristalizar porque en el camino se han encontrado muchos escollos, no sólo de carácter técnico, sino político y hasta de estilos de liderazgo.
Si todo sigue su curso tendencial, a fines de abril o principios de mayo la FAA hará su última visita a México, la llamada Technical Review, donde se espera encontrar que cada uno de los 28 temas que están delineados en la carpeta de “hallazgos” que la agencia incluyó en su degradación, estén ya o concluidos o en un proceso sustancial e irreversible de avance.
Esto significaría que la visita final, que tiene que ser gestionada en la Cancillería a través de canales diplomáticos, se daría entre 4 y 7 semanas después, siempre y cuando todo vaya por buen camino en la relación bilateral.
Después de esa última visita, y siempre a través de los canales diplomáticos, pasarían de 4 a 6 semanas nuevamente para que al final la FAA extienda un oficio para recategorizar a nuestra autoridad aeronáutica a nivel 1. Esto ocurriría más o menos a fines de agosto o principios de septiembre. Antes, se ve difícil, aunque no imposible.
Este es un asunto que tiene un poco en ascuas a las aerolíneas mexicanas, porque de esta recategorización dependerán varias estrategias y expansiones posibles. Sin duda que la más interesada en que esto ocurra es Aeroméxico, empresa que está saliendo apenas del Chapter 11 de la Ley de Quiebras de los EU y que en su plan de negocios incluye la expansión hacia nuevos destinos y más frecuencias en Estados Unidos y otros países, pero también nuevos equipos aéreos que tienen que ser considerados en esta Categoría.
No obstante, el asunto también le incumbe a Volaris, Viva y Aeromar, ya que existen destinos susceptibles de explotar en el mercado bilateral. A pesar de que es tal vez uno de los más socorridos del mundo, aún tiene mucho para ampliarse.
Lo mismo ocurre con el resto del territorio. México tiene una aviación pujante y que en los últimos años ha crecido mucho, a pesar del bajón de la pandemia. Pero nuestra aviación doméstica es aún incipiente, cuando tenemos una red enorme de aeropuertos y una capacidad instalada que podría atender dicho mercado.
Pero es indispensable hacer ajustes en varios puntos. Lo más importante es trabajar en la política de estado de largo plazo para el transporte aéreo y evitar pifias como la forma en que Seneam impuso el rediseño del espacio aéreo sin capacitar, sin consensar y lo peor, sin hacerlo adecuadamente. Este numerito le ha costado a la administración capacidad de gestión, un enfrentamiento absurdo con los trabajadores y ha alterado innecesariamente su relación con la industria.
Por eso es que la política pública tiene que tomar otro rumbo. Es indispensable que todos los actores relevantes se sienten a la mesa y que se diseñe un futuro común, donde se estudien las implicaciones de las decisiones. ¿Se podrá?