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El caso de Mobile Fidelity: un escándalo entre los audiófilos
La compañía Mobile Fidelity pasó una década mintiéndole a los audiófilos que compraban sus discos de vinilo. Esto es lo que argumenta una demanda que se interpuso esta semana en un juzgado estadounidense contra la compañía con sede en Sebastopol, California. El caso es un escándalo para los coleccionistas de discos de vinilo.
La demanda contra Mobile Fidelity (MoFi) dice que esta compañía promocionaba una calidad de sonido en sus discos que no era real. La firma utilizaba grabaciones digitales en lugar de los prometidos masters o grabaciones originales salidas directamente del estudio.
La historia se conoció por el propietario de una tienda de discos en Phoenix, Arizona. Mike Esposito, dueño de la tienda The ‘In’ Groove, recibió el tip de manera anónima. Lo publicó en un video y provocó un escándalo entre la comunidad de coleccionistas y audiófilos del vinilo.
Posteriormente, Esposito visitó las instalaciones de MoFi para conversar con algunos de sus ingenieros, quienes reconocieron que en efecto se utilizaron grabaciones digitales para crear las ediciones de su colección One-Step.
Mobile Fidelity se presenta como “El líder indiscutible en grabaciones para audiófilos desde 1977” y se dedica a producir discos en formatos de alta calidad como el Super Audio CD. La compañía fundada por el ingeniero de masterización Brad Miller buscaba atender al mercado de los audiófilos y tuvo éxito durante los ochenta. Con la caída del formato del vinilo, se declaró en bancarrota y fue adquirida por Music Direct.
Con el resurgimiento del vinilo, MoFi comenzó a vender su colección de vinilos llamada “Original Master Recordings”, presumiendo que utilizaba las grabaciones maestras de discos clásicos de artistas como Santana, Elvis Costello, Rod Stewart, The Pretenders, Alan Parsons Project, Michael Jackson, Steely Dan, Bill Withers, Van Halen, Eagles, Janis Joplin y Bob Dylan.
Estas ediciones usualmente se lanzan en tirajes pequeños y cada disco se vende en 125 dólares (unos 2,500 pesos). La garantía de que la compañía utilizaba las grabaciones maestras para hacer sus discos era lo que para algunos justificaba los altos costos. En mi biblioteca se encuentran algunos de estos discos, como el Every Picture Tells a Story de Rod Stewart, Blood on the Tracks de Bob Dylan, This Year's Model y My Aim is True de Elvis Costello que compré alentado por la promesa de Mobile Fidelity.
Parte del resurgimiento del disco de vinilo que ha ocurrido en la última década tiene que ver con el debate sobre la calidad del audio entre los formatos análogos y los formatos digitales. La teoría popular es que el disco de vinilo ofrece una mayor calidad, ya que reproduce con mayor fidelidad el sonido de una grabación de estudio. Bajo este argumento el vinilo se había mantenido como el formato ideal para los audiófilos y los especialistas en sonido, superando por encima la calidad del disco compacto y los archivos digitales que se encuentran en los servicios de streaming y en las tiendas de música en línea.
El problema con utilizar las grabaciones análogas es que con cada reproducción se produce un desgaste irreparable en las cintas. Las cintas análogas de una grabación realizada hace 50 años o más no podrían soportar el desgaste al que se les puede someter para realizar una nueva reedición de un disco de vinilo.
Al utilizar una versión digitalizada de las grabaciones maestras se puede reproducir infinitamente sin crear un desgaste sobre la grabación maestra. Los puristas siempre argumentaron que la reproducción física de la aguja sobre el surco del disco era más real contra los archivos digitalizados y reproducidos a partir de un código binario.
En 2011 MoFi comenzó a utilizar una tecnología llamada Direct Stream Digital Technology, que utilizaba versiones digitalizadas para realizar sus vinilos, aunque su publicidad aseguraba que utilizaba las grabaciones maestras. El primer disco en ser producido de esta forma fue la reedición de I left my heart in San Francisco de Tony Bennett.
A partir de las revelaciones de Mike Esposito, Mobile Fidelity respondió tarde a la crisis. De acuerdo con el presidente de la compañía, Jim Davis, las disqueras que poseen las grabaciones maestras de los discos han hecho cambios en sus políticas que hacen más complicado el transporte y los permisos de uso para las cintas maestras. Además la poca disponibilidad de fábricas para hacer discos de vinilo ha hecho también que su producción esté actualmente limitada.
Mobile Fidelity enfrenta una demanda por fraude. Adam Stiles, un ciudadano en Charlotte, Carolina del Norte, fue el responsable de iniciar la demanda colectiva contra MoFi en un juzgado en Illinois, argumentando que su copia del álbum debut de The Pretenders —por la cual pagó 40 dólares— no fue fabricada como lo anunciaba la compañía.
La demanda colectiva incluye a más de 5,000 personas, quienes exigen una compensación de 5 millones de dólares.
La ilusión del sonido de alta fidelidad y la calidad del vinilo ayudó a contribuir al resurgimiento del formato y provocó otra avaricia en la industria. Así como alguna vez nos quisieron vender múltiples ediciones remasterizadas en disco compacto, argumentando que se escuchaba mejor, ahora el truco era ofrecer un disco caro con un formato de supuesta alta calidad exigido por los oídos del audiófilo.
El escándalo en Mobile Fidelity ha puesto los reflectores sobre qué es lo que nos están vendiendo las compañías discográficas con las reediciones en formato de vinilo. Nos han dado gato por liebre y nuestros oídos nunca lo notaron.