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La Cultura de la Paz, ¡Arrancan!
A quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco: Eurípides
La carrera por los cargos de elección popular finalmente inició de manera formal conforme a los tiempos electorales regulados en la Ley. Hace aproximadamente tres años el mandatario, en violación al marco legal, ignoró los tiempos electorales expresamente definidos y adelantó la sucesión presidencial. El INE, debilitado junto con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, solapó la simulación de los denominados “procesos internos” que finalmente se transformaron en las precampañas salpicadas de descalificaciones, polarización e historias personales.
El presidente propició una confluencia de circunstancias que se tradujeron en la designación de sus “corcholatas” para abrir una falsa competencia que culminó en la definición de su candidata que impuso a los partidos oficialistas. Las acciones intervencionistas en el proceso electoral desde Palacio Nacional le han merecido 34 amonestaciones a su inquilino.
Por su parte PAN, PRI y PRD formaron la coalición bautizada como Fuerza y Corazón por México misma que, con participación ciudadana, postuló designó a su candidata.
Este 2 de junio votaremos para elegir a quienes habrán de ocupar más de 20 mil cargos de elección popular, de los cuales destacan la Presidencia de la República, 1 jefatura de gobierno, 8 gubernaturas, 128 senadurías y 500 diputaciones federales; además se votará por 31 congresos locales, 16 alcaldías, 1,580 ayuntamientos y 24 juntas municipales. De los candidatos a ocupar una curul federal.
En el padrón electoral estamos registrados alrededor de 98 millones de ciudadanos, de ese número 15 millones tienen entre 18 a 24 años de edad, importante y valioso sector que han descuidado los partidos políticos y el gobierno.
Como hemos dado cuenta en anteriores colaboraciones, es una frustrante realidad para la ciudadanía que los partidos políticos sólo utilicen a los electores para legitimar y patrocinar una competencia del poder por el poder, es decir para votar por los candidatos que sus jerarcas postulan en los procesos electorales y para financiar, con nuestros impuestos, campañas, dietas y salarios de funcionarios de elección popular y las prerrogativas de esos institutos políticos.
La trasformación que ofreció el presidente y su movimiento se ha significado por ser una democracia disfuncional con un autoritarismo cada vez más descubierto. Sin embargo, la candidata oficial, cuyo lema es “Unidad y movilización”, en su discurso de inicio de campaña anunció que su gobierno será una continuación de la presente administración y ofreció al presidente que “vamos a cuidar su legado” lo cual es inquietante a la luz de un cotejo del Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 con la realidad prevaleciente que revela un muy precario cumplimiento y que en los principales indicadores existen graves retrocesos, tales como en materia de salud, de educación y de seguridad pública, entre otros renglones, lo que ha deteriorado severamente la calidad de vida y el tejido social.
La candidata de la oposición, con su lema “Un México sin miedo” ofrece regresar la esperanza a México, propiciar la prosperidad, acabar con la impunidad, apoyar a las clases medias y que los pobres dejen de serlo. Puso como eje de su campaña la inseguridad y envió un mensaje de aliento para quienes han perdido familiares o amigos que han sido asesinados o desaparecidos por el crimen organizado durante la actual administración. Ante la tentación de hacer promesas de campaña, también ofreció bajar de 65 a 60 años la edad para que los adultos mayores reciban la pensión sin prever el financiamiento que esa medida requeriría.
El candidato de MC adoptó el lema “Lo nuevo comenzó” y su participación tiene como propósito actuar como esquirol del oficialismo, en su arranque de campaña se limitó a criticar a sus dos contendientes y sus respectivas propuestas.
De los temas que más preocupan hoy en México son la inseguridad, la violencia y el peligroso auge del crimen; la opacidad, la impunidad, la corrupción y la improvisación; el acceso a la justicia; el aumento sin precedentes de la militarización de actividades civiles en perjuicio del papel fundamental de las fuerzas armadas; el deterioro de los servicios públicos de salud y de educación; la crisis hídrica; la atención a la niñez y a la juventud; el cuidado del medio ambiente; la producción de energías limpias y los efectos que tendrán la inteligencia artificial y la robótica.
Desde la perspectiva de la cultura de la paz es urgente la restauración del tejido social, la toma de medidas necesarias para disminuir la tensión y la violencia que generan las controversias y los conflictos de carácter comunitario; adoptar los proyectos que propicien la adopción de un sistema eficaz de pacificación, para lo cual resulta indispensable diseñar e implantar un modelo y estrategia inteligentes de justicia para que prevalezca la paz, apegada al Estado de Derecho.
Como en todo proceso electoral surge una nueva esperanza, ahora es por la reconstrucción del país y del tejido social; por la disminución de la violencia; por que las cosas mejoren, y por detener la debacle nacional. Cumplir ese deseo será responsabilidad de quienes ganen las elecciones.
Una vía para confundir al electorado son las encuestas que se realizan a modo y que se publican para hacer creer que la candidata de la oposición a la Presidencia de la República ya está derrotada, aseveración totalmente falsa. Se olvida que la decisión la toman, casi la totalidad de los votantes, hasta llegar a las urnas.
Este proceso electoral tiene una peligrosa presencia de la delincuencia organizada que se ha traducido en asesinatos de precandidatos y aspirantes a contender.
Sin embargo, la participación en las próximas elecciones es una responsabilidad de todos y de cada uno y puede contribuir a que se retome el rumbo del desarrollo y de la reconstrucción del tejido social.
No olvidemos que nuestro papel es protagónico, no de subordinación a partido alguno.
*El autor es abogado, negociador y mediador.
X: @Phmergoldd