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Opinión

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La Fed todavía no debería recortar las tasas de interés

Los inversionistas apuestan por recortes de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos en septiembre, y potencialmente en su reunión de esta semana. Pero las perspectivas de inflación y del mercado laboral en Estados Unidos no indican que las autoridades deban comenzar a reducir las tasas en los próximos dos meses.

WASHINGTON, DC. Ahora que la inflación se está enfriando y crece el desempleo en Estados Unidos, los inversores apuestan a que la Reserva Federal recorte las tasas de interés. Al momento de escribir este artículo, los precios de mercado indican una chance de menos del 2% de que la Fed no reduzca las tasas en su reunión de fijación de políticas en septiembre, y hasta muestran una posibilidad del 7% de que baje las tasas en la próxima reunión a fines de este mes.

El argumento para reducir las tasas es sencillo. Según la medición del índice de precios al consumidor (IPC), Estados Unidos no experimentó inflación en mayo y hasta registró deflación en junio. Al mismo tiempo, la tasa de desempleo ha venido subiendo desde el verano pasado. Hoy se encuentra en 4.1%, 70 puntos básicos por encima de su mínimo pospandemia. Cuando la tasa de desempleo sube un poco, sube mucho, razón por la cual muchos creen que la Fed debería declarar victoria en su batalla contra la inflación y empezar su ciclo de recortes. Pero esta visión, si bien es razonable, es errada, porque hace una mala lectura de la perspectiva de inflación y del mercado laboral. La Fed no debería recortar las tasas en septiembre y, mucho menos, este mes.

La Fed considera el índice de precios de gastos de consumo personal (GCP), no el IPC. Al igual que la inflación por IPC, la inflación núcleo por GCP se desaceleró en mayo (los datos de junio todavía no están disponibles). Pero si se usa esta medición, los precios mensuales probablemente aumentaron alrededor del 0.2% en junio. Según mis cálculos, si ese ritmo continúa, la inflación subyacente se estancará entre el 2.6% y el 3% en lo que queda de 2024, muy por encima de la meta del 2% de la Fed.

Además de la incertidumbre sobre un avance sostenido de la inflación hacia la meta de la Fed, los motores subyacentes de la demanda del consumidor se mantienen sólidos. La baja tasa de desempleo está haciendo subir las ganancias. Los salarios promedio han crecido más rápido que los precios del consumo durante más de un año, impulsando el poder de compra de los hogares. Los flujos de renta fija son robustos y los tenedores de activos han visto una explosión de riqueza en la vivienda y las acciones. Todo esto apuntalará el gasto del consumidor, ejerciendo una presión alcista sobre los precios. Por otra parte, con datos de ventas minoristas más sólidas de lo esperado para junio, el modelo GDPNow de la Fed de Atlanta estima un crecimiento económico real del 2.5% en el segundo trimestre. Esta tasa de crecimiento, sin duda, ejercerá una presión alcista sobre los precios. Es verdad, el mercado laboral se está debilitando, pero todavía es sólido. Según mis estimaciones, la demanda de mano de obra sigue superando la oferta laboral. Las vacantes laborales se están normalizando, pero siguen un 17% por encima de los valores previos a la pandemia.

Esto se refleja en la inflación salarial. Los salarios promedio registraron un crecimiento interanual del 3.9% en junio. Si bien la inflación salarial (según esta medición) ha caído 80 puntos básicos en el pasado año, los salarios todavía siguen creciendo a una tasa más acelerada de lo que es consistente con la meta de la Fed para la inflación de precios al consumidor. Sin duda, la combinación de un enfriamiento de la inflación y de una moderación del mercado laboral efectivamente sugiere que lo aconsejable es una política menos restrictiva. Pero lo que importa para la política monetaria son las condiciones financieras generales, no simplemente la tasa de interés de fondos federales. Desde el giro de la Fed en noviembre, el alza de los precios de las acciones y la caída de las tasas de interés de largo plazo y de los diferenciales de crédito han aliviado considerablemente las condiciones financieras. Gran parte del ajuste financiero provocado por la tasa de política relativamente alta de la Fed se ha revertido. Los mercados están haciendo el trabajo de la Fed. El presidente de la Fed, Jerome Powell, se ha referido contundentemente al respecto en su testimonio ante el Congreso la semana pasada: “Da la sensación de que la política es restrictiva, pero no intensamente restrictiva”. Las condiciones económicas actuales no indican que la Fed deba empezar a recortar las tasas en los próximos dos meses. Por el contrario, la implicancia es más modesta: el creciente desempleo y la inflación subyacente por debajo del 3% sugieren que la Fed debería empezar a prestar atención a ambos lados de su mandato dual.

Tal vez no sea momento de recortes, pero la Fed debería estar preparada para implementarlos –especialmente si el mercado laboral empeora drásticamente, o si los dos próximos resultados del GCP revelan una clara evidencia de que la inflación subyacente avanza de manera sostenida hacia la meta de la Fed. Pero el riesgo de que la inflación se estanque por encima del 2.5% es demasiado grande como para que los responsables de las políticas bajen las tasas ahora. La Fed ha entrado en la recta final de su lucha contra la inflación. Con su credibilidad en juego, no debe flaquear antes de alcanzar la línea de llegada.

El autor

Michael R. Strain, director de Estudios de Política Económica en el American Enterprise Institute, es el autor, más recientemente, de The American Dream Is Not Dead (But Populism Could Kill It) (Templeton Press, 2020).

Copyright: Project Syndicate, 2024

www.project-syndicate.org

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