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La crisis alimentaria
El pasado 5 de julio, el director general de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), Qu Dongyu, advirtió sobre la seria crisis alimentaria por la que atraviesa el planeta y el riesgo serio de no tener acceso a la alimentación a nivel mundial, que puede incrementarse de manera aguda en los próximos meses y años.
La seria crisis alimentaria se ha agudizado por la coyuntura de diferentes factores de los últimos años: la pandemia de Covid-19 y la subsecuente crisis en las cadenas de suministro, la guerra de Ucrania con la crisis de algunos productos como el trigo y, en general, la desaceleración económica que se vivió a raíz de la pandemia. Dongyu advirtió sobre las acciones necesarias para poder mitigar esta crisis, por ejemplo, el apoyo a la agricultura en países más necesitados además de la vigilancia sobre los sistemas de producción de ganado, que muchas veces carecen de sistemas sanitarios para salvaguardar la salud de las especies.
Del lado de los países desarrollados, se advierte también una grave cultura del desperdicio de alimentos, con la que se ha calculado que se podría alimentar a 1.26 billones de personas por año. Además de la inseguridad alimentaria, se derivan otros problemas como la crisis de malnutrición en niños, que según la UNICEF, la crisis alimentaria ha conllevado a que un niño por minuto caiga en un estado de severa malnutrición en los países más golpeados por la crisis de alimentos. Evidentemente, el acceso a alimentos que se ve comprometido por el alza de precios y la poca producción local, hace que las familias vean comprometido su consumo de alimentos de calidad nutricional y esto conlleva a las crisis de malnutrición severa en niños.
Aunque pareciera que la crisis global es el resultado de tendencias macrosociales que poco tienen que ver con las acciones que tomemos (como una pandemia o la crisis en las cadenas de suministro), lo cierto es que el llamado se hace de manera urgente a los gobiernos, para que evalúen y cuestionen las estrategias por las que hasta este momento, han hecho frente a las condiciones de inseguridad alimentaria de las poblaciones que ya eran vulnerables aún antes de la pandemia.
En términos prácticos para el ciudadano, pareciera que el hacer frente a esta crisis sólo se refleja en la manera en la que adecuamos el gasto en alimentos mientras vemos cómo cada vez alcanza para menos. Sin embargo, entre las acciones que sí podemos emprender para esta crisis, es el repensar y en un punto, modificar la manera en la que consumimos alimentos, no solamente en cuestión del gasto, sino sobre todo evitando el desperdicio y haciendo elecciones que puedan beneficiar potencialmente a los productores locales de alimentos.
Al final, esta crisis es el resultado de la acumulación de décadas en las que se venía advirtiendo que el acceso desigual a alimentos y las situaciones de vulnerabilidad en el mundo eran temas que en algún momento, iban a alcanzar a la mayoría de personas en el mundo si no se emprendían acciones conjuntas para hacer sistemas alimentarios más equitativos y más sostenibles no solo con el medio ambiente, sino también ante las crisis de producción y acceso a alimentos, alimentadas por la interdependencia de nuestros sistemas a nivel global. Las grandes desigualdades subyacentes nos han puesto a reevaluar los sistemas alimentarios de manera urgente.