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Pérdida de empleos, otra herencia más
Cuando el trabajo del gobierno federal se concentra en ganar elecciones y no en generar riqueza y crecimiento económico sostenido, no es tan sorprendente que pasadas las elecciones se note la realidad del montaje económico del régimen.
La herencia será una economía sobreendeudada y con una urgente necesidad de corrección fiscal, amplios sectores sociales dependientes de las transferencias clientelares del gobierno federal y proyectos de infraestructura, llevados a cabo con sobrecostos y con bajo retorno para la economía.
Y, sobre todo, una tambaleante confianza de los agentes económicos privados, empresarios e inversionistas, sobre el futuro de la seguridad jurídica y el Estado de derecho.
Es un hecho que se anticipaba una desaceleración económica en México, producto de un menor crecimiento de la región norteamericana, pero no hay duda de que ha sido el diseño y la ejecución de las políticas públicas los que han hecho que este sexenio vaya a tener los peores números de rendimiento en décadas.
Y no se trata, por supuesto, de los niveles de popularidad, porque esos están en proceso de modificación de una forma milagrosa para pintar un cuadro de fin de sexenio dentro del estilo surrealista de Dalí.
Pero bueno, fuera del mundo de los otros datos, no hay buenas noticias.
La información más reciente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) indica dos meses consecutivos con pérdida de empleos formales y el dato más reciente de junio con datos no vistos en años.
Entre enero y junio de este año la creación de empleos formales registrados ante el IMSS cayó 42.6% en comparación con las plazas laborales registradas el año pasado. En mayo se perdieron 25,203 puestos y en junio pasado otros 29,555 empleos.
Si descontamos los efectos únicos, y ojalá que irrepetibles, de la pandemia en el 2020, no se veía un dato tan malo para un primer semestre desde el 2019. En aquel año, el capricho de López Obrador de acabar con la construcción del Aeropuerto en Texcoco devastó la confianza empresarial y con ella los empleos.
La pérdida de plazas laborales es el reflejo más sensible de una mala condición económica, pero, en general, los datos sexenales del desempeño económico no serán buenos, empezando por el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) que será negativo en términos per cápita y con un crecimiento nominal ligeramente superior al uno por ciento ¡en seis años!
Lo peor de todo es que, aunque López Obrador deje el poder presidencial dentro de 83 días, su mala herencia económico-financiera habrá de extenderse durante mucho tiempo más.
Amarra las manos a la virtual presidenta Claudia Sheinbaum en la creación de infraestructura por dos frentes: por las limitantes presupuestales en el proceso de corrección de su desorden fiscal y en la obligación de tener como prioridad acabar sus elefantes blancos antes de que ella pueda empezar con sus planes de infraestructura personales.
Pero, quizá más importante que eso, deja sembrada la desconfianza entre los agentes económicos privados.
Si el capricho de cancelar la construcción del nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco provocó una recesión en el 2019, una caída del tipo de cambio y del empleo, la intentona de apoderarse del control del Poder Judicial podría ser la puntilla a la confianza de los inversionistas.