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Opinión

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Rutas del voto cultural

La comunidad del sector cultural tiene sus filiaciones en los partidos tradicionales.

Paul Tolila es una leyenda de la economía cultural francesa. Visitó San Luis Potosí en el 2014. Un foro organizado por la Secretaría de Cultura del estado, gracias a los oficios del entonces director de Desarrollo Cultural, Juan Carlos Díaz Medrano. Pude conversar largo con Tolila. Un tema inquietante era la relación de los intelectuales franceses con su presidente François Hollande y con el Ministerio de Cultura, entonces bajo el mando de Aurélie Filippetti. La respuesta fue contundente. “El problema de los artistas es saber si el ministerio tiene un buen presupuesto, eso es lo que les interesa. Ellos nunca hablan de cultura, hablan de dinero. Cuando vemos un buen presupuesto y a un presidente culto, los artistas están contentos”.

Ustedes dirán si la comunidad cultural de México en algo se asemeja a la de Francia. Pero hay elementos en la aseveración de Tolila que encajan en el contexto nacional. Nuestros intelectuales, artistas y trabajadores tienen una fuerte relación con sus instituciones culturales. Es por ello que el presupuesto que se les asigna siempre es materia de controversia. Ese vínculo tiene en el titular del despacho una conexión emocional que se extiende al presidente de la República. Se les exige inteligencia, cabalidad, compromiso. La historia se encarga de poner en su adecuada dimensión hasta dónde estos personajes públicos son queridos o se les mira con repudio. Lo cierto es que, en tiempos electorales, quienes habitan el sector cultural, centran su expectación de manera relevante en esos matices más allá del partido al que pertenezcan los aspirantes al Palacio Nacional.

En esa línea resulta interesante la encuesta de expectativas 2018 del periódico Reforma. La única en ese tenor hasta el momento, se publicó en el somnoliento 1 de enero en la sección de cultural. “Prevén más apoyo con AMLO”, dice la cabeza como respuesta a la pregunta “De ser elegido, ¿quién cree que, como presidente de la República, apoyaría más la cultura?”. En concordancia con las tendencias electorales, 33% de los encuestados del 14 al 17 de diciembre se inclina por López Obrador. Por Margarita Zavala 19%, 13% José Antonio Meade, 9% Ricardo Anaya y le dan 2% a Jaime Rodríguez el Bronco. Por razones de historial, no hay duda de que el Peje representa por mucho el ideario de política cultural vigente. Con la ya perfilada Alejandra Frausto en la Secretaría de Cultura, el modelo que viene de la Revolución Mexicana, tan resistentemente priista por décadas, se acentuaría. Basta leer el reciente anuncio de convertir la residencia oficial de Los Pinos en centro cultural. Eso convence a un importante porcentaje de la comunidad cultural: la promesa de continuidad con los “ajustes” del caso.

Para esos días de aplicación de la encuesta, no sorprende que Margarita Zavala ocupe el segundo sitio. La dinámica seguida se lo permite. También asegura una ruta de continuidad, con los sesgos que vienen de la gestión de Calderón-Sáizar. Y si bien Meade y Anaya han salpicado sus giras de guiños culturales (un abuelo artista plástico, un candidato músico), sus trayectos tampoco ofrecen elementos para pensar en un giro reformista en el sector.

Además del libro ¡Es la reforma cultural, presidente! (Editarte Publicaciones), un punto de referencia sobre las expectativas vendrá a finales de mes, cuando conozcamos las plataformas electorales de los partidos. Otro en febrero y marzo con el “Ventiladero cultural de la sucesión presidencial”, que tendrá lugar todos los miércoles, a las 7 de la noche, en la Casa Galván de la UAM. Habrá foros de campaña y diversas rutinas electorales. Ahora sí que pagamos por ver.

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